Busco un pantalón o algo con lo que pueda tapar esta erección, no quiero que lo note. Ella detiene lo que está haciendo, da media vuelta y me observa.
Me quito la toalla que tengo en el hombro y la coloco delante de mí. Emma me observa con las mejillas rojas y se muerde el labio. Sus gestos no ayudan mucho, todo lo contrario, me ponen más duro.
—Emma, ¿Qué quieres? —carraspeo la garganta para que deje de comerme con la mirada.
— ¿En verdad quieres que responda eso? —pregunta mientras lame sus labios.
—No estoy jugando, me refiero a ¿Qué haces aquí? —pregunto y ella desvía la mirada.
—No es obvio, vine por mis cosas —responde y no puedo evitar fruncir el ceño—. Gracias por mantenerlas...
—Ahora si te tomas el tiempo de recoger tus cosas —hablo con sarcasmo—. No te llevarás nada.
— ¿Perdón? —Pregunto y me observa con el ceño fruncido—. Son mis cosas...
—Dejaron de serlo cuando te largaste —grito y ella cierra los ojos.
—No vine a pelear, puedes seguir gritando —dice y continúa guardando su ropa en una maleta.
— ¿Con el permiso de quién ingresas a mi habitación y te llevas mis cosas? —pregunto mientras la observo y ella no responde—. Te estoy hablando, maldición. Deja eso Emma, no te llevarás nada, todo lo que está en esta habitación es mío...
—Son mis vestidos, es mí ropa...
—Deja eso, yo no te di permiso para que muevas esas cosas —le digo, pero le da igual.
Se pone de pie y se acerca a recoger otros vestidos, se le ve muy bien con esa ropa, no me cansaré contemplarla. Toma sus cosas y retrocede con prisa. No se percata de que su maleta está detrás de ella.
—La maleta, Em... —tropezó—. Te dije que estaba la maleta.
—Mierda... —bufa ya en el suelo.
Me acerco para ayudarla a ponerse de pie, a estas alturas ya notó mi erección. Tomo su mano y la ayudo a levantarse, pero ella no se levanta, sino se arrodilla.
—Gracias —dice y suelta mi mano para deslizarlas por mis muslos.
—Emma... —advierto.
Ella sonríe, pero no mira mi rostro, solo mira mi miembro sobresalido. En cuestión de segundos quita la toalla que estaba en mi cintura y me deja completamente desnudo. Intento retroceder, pero choqué con el ropero. Por su parte, Emma no titubea y toma mi miembro para mostrarme lo fabulosa que es.
Me apoyo en el ropero y la observo con ansias. Verla en esa posición, lamiendo mi glande, me trae muchos recuerdos.
—Ay, Ems —susurro y ella se engulle mi erección en la boca.
Entrecierro los ojos y la contemplo. Aparto su cabello de su rostro y lo junto en una coleta sostenida por mi mano. Emma golpetea mi longitud en su lengua y me mira. Escupe en mi glande para humedecer mi longitud y empieza a masturbarme con la mano mientras se mete mis bolas en su boca.
Cierro los ojos y siento como se vuelve a engullir mi longitud. Disfruto de la sensación que sus labios provocan, siento que mi glande toca el límite de su boca y gimo su nombre.
Es maravillosa para hacer esto y lo sabe, me vuele completamente loco. Detengo sus movimientos e inmovilizo su cabeza con mis manos. Empiezo a penetrar su boca una y otra vez hasta que me vengo.
— ¡Mmm!
Abro los ojos y observo a Emma limpiar la comisura de sus labios. Solo verla me provoca más y no pienso quedarme con las ganas.
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Tú, Siempre Tú #3
Romance¿Cómo recuperarme después de la partida del amor de mi vida? Es difícil, Emma, mi esposa, me dejó. Recibí una llamada suya donde me dijo que no podía seguir conmigo. La vida se me rompió en mil pedazos, perdí mi alma en ese momento. Ya pasaron casi...