𝐈. 𝐑𝐄𝐆𝐈𝐒𝐓𝐑𝐎 𝐔𝐍𝐎

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12/03/??


Hoy me encontraba caminando por el bosque, como ya es costumbre, después de haber dejado escapar a un espécimen llamativo de gnomo. No sé cómo se me ocurrió confiar en el hecho de que la jaula estaba bien cerrada, pero de igual forma, me alegra haber salido este día por la arboleda.

Aunque no encontré al gnomo que buscaba, me topé con algo mucho más interesante.

Después de horas recorriendo el denso bosque, ya comenzaba a perder la esperanza de localizar al escurridizo gnomo. El cansancio se apoderaba de mis pensamientos, y consideré que lo mejor sería regresar y comenzar de nuevo la investigación.

Fue entonces cuando algo inesperado capturó mi atención: una melodía suave y dulce que flotaba en el aire, tan delicada que parecía formar parte del viento mismo. Me detuve, intentando localizar el origen de ese canto misterioso, y finalmente decidí seguir el sonido, dejándome guiar por la música.

Mientras avanzaba, la melodía se hacía más clara, más envolvente. Mis pasos, aunque cuidadosos, no pudieron evitar el crujido ocasional de las hojas secas bajo mis pies. Finalmente, después de lo que parecieron ser eternos minutos de seguir esa voz, llegué a una especie de catedral natural, un claro rodeado de árboles altos y viejos que formaban un techo de hojas verdes sobre mí.

En el centro de ese claro, se encontraba un pequeño estanque, cuyas aguas reflejaban el cielo con una claridad asombrosa. Y allí, sentada en el borde del estanque, la vi.

Una figura mitad pez, mitad humana, con una belleza etérea que superaba cualquier cosa que hubiera imaginado. Su torso humano era delicado, su piel tenía un brillo perlado, y sus ojos, oh, sus ojos... eran de un azul tan claro que casi parecían blancos, y brillaban como cristales bajo los rayos del sol. Sus escamas, que cubrían la parte inferior de su cuerpo, relucían con cada movimiento, reflejando la luz en destellos iridiscentes.

La criatura observaba su entorno con una sonrisa tranquila, aparentemente en paz en ese rincón aislado del bosque. Quise avanzar, tomar nota de cada detalle, de cada aspecto de su extraordinaria anatomía, pero en mi entusiasmo, cometí un error fatal.

Sin querer, mi pie aplastó una ramita seca, produciendo un chasquido que resonó en la calma del claro.

La criatura se sobresaltó y, antes de que pudiera decir o hacer algo, se lanzó al agua con la gracia de un pez, desapareciendo en las profundidades del estanque. Mi corazón dio un vuelco, temiendo que la hubiera perdido para siempre. Apresurado, me acerqué al borde del estanque, con la esperanza de volver a verla.

-¡Espera!- grité, con desesperación evidente en mi voz-. ¡Por favor, no te vayas!

Me arrodillé junto al agua y mi mirada escudriñó la superficie en busca de algún signo de la criatura. Pero el agua estaba en calma, sin indicios de que algo más estuviera allí.

-No quiero hacerte daño- continué con voz temblorosa al no obtener respuesta-. Solo... solo quería verte más de cerca. Me pareciste tan hermosa... y ahora me siento como un completo tonto por haberte asustado.

Mi voz se desvaneció en el silencio del claro. Sentí la frustración y el arrepentimiento apoderarse de mí. Quizás había echado a perder una oportunidad única, algo que jamás volvería a encontrar.

Fue entonces cuando la superficie del agua se agitó levemente, y de entre los reflejos del cielo apareció algo. Dos ojos, los mismos ojos celestes, casi blancos, emergieron del agua, observándome con curiosidad y cautela. Esos ojos, bajo la luz del sol, brillaban como si estuvieran hechos de cristal puro, reflejando la luz de manera hipnótica.

Me quedé quieto, temeroso de hacer cualquier movimiento que pudiera asustarla de nuevo.

-Eres real...- susurré, más para mí mismo que para ella, fascinado por la criatura que tenía delante.

La criatura permaneció medio sumergida, solo sus ojos y parte de su frente asomando sobre la superficie del agua. No dijo nada, pero su mirada era suficiente para saber que me estaba escuchando, evaluándome.

Sentí que el tiempo se detuvo mientras esos ojos cristalinos me estudiaban, y por un momento, tuve la sensación de que no era yo quien observaba a una criatura mágica, sino que ella era la que veía algo más allá de mi apariencia, algo profundo en mi interior.

Finalmente, sin saber qué más hacer, solo pude decir:

-Lamento haberte asustado. No fue mi intención. Solo... por favor, no te escondas de nuevo. No quiero perder esta oportunidad de conocerte.

Mis palabras flotaron en el aire, y por un instante, pensé que no respondería, que se sumergiría de nuevo y desaparecería para siempre. Pero en lugar de eso, la criatura se quedó allí, mirándome con esos ojos que parecían albergar todo el misterio del mundo.

Este encuentro, aunque breve, ha dejado una marca imborrable en mí. Estoy decidido a regresar y descubrir más sobre esta fascinante criatura.

Si mis cálculos son correctos, y si la suerte está de mi lado, tal vez pueda ganarme su confianza y aprender más sobre su especie. Quizás, este es solo el comienzo de un nuevo y extraordinario capítulo en mi investigación.

𝐎𝐉𝐎𝐒 𝐃𝐄 𝐂𝐑𝐈𝐒𝐓𝐀𝐋 (Stanford x Reader)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora