La puerta

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Ante mi veo
la puerta que
me enseña un
otro lado.

Es de arena y
en sus bordes,
verde azulados,
se extiende

hasta el infinito
en una gota de
agua o un grano
de sol.

Tanteo sin empujar.
Sin saber si soy
yo quien acaricia
o es la puerta.

No se abre, claro.
Está bien cerrada
por manos de hacedor
supremo.

Me da paz saberlo.
Ver la puerta, allí,
con su fondo
cambiante de vida.

De repente es la
puerta que me
empuja y soy
yo quien se abre

ante la majestuosa
humana
soñada
real
puerta.

Aquí soy feliz. 

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