Atardecer

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Cuando te muestras, 
sol de febrero, 
me da rabia 
ser tan mal poeta. 

Que mis mejores 
versos no alcancen 
ni a susurrarte 
en pleno invierno. 

Es una pena 
mi consuelo; 
que otros no 
puedan verte. 

No así como yo 
supe hacerlo 
creciendo en tu 
gracia. 

Recorriendo jamás 
tu centro. Otros 
caminos me acercaron 
a tu imperio. 

Te llegué por 
el molino viejo, 
por la bicisenda
nueva.  

Si no me perdí 
te lo debo Símbolo Rey
que con tu lejanía 
me acercas.

Guiado por tus luces
y sombras. 
Salir con tiempo, sin 
rumbo claro.  

La reposera se hunde 
en tu arena. 
Alimento a tus 
mosquitos y bichos. 

Mecido en tus 
aguas son mis 
ojos los que 
se opacan. 

A medida que bajas 
para que pueda 
sentirme joven  
por un rato. 

Si una novia 
de esas que dicen: 
"Todo te lo tomas en joda", 
o, "No te importa nunca nada" 
hubieran seguido en ese
momento la escalera de mis ojos, 
sabrían que se equivocan. 

Si quieres descubrirlo 
te invito un día a pasearte 
por mi ciudad, entre Carmelo 
y Dolores solo tienes que 
levantar la vista hasta el cielo. 
Dar un paso, luego otro. 
Dejarte llevar por la brisa. 
Un rio, un poco de ruido, 
en bajada por un muelle viejo, 
el ladrido de los perros,
el olor a pleno otoño,
la hinchada de futbol firme, 
una plaza con iglesia y seccional. 
La escuela siempre expectante, 
y a lo lejos ya se deja ver. 
No apresures el paso. 
Todo momento es un tiempo 
en sí mismo. 
Al igual que todo hombre 
y mujer. 
Hoy el mío por ejemplo, 
es atardecer. 

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