Morir en tres segundos

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6:00 pm.

Después de haber comido y pasar conmigo viendo la televisión por un par de horas se fue a hacer tareas. Puede que a veces sea un tonto sin remedio pero es responsable.

Ajusto mis pantalones y me recojo el cabello en una coleta desordenada, Los rizos de mi cabello se enredan mientras lo hago y suelto un medio suspiro, ahora sí tengo todo listo.

Sacar más documentos de aquellos será una tarea algo fácil aunque siempre siento los nervios rebotando en mi interior.

Salgo despacio de mi habitación y camino hacia la sala.

Anthony creo que se quedó dormido en medio de una lectura porque miro un libro tirado cerca del sillón, me relajo y sonrío, su boca está entreabierta y ronca un poco. Jalo una manta que está por sus pies y hago que esta llegue a su barbilla.

Escribo una nota y la adhiero en la mesa del centro. Tal vez no la vea así que coloco otras dos con el mismo contenido en el refrigerador y en la puerta principal.

Es una pequeña mentira, si le digo a donde iré se preocupará más de lo que quiere demostrar.

Salgo a la calle cerrando suavemente la puerta y me encamino al orfanato. Recuerdo tantas veces que me sentía sola en ese lugar, es como que a pesar de los intentos de las cuidadoras por hacernos reír siempre se cernía una sombra de tristeza por el lugar, al fin y al cabo éramos huérfanos, la gente nos tenía lástima.

Después de casi veinte minutos de caminata llego a mi destino, me escondo cerca de la entrada y llamo a recepción.

-Orfanato Estatal de Nuevo México, ¿Le puedo ayudar en algo?- dice la recepcionista.

-Eh, buenas tardes. Llamaba solo para informarle que acabé de ver a un grupo de chicos que parece que estaban escapando del orfanato-digo tratando de cambiar la voz porque el día que vine por los documentos que tengo ahora solo utilicé mi propia voz.

-¿Disculpe señorita me podría decir por donde los vio?-dice la recepcionista parándose de su silla. -Creo que estaban llegando a la esquina del orfanato- respondo pausadamente.

Cuando estás en un orfanato sabes lo que es estar encerrado, pasas todo tu tiempo en los mismos lugares de siempre y vas a tener curiosidad del mundo exterior, por eso los chicos tratan de salir cuando sea posible sin que alguien les diga que hacer o que decir, simplemente están dando pequeñas probadas de lo que es la libertad.

-Gracias por avisarnos, ahora mismo los vamos a buscar-cuelga la llamada inmediatamente.

Veo a la recepcionista jalar al guardia de la entrada y los dos se echan a correr a revisar el perímetro del orfanato.

Ésta es mi oportunidad así que entro rápido, camino rodeando suavemente una entrada que está por la pared debajo de la cámara de seguridad. Así pareciera que soy alguna persona que acaba de salir por ahí y va a entrar a documentación.

Detrás del mostrador hay una puerta la cual lleva a mi dulce destino.

La empujo suavemente y entro, dejo que la puerta se cierre sola soltándola despacio, cuando finalmente se cierra empiezo a revisar si hay alguna cámara pero no hay ninguna como la anterior vez que estuve aquí.

Camino más tranquila pero con seguridad ya que al final hay una puerta de emergencia que solo se abre desde aquí dentro.

Me dirijo a la sección de personas que ya salieron del orfanato y busco mi verdadero nombre.

Elizabeth Hart.

Encuentro la carpeta y la meto en mi mochila. Cuando estoy cerrando la puerta de emergencia escucho que la puerta por la cual entré se está abriendo.

La suelto con rapidez y corro a la esquina. Empiezo a caminar a la puerta del orfanato por curiosidad, me gustaría ver a una pareja decidiendo adoptar a uno de ellos, cuando estoy llegando lo veo.

Por eso la recepcionista debió haber entrado a la sala de documentos.

Isaac está saliendo de la puerta del orfanato, utiliza unos simples pantalones oscuros y una chaqueta.

Jalo la capucha de mi sudadera instantáneamente y trato de tapar mi cara. Me apoyo en una pared fingiendo desinterés o cansancio, mentalmente suspiro porque no llevo puesto nada que llame su atención y mi cabello esté bien metido en la capucha.

Isaac sigue caminando al filo de la acera y se para frente de un auto oscuro a unos metros de mí. Ruego para que no decida echar un vistazo a su entorno pero tengo mala suerte, retiro la mirada lo más rápido que puedo y miro el suelo.

Siento su mirada en mí, recorriéndome, siempre ha sido bastante curioso.

Uno. Me petrifico en ese lugar, mi respiración se hace irregular y trato de respirar profundamente.

Dos. Me va a reconocer, si no lo ha hecho aún no debe pasar mucho tiempo para que lo haga.

Tres. Debieron encontrar pistas de que estoy aquí. Tal vez cumplan su palabra en esta semana.

Tres segundos en los que sentí morir una y otra vez. Mis pesadillas cuando duermo son sobre el día en que me encuentren.

Deja de verme y gira sobre sus talones, entra al auto, lo enciende y se aleja.

Yo en ese lugar me desinflo como un globo. Me encontraron, no quiero que Tony sufra, lo quiero alejar de esto lo más rápido posible.

Mis piernas tiemblan sintiendo como desfallezco y caigo al suelo sintiendo como lágrimas silenciosas se deslizan por mis mejillas.

Quédate, por favor...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora