II. Segundo Encuentro

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Albus se encontraba ordenando su habitación, desempolvando libros y acomodandolos por tema en un pequeño librero. Luego de haber terminado, le dio un vistazo a sus trofeos y reconocimientos que adornaban la estancia, los cuales ganó en sus siete años como estudiante de Hogwarts.

Pensó que sí debía hacer un cambio drástico en su vida, también lo haría con su habitación, por lo que tomó la decisión de quitar cada trofeo de sus muebles, cada reconocimiento de las paredes y envolvió aquellos objetos en periódico para posteriormente guardarlos en una caja.

Fue a su ropero y en la parte más alta dejó la caja, pero justo cuando iba a cerrar las puertas del mueble, miró un libro de tapas azules abandonado en una esquina. Entonces lo tomó y al ver el título y la portada le vinieron varios recuerdos de su infancia, pues se trataba de Los Cuentos de Beedle el Bardo, los cuales su madre solía leerle todas las noches antes de dormir.

Se sentó en la cama y pasó sutilmente sus dedos sobre las letras. Lo abrió en unas páginas al azar, donde se encontró con la historia que siempre recordó como su favorita desde que tenía seis años, titulada "El cuento de los tres hermanos". Sin mucho pensarlo, se puso a leerlo y fue cuando se dio cuenta que aún no lo había olvidado, pues parecía que fue ayer cuando su madre lo leyó. Al término de la lectura, no pudo evitar esbozar una amplia sonrisa, pues era como volver a tenerla a su lado.

De un momento a otro se puso a divagar e imaginar si los tres objetos mencionados en la historia fueran reales, pero en particular la Piedra de la Resurrección, entonces así, él podría regresar a sus padres con ellos. Después de todo no era tan descabellada la idea, sabiendo de la verdadera existencia de la alquimia, lo que daba lugar al Elixir de la Vida Eterna.

Un ruido lo distrajo de sus pensamientos, por lo que se asomó por la ventana, donde vio a su hermano apurado con el queso de leche de cabra.

De inmediato bajó a ayudarle.

—¿Qué te parece si yo voy a vender el queso? Así sirve que tú te ocupes de tus demás deberes, empezando por tu habitación que huele como si un elfo hubiera hecho de sus gracias —bromeó.

—¡Ja! —rió sarcástico ante tal comentario—. Está bien, ocúpate de la venta.

Le entregó una carretilla de madera que contenía los quesos. Al momento, se percató de que su hermano mayor puso a un lado de la mercancía un libro de tapas azules y dijo:

—¿Qué llevas ahí?

—Nada de importancia. Te veo luego.

Salió de la casa arrastrando la carretilla rumbo al mercado del pueblo. Al no ser un lugar tan grande, llegó pronto y buscó un lugar libre para comenzar a vender el queso.

La mayoría de los residentes ya lo conocían y sabían lo sucedido con su familia, por lo que no dudaban en acercarse a comprar queso y algunos le dejaban el cambio. Lo único que detestaba es que le vieran con lástima; no encontraba diferencia en estar ahí o en su casa, pues de todos modos se sentía incómodo.

Tan pronto como vendió toda la mercancía, guardó muy bien el dinero, pero poco antes de emprender camino de vuelta a casa, se encontró con el sobrino de la señora Bagshot.

—No esperaba encontrar al estudiante estrella de Hogwarts vendiendo queso.

¿Cómo sabía eso? Claro, su tía debió decirle muchas cosas sobre su persona.

—Es para ayudar a mi familia. Supongo que ya sabrás lo que sucedió con mis padres, todo el pueblo lo sabe —mencionó un tanto incómodo.

Por su parte el rubio no dijo nada lo que le causó más incomodidad a Albus. Al notarlo, cambió de tema:

Masters Of Death «Grindeldore»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora