Carta XII

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—¡Anda Viktor!

—No Mila, solo quieres embriagarte.

Yuuri miró a Mila y después de a Viktor, la chica llevaba un rato rogándole a su compatriota ruso que accediera a hacer una fiesta/convivio en su casa.

—¡Vamos Victor! ¡Yuuri dile!

Aunque el japonés se sonrojó por la petición de su empleada, añadió:

—No creo que sea tan mala idea Viktor.

El ruso miró a su novio y sonrió ¿Cómo decirle que no?

—Bien... pero se acabará temprano.

Mila saltó desde y aplaudió emocionada.

—Debo hacer una llamada... —dijo Victor, rascando su cabeza.

—Ve a casa, nosotros te alcanzaremos en la noche.

Viktor salio de ahí con rapidez, debía llamar a Chris y pedirle si podía hacerse cargo por una noche de Makkachin.

// ¿Viktor? //

—¡Chris! ¿Podrías cuidar a Makkachin hoy?

// ¿Acaso el jefe Yuuri y pasaran una noche alocada llena de pasión? //

—¡¿Qué?! ¡No!

// Pobre Makkachin, el pobre no tiene la culpa de tener un padre tan promiscuo. //

Viktor frotó su sien en señal de frustración.

—¿Lo harás o no?

// No le hables así a la madre de Makkachin ¿Paso por él o lo traerás? //

—Lo llevaré, estaría ahí en una hora.

Viktor miró su reloj, eran las seis y a duras penas alcanzo a dejar todo limpio, también escondió cada juguete, recipiente y foto que tenía con Makkachin

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Viktor miró su reloj, eran las seis y a duras penas alcanzo a dejar todo limpio, también escondió cada juguete, recipiente y foto que tenía con Makkachin. No estaba seguro si había mencionado a su adorada mascota en las cartas que le escribió a Yuuri. Era mejor prevenir ya que aún no sabía cómo o en qué ocasión debía decirle a Yuuri que él, era autor de todas las cartas.

Principalmente sentía temor a que su novio se sintiera herido o engañado, aun no quería lidiar con eso, por eso aún le escribía. Sin embargo, sabía que nada se puede mantener para siempre.

—¡Bien! Puedo hacerlo.

Terminó de vestirse y fue hasta la puerta ya que llamaban.

Al abrir, la primera en saludar fue Mila que se veía radiante, Minami casual y Yuuri, le sorprendió notar que su novio llevaba sombras en sus ojos, era discreto, pero si prestabas atención, también llevaba brillo labial rosado, a decir verdad, nada del maquillaje era llamativo, era hacia lucir lindo a Yuuri.

—¡Traje vino y cerveza!

— Yo traje pizzas

—Yo traje las botanas —dijo Yuuri, mostrando las bolsas de frituras.

Viktor saludo a sus amigos y los invitó a pasar, en cuanto a Yuuri, le dijo que se veía demasiado lindo, hizo una broma de querer comérselo, el japonés solo se sonrojó y miró a sus amigos avergonzado, mientras le decía a Viktor, que todo aquello había sido idea de Mila.

—¿Te ha gustado, mi regalo Viktor?

El ruso que besaba la frente de Yuuri asintió ante la pregunta de su compatriota.

—¡Comencemos! —Exclamó Minami.

[Tres horas después]

—¡Ah! Se ven tan lindos... ¡Mi novio es un imbécil! ¡Terminó conmigo!

—Mila baja la voz —Pidió Viktor.

Yuuri reía, habían estado jugando diversos juegos en lo que si perdías debías beber un trago de alcohol. Todos habían bebido, pero era Mila la que ya estaba más ebria, le seguía Yuuri, después Viktor y por ultimo Minami.

—Tu taxi llego Mila.

—Vamos, levántate te acompañaré. —propuso Minami.

—¡Eres tan lindo! —dijo, luego miró a Viktor y a Yuuri —¡Ustedes! Se portan bien pillos.

Y se fueron.

—Quiero ir al baño ¿Dónde está?

—Al fondo a la izquierda.

Yuuri se levantó para ir a donde le indicaron, miró la puerta y la abrió.

—Uhm... este no es el baño.

Yuuri se sintió intrigado por la habitación de Viktor, paseo un poco y fue hasta el mueble que estaba lleno de cosas, cosas como perfumes, collares, algunas cremas y lo que capto su atención eran los dos moños de color rosa y rojo con motas negras.

"¿A estado una chica aquí?" pensó.

Luego desvió la mirada al sobre azul que estaba hasta la parte de debajo de una pila de libros y revistas. Tomó el sobre, lo abrió para cerciorarse de su contenido, si Yuuri hubiera estado más sobrio, no hubiera husmeado entre las cosas de Viktor, pero es que la curiosidad era más grande.

Al abrir el sobre miró su contenido, había una hoja blanca doblada.

De pronto, todo el alcohol en su sistema desapareció y sus cinco sentidos regresaron.

Sacó la hoja, desdoblo y comenzó a leer. 

"¿Qué debería hacer? Ya no hay

nada que me impida decirte que el

escritor de todas esas cartas que tanto

adoras las he escrito yo. A lo que le

temo es a tu reacción."

Con temor Viktor Nikiforov.

—¿Yuuri, que haces aquí tonto? Te confundiste de puerta ¿Yuuri?

Cartas a Yuuri.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora