02 Parte 02

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siendo tan alto que ninguno de los dos podía franquearlo. Sin embargo, este
sentimiento de frustración me dio todavía mayor decisión: de algún modo ayudaría a
Catherine.
Y entonces ocurrió algo extraño. Aunque tenía un intenso miedo a volar y debía darse
coraje con varias copas al subir a un avión, Catherine acompañó a Stuart a un congreso
médico que se realizó en Chicago, en la primavera de 1982. Mientras estaban allí,
insistió para que él la llevara a visitar la exposición egipcia del museo de arte, donde
hicieron un recorrido en grupo con un guía.
Catherine siempre había sentido interés por los objetos y las reproducciones de
reliquias provenientes del antiguo Egipto. No se la podía considerar erudita en el tema y
nunca había estudiado ese período histórico, pero en cierto modo las piezas le parecían
familiares.
Cuando el guía comenzó a describir algunos de los objetos expuestos, ella se descubrió
corrigiéndolo... ¡y tenía razón! El guía estaba sorprendido; Catherine, atónita. ¿Cómo
sabía esas cosas? ¿Por qué estaba tan segura de tener razón como para corregir al
hombre en público? Tal vez eran recuerdos olvidados de la infancia.
En su visita siguiente me contó lo ocurrido. Meses antes yo le había sugerido la
hipnosis, pero ella tenía miedo y se resistía. Debido a su experiencia en la exposición
egipcia, aceptó, aunque a regañadientes.
La hipnosis es una excelente herramienta para que un paciente recuerde incidentes
olvidados durante mucho tiempo. No encierra misterio alguno: se trata sólo de un
estado de concentración enfocada. Siguiendo las instrucciones de un hipnotista bien
preparado, el paciente relaja el cuerpo, con lo que la memoria se agudiza. Yo había
hipnotizado a cientos de pacientes; me resultaba útil para reducir la ansiedad, eliminar
fobias, cambiar malos hábitos y ayudar a rememorar material reprimido.
Ocasionalmente había logrado la regresión de algún paciente a la primera infancia,
hasta cuando tenía dos o tres años de edad, despertando así recuerdos de traumas
muy olvidados que trastornaban su vida. Confiaba en que la hipnosis ayudaría a
Catherine.
Le indiqué que se tendiera en el diván, con los ojos entrecerrados y la cabeza apoyada
en una almohadita. Al principio nos concentramos en su respiración. Con cada
exhalación liberaba tensiones y ansiedad acumuladas. Al cabo de varios minutos, le dije
que visualizara sus músculos relajándose progresivamente: desde los de la cara y la

muchas vidas muchos maestros Donde viven las historias. Descúbrelo ahora