-Capítulo V-

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Al igual que una piedra rodante, si bien fue difícil movilizar la timidez y reservas que Haru y Daisuke sufrían, pronto la relación volvió a funcionar como antes. Por supuesto, con excepciones, como a los tres días de haber conversado cuando, en cierta ocasión, queriendo separar una pelea callejera, tuvieron que acercarse demasiado. Los sujetos en cuestión no prestaron atención especial a la aparición policial y continuaron con la riña que Haru intentó separar por las buenas, siendo empujado sin querer por uno de los involucrados. Kambe sostuvo por detrás a Haru para evitar que caiga, pero lo soltó de inmediato por miedo a incomodarlo y casi termina en el suelo de todas formas. Por fortuna, la presencia de Kambe fue suficiente para que el clima de la lucha cambie y los preadolescentes detuvieran su actitud. Literalmente por fortuna, ya que les ofreció dinero a cambio de que dejaran de pelear en cuanto se enteró de que la raíz de la contienda fue una deuda sin pagar. Ni si quiera tuvo que molestarse en usar a HEUSC por el modesto monto e ignorando los alaridos de Haru, dio el efectivo en mano a cada joven.

-¡Ni si quiera sabes de qué se trataba la deuda!- Le gritó mientras Daisuke los conducía de vuelta al trabajo. -Podrían haber estado saldando cuentas por no pagar drogas.-

-Si los marcábamos, es posible que nunca conseguirían trabajo. Además, no pude detectar ninguna droga en el aire o señales de adicción en sus comportamientos.-

-Nunca se sabe en qué están metidos jóvenes con impulsos violentos, pero como los dejaste ir sin más nunca lo sabremos. Además, no puedes confiar solo en tu olfato para comprobar la presencia de sustancias peligrosas. No eres un perro de aeropuerto.-

-Me refiero a que HEUSC no pudo certificar droga alguna en sus vestimentas o signo que expulsaran sus cuerpos cuando me puse los lentes.- Explicó. -Probablemente eran unos adolescentes con problemas de actitud resolviendo un problema a golpes.-

-¡Eso también es sancionable, Kambe!-

-¿Estás convencido de que están involucrados en algo turbio? ¿O solo quieres darme la contra?- Sonrió de costado, como a Haru tanto le molestaba pero a la vez le gustaba.

-Claro que no puedo asegurar nada, pero tu proceder no fue el de un buen policía.-

-Pensé que ya te habías acostumbrado.-

-Nunca me acostumbraría a ti.-

Daisuke ladeó apenas la cabeza para ver la nuca de Haru, que miraba por la ventana como si cualquier cosa le pareciera más interesante. Le dolió el comentario porque supo que no era la profesión lo que predominó sino el resentimiento por haberle hecho daño. Kambe en ningún momento planeó hacerle daño ni que las cosas quedaran así, pero comprobar que su compañero no estaba dañado en el corazón sino en el orgullo lo impulsó a no tocar más el tema y dejar que la herida cierre sola.

Lo que el millonario ignoraba era que, mientras él se esforzaba por esquivar cualquier ataque para no incomodar a Haru, este esperaba expectante que atrapara alguno, sin estar seguro de qué haría en caso de que Kambe lo hiciera, pero internamente desesperaba por liberarse. Estaba inseguro de si necesitaba libertad para expresarse o libertad en el sentido de querer librarse de ese bastardo, de arrancarse el apellido "Kambe" de la mente de una vez y para siempre, pero ese sentir colapsaba inevitablemente al mirarlo a los ojos y corroborar que la intensidad de sus emociones no habían cambiado en absoluto. Seguía hundiéndose en el océano en sus ojos, anhelando despeinar su cabello cuidadosamente recogido solo para volverlo a acomodar él mismo luego, comprobar la fuerza de sus trabajados brazos en carne propia, aspirar su caro perfume al entrar en contacto directo con su piel. Lo encolerizaba que incluso habiendo pasado por lo más humillante, su espíritu anhelara y continúe aferrado al deseo de oír la voz ronca del millonario raspando cada letra de su nombre y combinar sus agitados alientos. Las diversas imágenes que creaba en su cabeza a veces lo ponían nervioso porque cada vez que estaban solos y en silencio, parecía no poder controlarlas. Kato se tranquilizaba a sí mismo pensando que tal vez era imposible dejar de lado lo atractivo que era, que algo así podía pasarle a cualquiera que se relacione con el niño rico. Aunque lo odie, aunque le cueste mucho adivinar lo que piensa, era inevitable sentirse atraído. No se puede pasar de largo por delante de Kambe. Si uno lo mira y pasa de largo, siente que se le ha escapado algo de tanta magnificencia y vuelve a mirar. Era algo puramente físico y aunque la superficialidad no fuera un rasgo suyo, Haru tampoco pudo imaginar otra respuesta que justifique lo que sentía.

Gorgeous - DaiharuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora