두 - 𝓔𝓶𝓫𝓻𝓸𝓾𝓲𝓵𝓵𝓮́

168 19 57
                                    

La luz de la luna llena se asomaba en las ventanas de la habitación del pelirrojo, quién se levantó algo adolorido por culpa de un corderito que asaltó su sueño, se metió a su cama y se quedó dormido

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

La luz de la luna llena se asomaba en las ventanas de la habitación del pelirrojo, quién se levantó algo adolorido por culpa de un corderito que asaltó su sueño, se metió a su cama y se quedó dormido.

Últimamente siempre que invadía su cama en la noche, de la nada aparecía el azabache en sus sueños, pero nada fuera de lo común. Hasta una noche que se presentó la ocasión en la que habían invitado al pelirrojo para ir al barrio rojo. Obviamente se negó repetidas veces a ir, no podía dejar con nadie al pequeño cordero, y mucho menos en la noche; pasaron unas cuantas cosas y aceptó la invitación. Sólo aceptó porque Kou lo cuidaría mientras no estaba; aún seguía teniendo el pendiente de que sucediera algo.

Al llegar a ese tan lascivo lugar, pudo presenciar como mujeres tanto humanas e híbridas, ofrecían sus servicios sexuales. Nunca estuvo interesado al cien porciento en esos lugares eróticos. Cómo cualquier hombre cayó ante el deseo y se terminó enredando con una híbrida albina, lo peor es que era una oveja, cosa que le hacía recordar mucho al azabache.

El caso es que esta noche llegó a su hogar como pudo; solamente sabía que todo estaba borroso por ingerir bebidas alcohólicas y quería llegar a su cama lo más antes posible. Al momento de acostarse el azabache estaba ahí sin poder conciliar el sueño, pues el rubio se había dormido mucho antes que él; estaba tan ebrio que solo pudo dormirse, dejando al pequeño desconcertado, el cual se sintió un poco más calmado al saber que estaba ahí.

No era de las personas que tenía sueños lúcidos, y mucho menos humedos. Su sueño se trataba de lo mismo que había hecho con la albina, pero lo único que no cuadraba es que no era la albina. Quién era la persona que aliviaba sus urgencias sexuales, era el pequeño ovino. Desde ese momento ya no pudo dormir tranquilo.

Llegó la mañana y el cazador se había ido, tal vez al pueblo, o a cerrar algún contrato

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Llegó la mañana y el cazador se había ido, tal vez al pueblo, o a cerrar algún contrato.

El ovino se levantó con pereza de la cama del mayor y salió del lugar mientras comía una zanahoria. Al llegar al bosque jugaba con los demás animales. Extrañamente siempre que el pelirrojo ni si quiera se despedía de él antes de irse, o levantarlo por las mañanas le hacía tener un extraño sentimiento de soledad; las comidas eran silenciosas y las cenas aún peor. Sus expresiones faciales no le ayudaban a entender ni un poco de lo que pasaba, pues solamente estaba serio; se trataban como desconocidos, a pesar de vivir bajo el mismo techo, eso hacía al pequeño ovino entristecer.

•» 𝑇𝒉𝑒 𝑙𝑎𝑚𝑏 𝑎𝑛𝑑 𝑡𝒉𝑒 𝒉𝑢𝑛𝑡𝑒𝑟 «• ⁿᵃᵗˢᵘᵏᵃˢᵃ ʷᵉᵉᵏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora