Capitulo 3

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—...acepto, pero tengo algunas condiciones— al oír esto, las cejas de Perth subieron. —Podemos seguir con esto si aceptas mis condiciones, al romper alguna de estas, no importa las veces que falten, nuestro acuerdo termina en ese mismo instante.— Es entonces que Perth descruzo sus piernas, apoyando los codos en sus muslos, y entrelazo sus dedos; como si estuviera listo para escuchar lo que Saint tenía que decir. 

—Primero, no vuelvas a aparecer en mi lugar de trabajo— Perth solo asintió.

—Segundo, como sabes soy un empleado y trabajo como supervisor de departamento de producción, ¿y tú, tienes trabajo?— Saint conectó su mirada a los iris grises.

—No— Saint se lo imaginaba, no era posible que alguien con trabajo gaste su tiempo esperando a alguien todo un día, amenos que esté demente.

—Bueno, entonces tú no tienes trabajo, pero yo sí, así que tendrás que respetar mi horario de trabajo si es que quieres un encuentro— dijo Saint con una voz firme. Tenía que negociar bien y por lo que ha visto Perth no era un blanco fácil.

Los dedos de Perth se movieron mientras pensaba, —¿A qué hora terminas tu trabajo?—

—Mmm, termina a las 6 p.m. pero normalmente hago horas nocturnas extra, porque tengo mucho trabajo. Si salgo temprano es a las 11 p.m. a más tardar a las 2 de la madrugada—

—No, a esas horas del día deberías de estar conmigo— Saint medito si podría hacer algo al respecto de esto, tenía en cuenta que debía balancear el trato, pero el salir temprano de trabajo normalmente era mal visto. Lo pensó con profundidad, solo eran tres veces, tendría que mentir para esto pero Perth también tenía derecho de tener algo a su favor.

Saint suspiró, —Está bien— es ahí cuando Perth asintió satisfecho. 

—Tercero, no será como la otra vez, no tendremos más de una ronda— dijo Saint.

Perth frunció el ceño —Eso lo pensaremos, siguiente—

Saint rodó los ojos y explicó, —Tengo que estar en buenas condiciones para ir al trabajo el siguiente día, o está la opción de solo vernos los fines de semana—

La mueca en la cara de Perth desvaneció, —como gustes, sigue—

La actitud desvergonzada de Perth como si tuviera al mundo en la palma de su mano molestaba un poco a Saint pero no lo mencionó.

—Por último, no intervenir, ni preguntar sobre la vida privada del otro. Supongo que sabes mi nombre y edad— afirmó Saint pensando en que debió de haber investigado para poder encontrarlo.

—Tu edad no la sé— dijo Perth en su voz monótona.

—Bien entonces aparte de nuestros nombre no hay necesidad de saber lo demás— esta era la manera de Saint para no encariñarse mucho y mantener una distancia, de todos modos esta relación no involucra sentimientos y no debía.

—¿Eso es todo?— preguntó Perth, y Saint asintió.

—Bien— Perth se paró y agarró las llaves de su auto. —Responde bien mis llamadas y si vuelves a hacerme esperar como hoy; lo que te daré ya no serán mimos—

Observando la amplia espalda de Perth al salir, Saint supo por qué no se podía negar a aquel hombre. Perth era alguien que sabía contraatacar.

***


Al salir del café Perth se subió al carro. Extrañamente se sentía entumecido, como si hubiera tomado alcohol, el cual no era el caso. Su corazón latía demasiado rápido; no recordaba alguna vez en la que haya tomado tanto café en un día, —¿Cuánto tiempo esperé?— murmuró suspirando.

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