Carta IV

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―   ¿Listo?

Victor asintió abriendo la puerta de atrás del taxi, se había reunido con el japonés para comenzar el viaje a la conferencia, irían en tren, les tomaría cerca de cuatro horas llegar hasta la ciudad de Moscú, Victor realmente había hecho un esfuerzo de mil dioses para levantarse tan temprano. Debían estar en la estación a las siete cuarenta de la mañana, no tenía la mejor versión de sí y eso a Yuuri le causaba un poco de gracia.

―   Puedes dormir en el tren.

―   Supongo.

Yuuri lo miró desconcertado a Victor, estaba serio, una actitud poco frecuente en el ¿estaba molesto? ¿había sido tan temprano? Por alguna razón lo hizo sentir culpable. Era su conferencia después de todo y pudo simplemente hacer que el ruso devolviera las horas quedándose en la clínica, además era sábado, probablemente tenía algún compromiso... Victor pareció darse cuenta que su jefe comenzaba a divagar.

Estaba cansado, eso era todo.

Así que sonrió. Sonrió para Yuuri. 

―   Lo siento –se disculpó el ruso.

―   No, creo que debí preguntar si estabas ocupado, puedes regresar a casa, no tienes que acompañarme.

―   Quiero estar con usted –Inmediatamente las mejillas de ambos se tornaron rojas –No, no de esa forma, es decir no es que me desagrade, al contrario...ah... yo

―   Lo entiendo –rio Yuuri –y puedes tutearme, es extraño casi tenemos la misma edad, en el trabajo eres el único que lo hace, así que ya no lo hagas más.

Ambos llegaron a la estación, abordaron el Sapsan faltaban quince minutos para que le tren saliera, se acomodaron en los asientos, Victor no lo dijo, pero se apresuró para ganarle el asiento que estaba al lado de la ventana.

―   ¿tienes familia aquí Victor?

―   ¿San Petersburgo? No, en Moscú, pero tenemos algunas diferencias de opiniones, así que no es grato visitarlos ¿y tú Yuuri?

―   Toda mi familia vive en Hasetsu Japón

―   ¿Qué te hizo venir a vivir a Rusia? Es decir, todo es diferente, otra cultura, idioma...

Yuuri miró por la ventana y suspiró, aun y aunque hayan pasado dos años no podía hablar del tema de forma abierta.

―   Supongo que también tuve unas diferencias de opiniones.

Victor no indagó más en el tema, se pudo dar cuenta que hablarlo le causaba a su jefe cierto conflicto, no quería verlo triste, le gustaba verlo sonreír, aunque eso pasaba muy pocas veces, cada vez que él lo hacia lo disfrutaba.

Porque si, secretamente a Victor le gustaba Yuuri.

Pasada la hora Victor se había quedado dormido, reposaba su cabeza en a un lado del asiento, Yuuri lo miró, su fleco le tapaba una parte de su rostro, pero podía ver sus pestañas largas del mismo color que su cabello.

Sacó su teléfono y conectó los audífonos, escucharía música y esperaba dormirse también.

―   ¡Yuuri! ¡Yuuri! –el japonés despertó de golpe –hemos llegado.

Victor ya se encontraba en el pasillo, había reunido el pequeño equipaje que llevaba cada uno, solo le faltaba despertar a su jefe, y, aunque no quería hacerlo, se vio obligado. Yuuri al dormir parecía un ángel ante los ojos de Victor.

El japonés bostezó, se colocó su mochila en su espalda, miró el reloj de su muñeca, llegaron exactamente a la hora que decía el pasaje, suspiró, faltaban otras cuatro horas para que diera comienzo a la conferencia.

―   ¿quieres ir por algo de comer Victor? Aún falta para la conferencia, aunque también reserve un hotel por si...

―   Uhm, comamos, podemos visitar algunos lugares, ir al hotel y prepararnos para la conferencia ¿te gusta la idea?

Yuuri asintió.

Estar con Victor era hacer algunas cosas de manera espontánea

Yuuri esperaba recostado en la cama a que saliera Victor del baño, habían pasado una agradable mañana, visitaron algunos lugares entre ellos el famoso kremlin. Fue divertido, tenía que admitir Yuuri.

―   ¿me veo bien? Nunca suelo usar ropa formal.

El japonés dejó de beber el agua de la botella para poder responder, de nuevo Victor resplandecía, llevaba unos pantalones grises, una camisa de mangas largas negra y una corbata aguamarina.

―   Te ves genial.

Durante casi toda la conferencia Victor había luchado contra el sueño, llegó a cabecear repetidas veces, el conferencista era un anciano, su voz denotaba cansancio y el tema no llegó a comprenderlo del todo. Por esa razón, en cuanto acabó corrió al baño para lavarse la cara y realmente les agradecía a todos los dioses que esa fuera la única conferencia que se impartiría ese día. Salió del baño en busca de Yuuri, en ese instante se llevaba a cabo una pequeña celebración, todos tenían copas y charlaban animadamente, un poco lejos de él divisó a Yuuri, estaba entre una multitud; solo, mirando a la nada, con el borde de la copa en los labios de su jefe. Era una escena que removió el corazón del ruso, estaba enamorado, había comenzado a querer a Yuuri sin que este lo supiera, a veces dolía tanto que Victor terminaba durmiendo a altas horas de la noche, porque sabía que el amor que comenzaba a sentir por su amable jefe jamás seria correspondido, sin embargo, ansiaba saciar la tristeza de Yuuri, porque podía verlo, ponía ver al japonés sufrir en silencio.

¿Quién lo lastimó tanto como para llevarse su sonrisa?

―   ¡Yuuri!

―   ¡Victor! Te estaba buscando, es a aburrido aqui ¿quieres regresar al hotel? Aunque bueno... podemos regresar a san Petersburgo.

―   Uhm... -pensó el ruso –estoy algo cansado, creo que lo mejor sería regresar al hotel y volver a san Petersburgo mañana por la mañana.

Yuuri asintió convencido, dejó la copa en la mesa, pero la agarró Victor tomándola de un solo golpe, él solo dijo que lo necesitaba.

Victor suspiró cansado y rio, era la tercera vez que Yuuri se quejaba que el pedido de la cena a la habitación se estaba tardando, parecía más un berrinche por no cenar aun, le pareció tierno. Yuuri estaba a punto de llamar de nuevo para hacer eco cuando tocaron la puerta y la voz de una mujer anunció que traía el pedido a la habitación. Victor se apresuró a abrir, la mujer con amabilidad entro dejando todo el pedido en la mesa y despidiéndose. Un sobre de color azul fue lo que llamó la atención de Victor.

―   Creo que esto es para ti Yuuri, dice tu nombre.

El japonés miró el sobre y se sonrojó ¿es que acaso su remitente sabía todo acerca de su vida? Pero era curioso, llevaba cuatro días contando está recibiendo cartas de un desconocido tontamente enamorado de él.

―   ¿quieres que la lea? –preguntó Victor.

―   ¡No! –se apresuró a decir Yuuri, tomando la carta y yendo al balcón a leerla.

¿Qué es el amor?

Me he hecho la misma pregunta durante casi toda mi vida, aún tengo dudas sobre la respuesta. Pero si tuviera que responder seria así...

"El amor no es paciente o bondadoso, al contrario, el amor es caótico, horrible, egoísta y arriesgado."

Con cariño V

Cartas a Yuuri.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora