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Los besos se intensifican más y más, Mikasa soltaba algunos gemidos de placer mientras que el azabache al oírlos sonreía con malicia, el azabache se alejo de ella quitándose la camisa y tirandola por algún lado de la habitación. Se acercó a ella para volverla a besar desenfrenadamente, lo único que se podía apreciar en esa gran habitación eran los gemidos y susurros de ambos.

Algo totalmente loco para ella.

Estar así en ese estado con el azabache era una mezcla entre éxtasis y fresas al mismo tiempo, un sabor algo extraño pero dañino al mismo tiempo. Le gustaba jugar con fuego, y muchas veces lo había hecho a su lado, sin miedo al quemarse porque sabía que al estar a su lado, podría contra todo. Incluso con el invencible fuego que en muchas ocasiones se había hecho presente.

Mikasa se aferraba a la espalda del azabache, soltando gemidos de placer y susurraba su nombre con dificultad. Desearía que momentos así nunca acabarán, que las cosas fuera más fáciles, pero eso no podía hacerse realidad. Las cosas nunca fueron faciles desde un comienzo, confíaba en el ciegamente y sabía que cualquier montaña que se les cruzara en el camino, ambos estarían tomados de la mano. Listo para enfrentarlo.

Así como siempre soño. Ellos dos juntos, contra el mundo.

Llegaron al climax, soltaron una risilla y se tumbaron en la cama dejando que sus cuerpos desnudos dieran ese calor que tanto deseaban. Sonrieron como locos adolescentes enamorados. Mikasa abrazo el cuerpo de su esposo dejando reposar su cabeza en el pecho de este.

—Tengo miedo—susurro la azabache.

—¿Hmm?.

—Siento que todo es un sueño, un bello sueño en el cual voy a despertar—levanto la mirada para observarlo—¿Siempre estaremos juntos Levi?.

Cómo respuesta recibió una pequeña sonrisa de el.

—Siempre Mikasa...

Y así con esas simples palabras caeron en los brazos de Morfeo.

Con la ilusión de aquellas promesas.

Una muy bonita, Ilusión.

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Mikasa corrió hacia la casa de los señores Jeager, no podía esperar ni un segundo más para poder estar al lado de su pequeña. Había sido tan solo una noche, aún así sintió como si fuera un mes en el cual no la había visto. Algo tonto para muchas personas, pero el amor de una madre es mucho más fuerte que todas las cosas, y Mikasa lo experimentaba ahora. Y le gustaba el sentimiento.

Levi reía al ver cómo su esposa corría hacia la casa de los mayores, como si su vida dependiera de ello. No lo podía negar, también había extraño a su pequeña hija y tampoco esperaba los minutos para poder abrazarla, aunque se estuviera muriendo por dentro prefería tener esa actitud de persona fría, no quería que después su esposa lo molestará. Eso jamás.

La señora Jeager salió con la bebé en brazos, escucho como su esposa chillaba de la emoción mientras tomaba a la pequeña en sus brazos y le daba innumerables besos en su rostro, una escena que el azabache aprecio con una leve sonrisa. Se despidió y le agradeció, camino hacia donde el se encontraba con una sonrisa, sonrisa que le encantaba.

—¡Mira, papi y mami ya están aquí!—exclamo Mikasa sonriéndole a la bebé—Te extrañe mucho...

—Vamos—fue lo único que dijo antes de subir al auto.

Mikasa sonrió y subió, tenían un pequeño compromiso al que asistir, al final la castaña no había quedado conforme con la cena de la noche anterior. Por esa razón había decidido hacer una pequeña parrilla en su casa, nada más estarían los cadetes que estaban en su unidad, y ellos. Algo familiar según ella, y aunque Levi no quería siempre terminaba aceptado las decisiones de su esposo.

~~Te Necesito Chica~~ (Levi y Mikasa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora