𝐎𝐉𝐎𝐒 𝐃𝐄 𝐂𝐑𝐈𝐒𝐓𝐀𝐋 (Stanford x Reader)

𝐕. 𝐏𝐎𝐄𝐌𝐒

❝Caminante, son tus huellas el camino, y nada más; caminante, no hay camino, se hace camino al andar. Al andar se hace camino, y al volver la vista atrás se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar. Caminante, no hay camino, sino estelas en la mar.❞
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Ella ladeó la cabeza, confundida, aún sosteniendo el libro en sus manos.

-¿Qué pasa?- preguntó, manteniendo un tono suave-. ¿No te gustó?

Ella bajó la mirada, claramente apenada.
No era que el poema no le agradara, pero las palabras y su significado eran un tanto complicados de seguir. Era como si las ideas se entrelazaran de una forma que no podía descifrar del todo.

Con un movimiento suave, cerró el libro y lo dejó en el borde del estanque, antes de sumergirse de nuevo en las aguas. Ford la observó con cierta preocupación, preguntándose si había hecho algo mal.

"Tal vez el poema fue demasiado," pensó, sintiendo un ligero malestar al imaginar que podría haberla incomodado. Pero antes de que su preocupación pudiera crecer, vio que su presencia volvía a emerger del agua, esta vez con algo en sus manos.

Vió que ella sostenía una estrella de mar. ¿De dónde había conseguido eso? Ford se quedó boquiabierto, sin poder evitar sonreír al comprender su gesto.

Claro, en el poema había leído "estelas en la mar", y ella, con su propia interpretación, había traído una estrella de mar.

-Es preciosa- dijo Ford, con una calidez que reflejaba su aprecio tanto por el regalo como por la dulzura del gesto. Aceptó la estrella con cuidado, sintiendo la textura rugosa bajo sus dedos. - Gracias...aamm...

Se quedó helado. Había compartido tantas cosas, tantas palabras y momentos, pero... se había dado cuenta de que nunca había preguntado lo más esencial.

-¿Sabes?- comenzó, deteniéndose un momento mientras su mente intentaba encontrar la mejor forma de hacerlo-. Me he dado cuenta de que nunca te he preguntado algo importante...

Ella lo miró, inclinando la cabeza de nuevo.

-¿Cuál es tu nombre?- preguntó de forma sutil como si temiera romper la magia del momento.

Al oír la pregunta, ella se ruborizó ligeramente, algo que Ford notó con sorpresa. Era la primera vez que la veía sonrojarse. Parecía dudar, mordiéndose ligeramente el labio inferior mientras sus ojos evitaban los de él, como si estuviera luchando con la respuesta.

El silencio entre ambos se alargó. Ford comprendió entonces que su nombre era algo profundamente personal, tal vez incluso un secreto que no estaba lista para compartir.

-Está bien- dijo con una sonrisa-. Puedes decírmelo cuando te sientas cómoda. No tienes que apresurarte.

Justo en ese momento, y casi sin darse cuenta, Ford dejó caer la estrella de mar al estanque. Al intentar recuperarla, perdió el equilibrio y, sin poder evitarlo, cayó al agua con un chapuzón sonoro.

El frío lo envolvió de inmediato, y por un segundo, todo fue silencio. Pero entonces, un sonido suave y melodioso rompió la quietud.