Carta VIII

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Yuuri estaba nervioso, el timbre de la puerta había sonado una vez, sabía que era Victor... porque se había asomado por la ventana, se sentía nervioso ¿Por qué? Tal vez porque mientras era abrazado por la penumbra de la noche, llegó a la conclusión que comenzaba a tener un gusto culposo por Victor ¿culposo? Si, primero era su empleado, segundo Victor le había brindado su amistad, un hombro el cual apoyarse, recordó aquellas palabras cuando fueron a Moscú, ayer mientras intentaba consolarlo sobre una persona que no conocía ¡Y luego! ¡Dios! Casi se besaban ¿Victor estaba bien con eso? ¿Victor salía con chicos? Yuuri nunca había salido de forma romántica con uno ¿Salir? ¿Quién estaba pensando en salir con quién? Yuuri negó rápidamente con la cabeza para volver a la realidad. Abrió la puerta sonriendo.

―   Buenos días Victor ¿quieres pasar?

―   Buenos días.

Victor no dijo nada más, simplemente dio un paso para entrar, miró la casa, todo se parecía a Yuuri, tan acogedor y hogareño. Observó el lugar casi con detalle, todo estaba bien ordenado.

―   ¿Desayunaste Victor? –preguntó Yuuri.

―   No aun...

―   ¿Quieres café algún té? Aún tenemos tiempo.

El ruso asintió.

Luego el ruso llevó su mirada hasta Yuuri, este se movía de aquí para allá en la cocina, estaba de espaldas a Victor así que este no podía ver lo que el japonés estaba preparando.

Victor era coqueto, pero por la naturaleza tímida de Yuuri y por ser su jefe, no decía o hacia nada, a decir verdad, le gustaba tanto que no quería arruinar la relación que tenían. Por eso cuando lo miró de pies a cabeza se ruborizó, pero era difícil de ignorar la buena figura del que Yuuri era poseedor, los ojos azules de Victor recorrieron los hombros de su jefe, luego bajó hasta su cintura y pequeña cadera y ¡Y Dios! Se detuvo más tiempo en aquel trasero, se veían redondas debajo de ese pantalón negro, trago saliva nervioso ¡Contrólate Nikiforov! Se decía.

―   ¡Aquí tienes! –Dijo Yuuri volteando de repente.

Yuuri le ofreció una bolsa de papel café, Victor miró dentro, había un croissant de jamón y queso una sonrisa se dibujó en su rostro por el detalle.

―   No tenías por qué molestarte –dijo Victor.

―   Cortesía de la casa

Ambos tomaron sus cosas y salieron de la casa de Yuuri rumbo a la clínica.

Yuuri se estiró para liberar la tensión de sus músculos, había sido un largo día lleno de consultas, ahora estaban por cerrar, sus empleados se habían ido o eso pensó, ver a Victor recogiendo sus cosas le hizo tener una idea, quería divertirse, ha...

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Yuuri se estiró para liberar la tensión de sus músculos, había sido un largo día lleno de consultas, ahora estaban por cerrar, sus empleados se habían ido o eso pensó, ver a Victor recogiendo sus cosas le hizo tener una idea, quería divertirse, hace mucho que no salía y tal vez Victor podría ser su compañero.

Cartas a Yuuri.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora