A N.P

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La hija inspirada de
un efímero reinado.
Del homenaje velado
que Torres Leyva brindó.

Hoy no se lee Tadmor
ni Tadmir junto a su entrada,
pero persiste el desierto,
esa referencia olvidada.

Creciendo con los cimientos
sin templo de Bel, ni guerras,
supo sacarle provecho
a su propia ruta de seda.

Unida con los vecinos
por obra de un molino
y la palabra empeñada
que supo trazar camino.

Tomen tus costas el nombre
del país que te rodea,
sean tus cielos reflejo de
mil pájaros pintados.

Con esa calma que
elevó las Brisas del
urbanismo, tus esquinas
ofrecen sus espejismos.

División artificial,
Dársena, lo demás.
Dos mil quinientos
metros para andar

son muy pocos
pero supieron ver
los Vascos que
tiraron la red

hoy los recuerda
el simbolismo de
un escudo clavado,
solitario, en la arena.

"De los Argentinos" dicen
tus playas. ¿Será?
Muchos te han buscado
y quizá sin saberlo fuiste

la puerta de entrada
a los recuerdos, las
aventuras del turista
que conoce tu lugar.

Si cierro los ojos puedo
escuchar el repiquetear
de la caña en el Solís,
testigo inmortal de felicidad.

Jamás la atala volvió
a dar anuncio de la
llegada ansiosa
del niño que a pescar iba.

Jamás, hasta ahora.

Donde el kilómetro cero
deja su marca, comienza
el conteo de esa maravilla
bautizada.

Los tres ríos confluyen
sin pelear por importancia
comparten los terrenos
hermanados en naturaleza

dejando ver y sentir como
un hálito de vida en la
piel el cuento milenario
del viejo padre evolucionista.

Que allá por el treinta y tres
formuló sus augurios,
adaptando la vista siempre
lista para el futuro.

¿Habría pensado entonces
que su teoría sería
probada por esas voluntades
inquebrantables de Nueva Palmira?

Fui por unas y por otras
vacaciones familiares
el eco de mis infancias
se crece entre tus lugares.

Tierra vendida
y comprada.
Cultivada,
transformada.
Cercada,
dolarizada.

También sitios olvidados
son parte de tu paisaje.
Derrumbe de la empresa
¿Qué enseñanza dejas?

Es tu historia tan honda
que apenas y me he asomado.
Relato que no existes, pues
acá nos conocemos todos.

El hexágono abierto
es un abrazo al extranjero
y la bienvenida profunda
del amigo al viajero.

Mágica alfombra sobre el agua
ofreces la maravilla
de caminar por espejos.

Con tanto río deberían
medirse en millas tus
distancias. Así verías

dos capitales finalmente
hermanadas. No podría ese
tigre, peligroso, devorarte.

Si hasta la geografía,
entre Soriano y Colonia,
la limita el verde transcurso
con la figura de un sauce.

Aquí la marea alta es baja,
importa saber mirar.
Si buscas un recorrido
bueno es saberla pisar.

No vaya a ser cosa
que el muelle, con
sus viejas artimañas
decida gastar la broma

del codo sin la farola
donde el nocturno
despiste, allá por el 19
enseñó a nadar

a unos cuantos
perdidos en la
memoria.

Ciento cincuenta años
pasaron, a mi también
me parece muy poco
cruzar en una semana

Lo que el vapor recorría,
por Buenos Aires, Palmira,
Mercedes, Fray Bentos, Román,
Gualeguaychú, Concepción
Paysandú, Colón y Concordia
hasta Salto incluía terminado
el itinerario, como terminó el
invento, dando paso a nuevas
eras.

Donde algún día
libre corrí, jugué
algún día, libre,
habré de volver. 

AtardeceresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora