Capítulo 6

4.1K 449 423
                                    

El domingo, Lan Zhan sale a correr, hace una hora de yoga, toma su desayuno habitual y luego, en una ruptura dramática de la rutina, empaca su guqin en su estuche de transporte que rara vez usa. Esta puede ser la primera vez que el guqin abandona el apartamento desde que se mudó, y Lan Zhan reprime un impulso absolutamente ridículo de tranquilizar al objeto inanimado con que hoy será una aventura agradable. Se ducha y se demora en sus elecciones mientras se viste, sin saber muy bien por qué. Hay una picazón en medio de sus omóplatos, en el fondo de su mente, susurrando que debería hacer algo diferente. Es desconcertante y desconocido, y lo ignora con firmeza mientras elige unos pantalones azul pizarra, una camisa blanca y un cárdigan gris paloma. Cierra la puerta de su armario, se mira en el espejo de cuerpo entero y...

No hay forma de evitarlo. Lan Zhan tiene un aspecto aburrido. Se mira fijamente durante un momento, recordándose a sí mismo que ése es el propósito de su ropa. Le gusta verse aburrido. Verse aburrido es seguro. Evita que la gente se fije en él, y eso es lo que quiere, ¿cierto?

¿Cierto?

Sin proponérselo, su mente recuerda el lunes por la noche, las reacciones de la gente a su elección de ropa, los ojos de Wei Ying sobre él, sus cumplidos. Se sintió... Se sintió bien que lo miren así, aunque le tomó una semana de distancia para poder entender realmente lo que estaba sintiendo. Lan Zhan se mira de nuevo en el espejo y abre la puerta de su armario con decisión.

Se queda con los pantalones, porque son prácticos, pero cambia la camisa por una diferente con un cuello más suave con capas y pequeños botones de perlas. Hay un chal escondido en un cajón, finamente tejido con intrincados encajes, una mezcla de seda y lana de una raza de ovejas tradicional, teñida en suaves grises plateados y azules pálidos. Lan Zhan se lo compró directamente al creador a un precio que la mayoría de la gente consideraría desorbitado y que él sigue pensando que está infravalorado. Lo pone sobre sus hombros y lo fija en su lugar con un broche de nácar que compró específicamente pensando en el chal y que nunca llegó a usar. Lan Zhan se pone pendientes, aros de plata con perlas de agua dulce enhebradas en ellos, se levanta el cabello en un moño sostenido en su lugar con una varilla de plata de dos puntas, y mantiene sus manos muy controladas mientras aplica delineador de ojos y un poco de iluminador iridiscente en la parte superior de los pómulos. Vuelve a mirarse en el espejo, se mira durante un instante, gira para captar la luz sobre el brillo del chal, el sutil destello de sus joyas. Está bien, decide. Le gusta su aspecto.

(Lan Zhan calla violentamente la parte de él que se pregunta si a Wei Ying también le gustará).

El trayecto hasta el apartamento de Wei Ying dura muy poco, y Lan Zhan encuentra un espacio de estacionamiento legal a una cuadra de distancia. Se toma un momento para estar agradecido de que la siempre creciente expansión de estacionamiento pago de dos horas aún no haya llegado a este barrio - no tiene idea de cuánto tiempo llevarán los planes de Wei Wuxian, y no le gusta la idea de que un plazo impuesto artificialmente acorte el día de hoy. Llega diez minutos antes, como es lógico, y busca un libro en la aplicación de lectura electrónica de su teléfono mientras espera.

Precisamente al mediodía, Lan Zhan sube las escaleras del apartamento de Wei Ying, recorriendo los tres pisos con fluidez, con un nerviosismo inexplicable. Había estado antes en el apartamento de Wei Ying, muchas veces, pero es la primera vez que va desde que encontró la cuenta de OnlyFans del Patriarca Yiling, y ahora el apartamento está cargado de ese conocimiento. El hueco de la escalera huele, como siempre, a masa dulce y pan fresco de la panadería de abajo, y al menos eso le resulta familiar y tranquilizador. Llama tres veces a la puerta de Wei Ying y resiste el impulso de comprobar su guqin en el estuche. El guqin está bien. Esto está bien.

Desde el interior del apartamento, Lan Zhan escucha un claro y aterrado "¡Mierda!" Seguido de varios golpes. Él frunce el ceño. Esta no es la reacción habitual de Wei Ying al llamar a su puerta. "¿Wei Ying?" llama, en voz baja, no queriendo molestar a los vecinos. El apartamento se queda en silencio, y luego otro "¡Mierda!" y, un poco más alto, "Estoy bien, solo un segundo". Lan Zhan no tiene suficiente tiempo para preocuparse antes de que la puerta se abra y aparezca el rostro de Wei Ying, con el cuerpo inclinado para bloquear la mayor parte posible de la habitación.

For a Good Time, CallDonde viven las historias. Descúbrelo ahora