EMBARAZADOS

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—Lo sé mi amor, también tenemos un hermoso motivo en el cielo —le digo, recordando a nuestro pequeño que dolorosamente se fue de nuestro lado—. Además de todo el amor que no tenemos.

—Exacto, pero además de eso...

El sonido del timbre repetidas veces interrumpe a Emma y hace que arrugue el entrecejo. Me separo de mi esposa y ella baja del tocador. Levanta mi ropa que yace en el suelo y me la tira. Me visto rápidamente y la veo salir de la habitación.

Me apresuro a vesirme, busco mi camiseta, pero está rota. No tengo una prenda para cubrir mi torso, solo mi saco, pero está abajo.

—Ni modo —bufo.

Termino de colocarme los zapatos y salgo de la habitación con el torso desundo. Voy bajando y escucho cierta voz masculina que me pone de mal humor.

Al llegar a la sala veo a Lili y a ÉL, ese hombre que estaba ayer con Emma. Este último trae a mi niño en brazos y le hace mimos. Observo a todos lados y no encuentro a Emma. Me acerco un poco hasta dónde están ellos, pero una mano toca mi hombro y me detiene. Giro para ver quien era y ahí está ella.

—Grandote, toma —me entrega mi saco—. Recordé que no tienes camiseta.

—Gracias amor —le hablo en voz alta y me apodero de sus labios.

—Pa... —escucho a mi niño llamarme.

Giro en mis talones y veo a mi hijo estirando sus manitos. Miro al hombre que tiene a mi niño y lo encuentro con un semblante serio. No me quita la mirada, así que decido presentarme.

—Sandro, papá de Samir —aclaro.

El joven observa mi torso desnudo y devia su mirada a Emma. Tomo a mi pequeño en mis brazos y este me abraza. Es un niño muy amoroso, me encanta su personalidad.

—Buenos días Emma —saluda ÉL—. No sabía que el papá de Samir había venido de visita.

Emma no dice nada, me mira y sonríe. Al parecer está esperando a que diga algo. Me parece genial, tengo que dejar claro quien soy.

—Soy el esposo de Emma, no solo el padre de su hijo —digo y el arruga el entrecejo—. Y no vine de visita...

—Vino a quedarse —Emma termina de hablar por mí.

El sujeto trae una cara de pocos amigos, al parecer no le gustó escuchar que soy esposo de Emma. Me acerco a mi mujer y la tomo de la cintura.

—Emma es hora de irnos —interrumpe el sujeto.

—Claro —dice ella—. Tengo una reunión ahora, volveré...

— ¿Te irás con él? —pregunto inmediatamente—. Yo te pude llevar.

—No trajiste auto y el mío está en el mecánico —dice ella—. No te molestes, no eres un niño.

—Bien, descuida —respondo—. ¿No desayunarás?

—Voy tarde, me quedé dormida —dice.

—Lo sé, solo dormimos una hora —comento y ella se averguenza, pero mi objetivo era fastidiar a ÉL—. Estuve a tu lado.

—Sandro... —susrra ella y me da una mirada desaprobatoria—. Me tengo que ir, te amo. También te amo ti coshita hermosa.

Emma le hace unos cuantos mimos a Samir para despedirse, luego se acerca ÉL y acaricia la cabeza de mi hijo. Samir levanta la mano y se despide. ÉL y Emma se dirigen a la puerta, antes de que mi mujer salga la detengo.

—Ey, ¿No te olvidas de algo? —Emma voltea y me mira.

Arruga el entrecejo y luego sonríe. Se acerca a paso veloz, acuna mi rostro con sus manos y me da un cálido beso. Samir se queja, nos empezamos a reír y ella le da un beso en la sien. Tomo su brazo y le planto otro beso.

Tú, Siempre Tú #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora