INCONDICIONAL: Una vida para dos ó ¿Más?

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Dos años más tarde, Charles caminaba descalzo por el piso de su casa apoyado de su andador. Agitaba cuidadosamente con sus dedos un platito de aluminio con croquetas para su pequeño perro. Ahora tenían una jauría de perros de tamaño pequeño, viviendo con ellos. El primero lo habían rescatado de la calle, habían buscado a sus dueños por medio Nueva York, pero nadie lo reclamaba, así que habían decido quedárselo. El siguiente lo adoptaron, al igual que a los otros dos que seguían y el último, pero no menos importante era su favorito. Era un pequeño Chihuahua que había nacido con las patitas traseras atrofiadas, usaba una pequeña silla de ruedas y era totalmente imparable. Era el único que dormía con ellos y era la adoración de Erik. Ahora Charles quería saber en dónde se había escondido su pequeño Chuckie. Fue a la cocina y le preguntó a la señora de servicio,

-Señora Miller, ¿Ha visto a mi bebé?, - ella le sonrió,

-Si señor, está en el patio con el señor Erik y los demás perritos,

-Gracias.

Charles fue directo a la habitación a ponerse un ligero suéter y unos zapatos de meter que le eran fácil de colocar por el mismo para poder salir al patio. Después de que tuvieron a los cinco perros juntos en el departamento, debieron mudarse a otra casa más grande. Ahora caminaba tranquilo al exterior, afuera Erik sonreía al ver a todos los perros correr tras la pelota que él les lanzaba,

-Hola, amor,

-Hola, mi vida, estaba buscando a Chuckie,

-Lo saqué a hacer sus necesidades junto con los otros perritos, - Charles avanzó para besarlo en los labios y Erik se puso de pie para corresponderle. Puso el andador a un costado y se sentó con ayuda de su esposo y este se sentó muy pegado a él para observar como sus cachorros jugueteaban. El sol les daba de lleno en el rostro y hacía que el cabello de Erik brillará de un tono cobrizo, sonreía y Charles no podía dejar de admirarlo,

-Me encanta tu sonrisa, es tan hermosa, - le dijo Charles a su esposo, acercando su mano para tocar su rostro, este regresó a verlo,

-Amor mi sonrisa es todo lo que puedas decir menos hermosa, yo diría que es un tanto aterradora, incluso creo que me parezco al tiburón de esa película que vimos el otro día, en donde sale el pequeño pez payaso, - su esposo preguntó sonriendo,

-¿Finding Nemo?,

-Si, esa, - Charles soltó una carcajada y Erik lo imitó,

-Bruce, el tiburón blanco,

-Si, ese mi amor, - Charles negó, pero la sonrisa no abandonaba su rostro,

-Entonces, si tú eres un tiburón, ¿Qué podría ser yo?, - Erik parecía pensarlo mucho, pero respondió seguro,

-Una hermosa foca, - Charles se quedó pensativo al principio, pero después sonrió cuando observó como Erik se acercaba a él para besarle el cuello, -Una hermosa foca que voy a comerme ahora mismo, - Charles asintió sonriendo y pasó sus brazos detrás del cuello de Erik para qué profundizará los besos y caricias a su cuello.

Que importaba si la señora Miller estaba en la cocina y los observaba desde ahí. Dejaría que Erik le hiciera el amor ahí mismo en los camastros que tenía para tomar el sol. Erik metió la mano debajo de su holgada playera de dormir y él se erizó por completo, Charles no perdió la oportunidad de besarlo con ardor en los labios y él de dejarlo descansar sobre la superficie plana del camastro. Quedó encima de él y gemidos entrecortados salían de los labios de Charles tras cada beso. Los perritos se acercaron hasta ellos al escuchar el pequeño alboroto de gemidos de su papá. Les empezaron a ladrar muy de cerca, pero Chuckie era el que más pedía atención. Erik dejó de besar a Charles y sonrió al ver el alboroto de sus mascotas,

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