02 Parte 04

667 10 0
                                    

dormitorio, sino descansando apaciblemente, aún en trance. Los sollozos cesaron. La
llevé hacia delante en el tiempo, hasta su edad actual. La desperté después de
ordenarle, por sugestión posthipnótica, que recordara todo cuanto me había dicho.
Pasamos el resto de la sesión analizando ese recuerdo, súbitamente vivido, del trauma
ocasionado por su padre. Traté de ayudarla a que aceptara y asimilara su «nuevo»
conocimiento. Ahora ella podía comprender su relación con el padre, por qué provocaba
en él determinadas reacciones y frialdad, por qué ella le tenía miedo. Cuando salió del
consultorio aún estaba temblando, pero yo sabía que la comprensión ganada
compensaba el haber sufrido un malestar pasajero.
En el drama de descubrir sus dolorosos recuerdos, profundamente reprimidos, había
olvidado por completo buscar la posible conexión infantil con los objetos egipcios. Pero,
cuando menos, comprendía mejor su pasado. Había recordado varios acontecimientos
aterrorizantes. Yo esperaba una importante mejoría de sus síntomas.
Pese a esa nueva comprensión, a la semana siguiente me informó de que sus síntomas
se mantenían intactos, tan graves como siempre. Eso me sorprendió. No lograba
entender qué fallaba. ¿Era posible que hubiera ocurrido algo antes de los tres años?
Habíamos descubierto motivos sobrados para que temiera a la asfixia, al agua, a la
oscuridad y al estar encerrada; sin embargo, los miedos penetrantes, los síntomas, la
ansiedad desmedida aún devastaban su vida consciente. Sus pesadillas eran tan
terroríficas como antes. Decidí llevarla a una regresión mayor.
Mientras estaba hipnotizada, Catherine hablaba en un susurro lento y claro. Gracias a
eso pude anotar textualmente sus palabras y las he citado sin alteraciones. (Los puntos
suspensivos representan pausas en su relato no correcciones u omisiones de mi parte.
No obstante, parte de las repeticiones no han sido incluidas.)
Poco a poco, llevé a Catherine hasta la edad de dos años, pero no recordó nada
importante. Le di instrucciones firmes y claras:
—Vuelve a la época en que se iniciaron tus síntomas.
No estaba en absoluto preparado para lo que sucedió a continuación:
—Veo escalones blancos que conducen a un edificio, un edificio grande y blanco, con
columnas, abierto por el frente. No hay puertas. Llevo puesto un vestido largo... un saco
hecho de tela tosca. Tengo el pelo rubio y largo, trenzado.
Yo estaba confundido. No estaba seguro de lo que estaba ocurriendo. Le pregunté qué
año era ése, cuál era su nombre.

muchas vidas muchos maestros Donde viven las historias. Descúbrelo ahora