-Capítulo IV-

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Las emociones de Kato iban y venían como un péndulo que perforaba la frágil piel de su corazón. Desayunó antes de salir, cosa que nunca hacía y menos a inicio de semana, pero esta vez prefirió tomarse un tiempo antes de abandonar su casa. Estaba bastante nervioso y con razones de sobra para estarlo, pero había considerado que si Daisuke no sacaba el tema, no habría necesidad de retomarlo y ponerlos a los dos en esa posición. Bastaría con ser colegas que no mantienen otra conexión en común aparte de la cooperación laboral. La única escapatoria de Haru era la de siempre, el trabajo.

Se tomó un provechoso baño y con un café puro recién comprado, una tostada con mermelada de frambuesa ingerida y su desalineado traje puesto, apareció en la oficina de Crímenes Modernos veinte minutos más tarde de lo que acostumbraba. Si bien necesitó tiempo para recomponerse y adaptarse a la idea de volver a ver a Kambe a los ojos, sabía que no podía darse el lujo de levantar sospechas. Los chismes vuelan y si los demás llegaban a enterarse de lo que pasó, la circunstancia no haría más que agravarse.

En la mansión Kambe, el desayuno de té negro inglés acompañado de arroz condimentado con anís estrellado culminó de la forma más agradable para Suzue, que vio a Daisuke de un buen humor poco habitual en él transitando las primeras horas de la mañana. Había comido hasta el último grano de arroz y repitió la taza de té, aparte de haberse empecinado en cuidar su cabello y aspecto con puntillosa atención, aunque ella piensa que de verdad no le hace falta esforzarse demasiado en lucir increíble.

-¿A qué se debe tanta importancia a cómo se ve, Daisuke?- Cuestionó auténticamente interesada, apareciendo por detrás mientras este se acomodaba la corbata. -Es impropio de usted pasar minutos ante un espejo. No necesita hacerlo.-

Lo último lo dijo con un tono de enamoramiento evidente al que Daisuke solía responder con silencio, pero esta vez decidió pasarlo por alto y resolver su duda.

-No debería llamar tu atención que me vista como corresponde.-

-Pero hoy lo veo... ¿cómo decirlo? Especialmente cuidadoso.-

-Estoy haciendo lo mismo que hago todos los días.- Habló con dignidad intachable en tanto dejaba lisa la impecable tela de su traje. -Debe tratarse de una impresión tuya.-

-Quizá tenga razón.- Se rindió a poder entablar una conversación, puesto que el hombre ya se aproximaba decidido hacia su vehículo, colocándose sus lentes oscuros.

Durante su viaje al trabajo, Kambe pensó que luego de lo ocurrido su compañero habría considerado que lo mejor sería declararse de frente, sin miedos ni restricciones. Casi en conjunto como con el resto de sus asuntos en la vida, el millonario se había adelantado a las posibilidades y esa conclusión era la que veía más conveniente o lo que él haría en su lugar. Después de todo y habiendo pasado lo que pasó, Haru debería haberse dado cuenta de la repercusión de sus acciones y haber perdido la vergüenza.

Expresar emociones no es sencillo para Daisuke, ya es sabido, pero durante aquel fin de semana este pudo conocer que tampoco lo es para Kato sin importar lo efusivo y expresivo que resulte cumpliendo sus labores. Al principio, fue algo difícil para el millonario comprender que, además de ayudarlo sin descanso y haber arremetido contra su forma de vida materialista de golpe y sin aviso, trayéndole respuestas y resplandor, Haru pensaba en ellos como algo más importante que una mera amistad. Y esa interrupción lo impresionó aún más luego de un par de horas, al darse cuenta de que en realidad no le molestaba ni incomodaba ver esa relación como algo potencial. Sin embargo, conoce a Kato lo suficiente para saber que es impredecible, y hasta no llegar a la oficina y consultar en persona su reacción, no tomará nada por sentado.

Una vez dio un vistazo a la oficina, Haru notó que, al contrario de lo que dicta la costumbre, todos estaban ocupados. Los miembros de la oficina de Crímenes Modernos atendían el teléfono con una mano y con la otra contestaban el celular, hurgaban en cajones en busca de papeles archivados y anotaban datos que les eran dados en hojas en blanco. Todo este desarrollo impresionó al detective; no era usual verlos trabajando con semejante energía y menos aún en su ausencia, porque era él quien normalmente impulsaba a los demás a realizar sus tareas, por no decir que los obligaba. Sin embargo, no pensó en aquello como un tema que requiera el gasto de su energía, quizás porque ya no tenía energías que dar. Escaneó con sus ojos soleados el espacio cerrado y al instante se aseguró de que Kambe no había llegado. Un respiro de alivio surcó sus pulmones, aunque a la vez sintió cierta preocupación. ¿Y si era cierto que se había ido sin decirle a nadie y en especial a él? No sería para nada su escenario deseado, pero así como las rocas se resignan a ser golpeadas por la corriente de un rio turbulento, no tuvo más remedio que dejarse llevar por las tensiones de los acontecimientos. Se ubicó en su lugar después de saludar con usual informalidad y aunque habría deseado quedarse callado, desconocía los detalles de lo que sea que les estuviera robando tanta paz a sus compañeros, por lo que resultó preciso preguntar.

Gorgeous - DaiharuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora