𝐈𝐈. 𝐑𝐄𝐆𝐈𝐒𝐓𝐑𝐎 𝐃𝐎𝐒

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Han pasado algunos días desde aquel encuentro con la criatura acuática en el corazón del bosque, pero la imagen de sus ojos cristalinos no ha dejado de rondar mi mente. La fascinación que siento es algo que no puedo ignorar, y estoy más que decidido a volver a verla.

Esta mañana, después de preparar todo lo necesario, me puse en marcha. Cargué mi bolso con mis diarios y algunos objetos, y salí de la cabaña con un único objetivo en mente.

El camino a través del bosque era largo, pero esta vez no me importó. Cada paso que daba me acercaba más a la catedral verde y al pequeño estanque donde la había visto por primera vez.

Finalmente, después de lo que parecieron horas de caminar, encontré el claro. El mismo lugar donde la había visto por primera vez.

Me detuve en el borde del claro, observando el estanque en silencio. Todo estaba en calma, como si el bosque mismo estuviera esperando.

Me acerqué lentamente al estanque con cuidando de no hacer ruido esta vez. Me arrodillé junto al agua y mis ojos recorrieron la superficie en busca de algún movimiento, alguna señal de que ella aún estaba allí. Después de cerciorarme de que no aparecía, introduje mis dedos en el agua, esperando que el contacto pudiera atraerla.

Pasaron unos minutos en silencio absoluto, y por un momento pensé que quizás no aparecería.

Pero entonces, el agua comenzó a moverse ligeramente, y aquellos mismos ojos cristalinos, emergieron de la superficie, observándome con atención. El brillo cristalino de sus ojos se reflejaba en el agua, creando destellos que parecían pequeños fuegos fatuos danzando a su alrededor.

—Hola de nuevo— dije, manteniendo mi voz baja y suave, sin querer asustarla.

Ella no respondió, pero sus ojos no se apartaron de los míos.

Había algo en su mirada, una mezcla de curiosidad y preocupación. Tal vez aún tenía miedo.

No podía evitar sentir que estaba siendo evaluado de nuevo, pero esta vez, su expresión era menos tensa, como si una pequeña parte de la desconfianza del primer encuentro hubiera desaparecido.

Fue entonces cuando noté que su atención se desvió por un momento hacia mi bolso.

Sus ojos se iluminaron con un brillo diferente, uno que solo podía interpretarse como curiosidad. Siguiendo su mirada, me di cuenta de que algo en mi bolso había capturado su interés.

—¿Quieres ver lo que tengo aquí?— pregunté, con una pequeña sonrisa. Lentamente, para no alarmarla, abrí mi bolso y saqué algunos de los objetos que había traído.

Primero, mis diarios, cuyos desgastados bordes y páginas llenas de notas no parecieron interesarle mucho. Pero luego, cuando saqué algunas de las cosas que había traido, vi cómo sus ojos se abrieron un poco más, brillando con fascinación.

Uno de los objetos que captó su atención fue un simple tenedor de metal.

Lo había traído junto a un envase con comida por si me daba hambre en el camino. No sabía ni entendía porque esa cosa le había llamado tanto la atención, pero de igual forma, lo sostuve entre mis dedos, mostrando cómo la luz se refractaba en el material de que estaba hecho.

Sus ojos seguían cada movimiento con atención, y por primera vez, sentí que estábamos compartiendo un momento de entendimiento.

𝐎𝐉𝐎𝐒 𝐃𝐄 𝐂𝐑𝐈𝐒𝐓𝐀𝐋 (Stanford x Reader)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora