Podría ser...

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-¿De verdad? –pregunto mientras una sonrisa grande se colocaba en mi cara.

-Sí, tienes un mellizo. Según estos documentos una familia lo adoptó y se mudó a Portland o a Seattle. -dice Isaac.

Luego de haber bajado algunas cosas del auto salimos a ver los alrededores del hotel. Está en una ubicación buena ya que puedo salir por dos lados y hay bastante actividad alrededor.

Nos hospedamos en habitaciones seguidas en caso de alguna emergencia. En la primera estoy yo sola, la otra comparten Isaac y Tony. Son lo suficientemente modestas y cubren todas nuestras necesidades.

Cuando conocieron la noticia de que compartirían habitación solo la tomaron con resignación. Quisiera saber que harán solos y de que hablarán.
Sería bastante divertido.

Pero ahora mi hermano es otra prioridad, me encuentro sin palabras por lo que me dijo sin preámbulos Isaac, trato de distraerme viendo el algo desgastado papel tapiz color amarillo de las paredes o la alfombra café claro mientras pienso en una respuesta.

Quiero enviarlos un momento fuera de mi habitación o yo irme de aquí.

Pero, como siempre, la curiosidad puede más y mi cuerpo se queda.

-Wow... entonces hay otra Ely pero versión hombre- dice Tony sonriendo de lado.

-Pues sí y creo que te podría patear el trasero en dos minutos como yo lo hago en cinco-digo vanidosamente y después rio.

-Nadie sabe, podría ser la versión nerviosa de Ely o... aunque yo tengo la teoría de que los pelirrojos como ella son explosivos- dice Isaac alzando una de sus cejas acrobáticas y viéndome curioso.

Me estresa que pueda hacer eso y lo sabe, es como si pudiera expresar más sus emociones por su cara.

Mi ceño se frunce y lo miro con cara de pocos amigos.

De golpe ellos sueltan una carcajada.

-¡Se los dije! Son explosivos.- exclama Isaac y se encoje de hombros.

Lo contraataco y sonriendo de lado expongo mi raro argumento.

-Técnicamente mi cabello es más castaño que rojizo, no soy completamente pelirroja- y ellos cortan poco a poco su risa. Hombres idiotas de mente pequeña.

Rio con un poco maldad y sonrío más. Touché mis queridos amigos.

Isaac retoma la conversación y dice - Ely, tú quieres buscar a tu hermano, eso lo sé, pero...- se ve indeciso con lo siguiente - tendríamos que acabar ese problema con Henry - termina y suelta el aire.

Henry...

-Hola mi niña, pasa-dice Henry, su voz tiene un poco acento de algún lugar de Centroamérica y me abraza.

-Hola Henry, ¿está tu hijo? - pregunto con la esperanza completa de ver a Isaac.

Entro a la sala de la casa, mi vista pasa por todo el espacio y miro que por las persianas entra la luz del sol, la pared de un naranja bastante sólido y los sofás de color beige se iluminan solo por esa luz. Camino por ella un poco y observo a Henry de perfil.

La verdad es que Henry e Isaac no se parecen en nada. Él tiene la piel de un tono canela mientras que su hijo tiene la piel clara, tal vez se parezca a su difunta madre, Isabelle.

-Claro que está-me dice con un guiño y me sonrojo un poco. Parece que sabe lo nuestro.

Lo llama alzando la voz y en un par de minutos aparece.

-Si...-pregunta y me mira bastante sorprendido, no me esperaba aquí en realidad, ha sido una sorpresa mía.

-Hola-le susurro con una sonrisa.

Él me mira muy serio, sus cejas fruncidas y parece muy alerta.

¿Qué le pasa?

-Siéntate Elizabeth-dice Henry y en su voz noto algo pero no logro descifrarlo.

-Eh... claro-digo sentándome despacio en uno de los sillones y mirando como Henry se sienta al frente de mí, Isaac se para cerca de él y se apoya en una columna, parece desgastado o estresado. Como si de pronto una gran carga se pusiera sobre sus hombros.

-Seré directo, ¿qué dejaron tus padres en herencia? -dice, su cara es una máscara indescifrable.

Mis padres... ellos tenían una empresa de inversiones muy grande, eso es lo único que sé y no estoy muy segura de eso. Después de que murieron y sin familiares a donde ir, el estado se hizo mi tutor legal hasta encontrar a otro y me dejaron en esos malditos orfanatos.

¿Cómo sabe él de eso? Ni Isaac lo sabe. Tengo que saber de qué se trata.

-No sé de qué me habla-digo fingiendo ignorancia y confusión.

-No finjas, tus padres tienen algo que es mío y tú tienes que decirme dónde está-dice muy enojado.

-Pero... ¿De qué habla?-respondo mientras que el miedo que siento se filtra en mi voz.

-En el testamento de tus padres debe estar TODO-enfatiza y prosigue-quiero que traigas el testamento lo más rápido que puedas.

Pienso y trato de controlar el pánico que está en mi cuerpo. Tengo una idea que tal vez me salve de momento.

-Lo tendría que buscar en los documentos y... necesito tiempo-termino con un hilo de voz.

-Te doy hasta mañana para que me lo traigas, caso contrario, no te gustará que encuentren tu cuerpo en un mal estado-dice sonriendo de lado.

Un sollozo casi se escapa de mi boca y me levanto despacio.

-¿Pu...puedo irme? -pregunto.

-Si querida y cierto, no intentes escapar, tendré rodeado el estúpido orfanato-dice.

Camino hacia la puerta e Isaac me la abre. No puedo mirarlo, jugó conmigo pero lo hago. Le doy una mirada que expresa todo mi dolor y salgo.

Después de eso, en la madrugada escapé con Tony en un contenedor de basura.

-¿Cómo se te pasó por la estúpida mente que ella podría hablar con él? Es un suicidio hacer eso- dice Tony muy enojado.

-Ely...-la desesperación en la voz de Isaac me hace salir de mi ensoñación.

-Nunca he leído el testamento, tendría que ir ante un abogado y solicitarlo- digo aún ausente.

-Entonces busquemos un abogado, Ely era muy pequeña para que lo hayan leído después de su muerte- dice Isaac y abre su laptop.

Tony mientras camina a mi lado y acaricia mi espalda.

-¿Estás bien? – susurra y solo asiento. No quiero hablar ahora.

Necesito saber sobre que me habla Henry...yo... podría darle todo lo que él cree que le pertenece, todo, solo quiero buscar a mi hermano.

Isaac dice que encontró un buen abogado que puede ayudarnos.

Le digo gracias y después les pregunto si pueden ir a su habitación, quiero acurrucarme y dormir mucho.

Asienten y se despiden, creo me comprendieron después de todo.

Luego de que se van, entro a la cama con la ropa que llevo puesta y miro hacia la ventana.

-¿Por qué a mí?-pregunto en voz alta y el silencio de la habitación me responde.

Quédate, por favor...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora