#Natsukasaweek
Un Week de la parejita que más me gusta, oziozi.
La idea le pertenece a @_Kou_006
•La hisyoria es completamente mía, aunque me basé un poco en caperucita roja.
•Los personajes le pertenecen a Aidairo.
•No busco lucrar con este mini pr...
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Se encontraba sólo, con hambre, frío y soledad. Nunca antes de había sentido así, solamente pedía que su madre y su hermano no hayan sido separados de él, claramente tenía miedo y terror sobre lo que pasaría.
Creo que cualquiera tendría miedo si lo quieren hacer en barbacoa.
Tsukasa Yugi, un pequeño niño de catorce años híbrido y actualmente huérfano. Temía por lo que sucedería después. Puede ser que los corderos sean pacíficos e ingenuos y ni si quiera están tan interesados en ellos cuando son completamente animales; pero cuando es un híbrido, se hacían eventos anuales para cazar a los de esa raza, no solamente corderos, sinó, zorros, lobos, venados, búhos y entre otros animales silvestres.
—Tuvimos un buen día hoy — Habló un joven, que logró llamar la atención del pequeño cordero.
El azabache se acercó a la cabina del conductor ya que se encontraba en la caja de atrás y pegó su oreja a la ventanilla.
—Tienes razón, aunque es una pena que mi hermano se haya quedado con los otros dos — Habló otro joven, pero en su tono de voz se escuchaba que era un poco más joven que el otro.
—¿Qué piensan hacer con la madre? ¿Se la van a comer o a vender? — Preguntó él mismo del principio.
—Creo que vamos a cenarla, ya que no ha sobrevivido el impacto de la bala —
Se separó de la ventanilla y decidió cubrir sus orejas para no escuchar su plática. Sabía que nada estaría bien de ahora en adelante.
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Estaba completamente sólo encerrado en un cuarto completamente obscuro. Tenía miedo, sentía el terror de terminar como su madre.
Se abrazó a sus piernas escuchando los pasos arriba de él. Poco a poco se comenzaron a hacer un poco más sonoros por la cercanía. Cerró sus ojos con fuerza mientras lloraba involuntariamente cuando alguién abrió la puerta.
—Es hora de cenar — Habló un pelirrojo, y al mirar que se inmutó, se acercó a el pequeño cordero, quién se encontraba temblando de miedo, —Descuida, no vas a ser la cena.
