-Capítulo I-

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Reveladoras luces amarillentas alumbraron la calle inundada de gente y una seca incomodidad resbaló por la garganta de Haru en tanto hacía esfuerzo por ignorar los apretujes molestos que lo seguían en la fila. Quizás ir no fue tan buena idea.

-¡Oi, Kamei! Dijiste que iba a ser una inauguración tranquila.-

-La verdad es que no consideré que viniera tanta gente.- Rió para excusarse y que no se moleste, como si esa táctica funcionara. -De cualquier forma, no te hará mal relajarte un poco. ¡Es viernes, Haru! ¡Tómalo con alegría!-

A excepción del jefe Kiyomizu, el grupo completo de Prevención para Crímenes Modernos se reunió a celebrar la inauguración de un bar. El dueño, amigo cercano de Kamei, le pidió días antes que lleve la mayor cantidad de personas que pueda y este cumplió invitando a sus compañeros de trabajo. Sin embargo, el lugar desbordaba de clientes, por lo que comprobaron que el amigo de Kamei no necesitaba ningún apoyo especial. Saeki traía puesto un vestido blanco con flores rojas, Kamei un look más maduro del que solía exponer en el trabajo, Teppei eligió jeans desgastados con una camisa celeste y Haru un sweater holgado color lavanda y su usual pantalón gris. Se había convencido de que sería algo tranquilo y que el bar no era tan festivo ni juvenil.

Kamei lo había invitado la noche anterior y Kato aceptó sin mucha insistencia al saber que sería para apoyar el emprendimiento de un amigo. Esa mañana, antes de ir al trabajo, guardó una remera beige planchada por él mismo y el sweater, se cambió de vestuario a la salida, al igual que Saeki, y partieron los cuatro caminando hasta el bar.

La noche abrazaba la cuidad con un tiempo cálido pero no lo suficiente para que Haru decida quitarse el sweater. El bar se encontraba bastante cerca a pie y numerosos jóvenes mayores de edad charlaban en la fila de ingreso y una vez dentro, vieron a muchos otros hacer pedidos de bebida sin cesar. Dicho bar estaba particularmente oculto por su estrecha y poco llamativa entrada, pero lo compensaba con estilo y cómodos sillones negros. Eligieron tomar asiento en uno que se hallaba junto a una de las numerosas ventanas que aireaban el espacio con el fresco aire que soplaba afuera. Había muebles reutilizados, equipos de música antiguos como decoración y CDs de música viejos colgados estratégicamente en las paredes. La iluminación azulada y tenue absorbía cada esquina y ayudaba a que algunas de las imperfecciones de pintura no llamaran la atención. Detrás de la barra de piedra era posible divisar botellas de vidrio de múltiples formas, colmadas de distintos licores. Por lo visto, aquel bar se convertiría pronto en un lugar recurrente para beber y tener que gritar para poder charlar con los demás. Aunque temprano, el volumen de la música estaba fuerte.

-¿Hay algo para comer?- Quiso saber Haru.

-Sí, glotón.- Se burló Kamei. -Pronto nos traerán la cena, no te preocupes. Pedí por teléfono que tuvieran la comida lista para la mesa que reservé a mi nombre.-

Pasaron cinco minutos y la impaciencia de Haru fue en aumento. Tenía hambre, un poco de sueño, y si debía ser honesto, creía que estaba viejo para ese tipo de lugares.

-Iré a reclamar.-

-No pasaron ni diez minutos desde que llegamos.- Le recordó el rubio.

-Hoy no comí nada desde el almuerzo. Tengo hambre.-

-Ya, está bien. Apresuraré el pedido.- Decidió complacerlo y ni bien terminó la frase se levantó para nadar entre la gente hasta llegar a la barra, donde pareció encontrarse con su amigo, porque se saludaron y comenzaron a conversar.

Haru chasqueó la lengua, dio una ojeada rápida a su alrededor y por un instante se alegró de comprobar una numerosa cantidad de personas bailando. El bar era un éxito.

Gorgeous - DaiharuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora