El trazo del lápiz se hizo cada vez más constante al intentar sombra su obra.
El sol, el cual brillaba en lo más alto del cielo, ayudaba mucho en lo que estaba viendo en su delante.Aquella figura hermosa, cual escultura tallada a mano, seguía semi-sumergida en el estanque mientras observaba con curiosidad un objeto nuevo que Ford había traído para ella.
Está vez se trataba de una simple caja musical y un collar, el cual, habia guardado en el fonde del estanque para que no se perdiera. Ahora estaba mucho más interesada por lo que había en aquella caja.Este objeto era de madera oscura y pulida suavemente desgastado por los años. Su superficie estaba decorada con intrincados grabados florales, casi desvanecidos por el tiempo, pero aún visibles estando expuestos a la luz del sol.
En el centro de la tapa, un pequeño óvalo de cristal revelaba una diminuta bailarina de porcelana en su interior, vestida con un tutú blanco, congelada en medio de un delicado arabesque. El mecanismo de cuerda, que se encontraba en la base, mostraba signos de uso frecuente, con el metal ligeramente oxidado, pero aún funcional.
La mujer, aún dudosa de hacerlo o no, abrió la tapa con cuidado pero nada pasó.
Ford, estando algo cerca de donde ella estaba, llamó su atención e hizo un gesto con la mano, como si estuviera jalando algo.
—Mira detrás de la caja—. Dijo sumamente, mientras aún se mantenía en su lugar en el cesped—. Allí debería haber una llave. Gira de ella y te sorprenderás.
La chica miró un tanto dudosa al hombre de seis dedos, pero no tuvo motivos para desconfiar de él. Después de todo, en todo el tiempo en el que habían estado conviviendo, no mostró signos de querer hacerle algo malo. Por eso mismo, con un delicado movimiento, giró aquella llavesita que estaba a un lado de la caja.
En ese instante, el objeto comenzó a emitir un suave pero nostálgico tintineo, llenando el aire con una melodía hermosa. El sonido era algo desgastado, pero conservaba una dulzura que hacía imposible no escuchar.
La criatura, al sentir la dulce música, hizo un gesto de asombro, dejando ver aquel brillo inconfundible en sus ojos. Luego, estos visualizaron a la bailarina que giraba lentamente sobre su eje, moviéndose con una gracia que solo podía venir de algo amado y atesorado a lo largo de los años.
—¿Te gusta?—. Preguntó Ford, acercándose hacia ella, arrodillándose en el borde del estanque—. La tenía por ahí desde hace mucho. No sabía que hacer con ella, pero creo que ya consiguió su nueva dueña, no es así?
La criatura levantó la vista hacia él, con una mezcla de sorpresa y confusión en su rostro.
Sus ojos se llenaron de preguntas, como si no pudiera comprender por qué alguien como Ford le daría algo tan precioso, algo tan hermoso y personal.
¿Realmente esto es para mí? parecía preguntarse en silencio mientras que sus labios temblaban ligeramente como si quisiera decir algo, pero no podía encontrar las palabras.
Ford, percibiendo su duda, se inclinó un poco más cerca, manteniendo su sonrisa.
—Como escuchaste, es para ti— confirmó con firmeza, sosteniendo su mirada—. Quería darte algo especial, algo que te hiciera feliz. Creo que mereces algo tan hermoso como tú.
La criatura lo miró por un largo momento, tratando de entender sus palabras.
No estaba acostumbrada a recibir regalos, y menos de alguien como él. Pero al ver la sinceridad en sus ojos, algo dentro de ella se relajó, y una pequeña sonrisa comenzó a formarse en sus labios.
Ford sintió una calidez en su pecho al verla sonreír, y supo en ese instante que había hecho algo bueno. Había logrado que aquella criatura, tan misteriosa y única, se sintiera especial y valorada, algo que ella probablemente no había sentido en mucho tiempo, si es que alguna vez lo había hecho.
La criatura, aún con la pequeña sonrisa en sus labios, se acomodó un mechón de cabello detrás de su oreja, revelando un detalle que Ford no había notado antes: sus orejas eran puntiagudas, algo que la diferenciaba de las humanas.
Ford no pudo evitar sentir una mezcla de fascinación y ternura al observarla. Cada pequeño gesto suyo parecía abrir una nueva puerta a su misterio, a la esencia de lo que ella era. La caja musical seguía tocando su suave melodía, llenando el claro con su sonido bello, mientras la criatura observaba a Ford con esos ojos grandes y cristalinos, como si aún intentara comprender por qué alguien como él haría algo tan amable por ella.
Ford, aún arrodillado en el borde del estanque, se permitió un momento para absorber todo lo que estaba ocurriendo.
Había algo casi mágico en el aire, una conexión que sentía crecer con cada segundo que pasaba a su lado. Sin romper el contacto visual, se acercó un poco más, sintiendo la suave brisa que soplaba a su alrededor.
—¿Sabes?— comenzó susurrando—. A veces, no se necesitan palabras para que alguien sepa lo que sientes. Esos pequeños gestos, como el que acabas de hacer...— señaló suavemente hacia su oreja—. Dicen mucho más de lo que las palabras podrían.
Ella lo miró se sorprendió. ¿Cómo podía descifrar lo que ella sentía con tan solo su actuar, simplemente viendo su lenguaje corporal? De igual forma, le agrado el hecho de que él comprendiera sin tener la necesidad de hablar.
La criatura soltó un leve suspiro, como si un peso invisible se aligerara de sus hombros.
Sin pensarlo mucho, extendió una mano hacia él, una mano delicada y ligeramente húmeda, que temblaba un poco por la duda. Ford, sin dudarlo, tomó su mano con cuidado, sintiendo la frescura de su piel y la suavidad de su tacto.
—¿Te importa si...— dijo con su voz bajando aún más, casi como si hablara solo para él— si dibujo tu mano? Es tan... diferente a lo que estoy acostumbrado.
Ella asintió, sin apartar su mirada de la de Ford, y él sacó un pequeño bloc de notas de su bolso.
Con una delicadeza casi reverente, comenzó a esbozar la forma de su mano.
Mientras Ford dibujaba, la melodía de la caja musical continuaba, una atmósfera hermosa, tal cual como un cuento de hadas. Pero real.
Y a medida que la luz del sol se filtraba a través de las hojas, Ford se dio cuenta de que, aunque el bosque estaba lleno de misterios por descubrir, ninguno era tan fascinante como la criatura que tenía frente a él.
Cuando la música terminó, ambos aún seguían juntos. Y tal vez esto perdurará hasta el fin de sus vidas.
Eso creo...
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𝐎𝐉𝐎𝐒 𝐃𝐄 𝐂𝐑𝐈𝐒𝐓𝐀𝐋 (Stanford x Reader)
Fanfiction❝Te esperé treinta años por ti, y lo haría mil veces más si fuera necesario❞ ◁۪۪ᩧ࿔ Stanford Pines x reader