Soy un héroe, a mi manera

Capitulo XI

Cada vez odio más correr. Antes solía correr a menudo, mi casa estaba relativamente cerca del instituto y como no había nadie que me pudiera llevar en coche solía ir andando o corriendo. Eso no me molestaba, el problema es que estos últimos meses he corrido casi diariamente.

La ladrona parecía más mayor que yo o Kyomi pero no tanto como Hayato. Corría rápido, pero podría jurar que yo corría más que ella. El motivo por el cual no la alcanzaba era por qué ella se conocía la ciudad. La mayoría de la persecución fue por los callejones, que al no ser rectos tenía que reducir la velocidad para no chocar contra alguna pared. Y las pocas veces que íbamos por la calle principal había mucha gente molestando.

Por suerte al cabo de unos minutos pude acorralarla en un callejón sin salida, eso sí, me había cansado bastante.

—Maldita sea. ¿Por qué no me deja en paz de una vez? —dijo la ladrona cansada, al parecer yo tenía más resistencia.
—Porque mi objetivo en la vida es joder a personas aleatorias. Devuélveme eso de una vez.
—No.
—En primer lugar: no es tu decisión. Y por si no lo sabías: Robar está mal.
—¿Ese bastón de tu mano es tuyo?
—... ¿Te crees muy graciosa? Ahora sí, devuélvemelo.
—Repito, no.

Una vez dicho eso, la ladrona corrió y salto contá una pared. Se agarró a un sobresaliente, se colocó en posición y usando la pared para impulsarse repitió la acción contra otra pared.
De esa manera continuó escalando las paredes demostrando tener una agilidad y habilidad para el parkour casi sobrehumana. Solo había algo que pudiera explicar eso: magia.

Una vez me di cuenta de que mi asombro la ladrona ya estaba casi en el tejado. Era obvio que no podía hacer lo mismo que ella, yo no era como Hayato, no había conseguido mi primer hechizo. Pero entonces me di cuenta. En muchos de los callejones había escaleras de emergencia. El distrito residencial tenía muchos más callejones que los demás por ese motivo, muchos de los edificios tenían las escaleras en caso de algún problema.
Salí corriendo hasta toparme con una de las escaleras. Tuve que saltar para poder llegar, pero subí a la azotea rápidamente. Ahí estaba ella, en el tejado de al lado con mi medallón en su mano, supongo que para ver cuál era su recolección.

Cuando me acerque unos pájaros salieron volando haciendo que la ladrona se percatara de mi presencia. Usando su agilidad sobrehumana me esquivó y se alejó unos metros rápidamente.

—¿Por qué eres tan persistente?
—¿Te recuerdo mi objetivo en la vida?

La persecución se reanudó nuevamente. Los tejados eran planos, pero con la inclinación suficiente como para que el gua de la lluvia no se quedara. Aún que está vez la persecución fuera prácticamente en línea recta ella tenía mucha ventaja. No solo por la magia. Tenía una gran habilidad para el parkour, se movía de manera fluida por los tejados y no le dificultaba en lo más mínimo que hubiera obstáculos o desniveles, los sorteaba con volteretas en sí mayoría innecesaria. No podría alcanzarla si esto continuaba así.

Mierda, el cansancio me estaba jugando una mala pasada. No puedo ganarle en este terreno, necesito pensar en algo. Piensa, piensa, piensa. ¿Está persecución es una perdida de tiempo? Teniendo en cuenta que tengo a mi lado a la familia real no supondría una perdida importante. Pero, después de llegar hasta aquí... No me voy a ir hasta joderle el día.

Entonces lo vi. Ella estaba igual o más cansada que yo. En lo general dejaría a una persona normal en los callejones. Solo tenía que seguir el ritmo.

Apretando los dientes hice un último sprint para alcanzarla pero saltó. Habíamos llegado al último edificio, y al frente estaba el edificio en construcción que había mencionado Kyomi horas antes. Solo tenía las plantas y los pilares hechos, no había paredes, pero estaba a varios metros de distancia.

—¿Ahora que? ¿No me sigues hasta aquí eh? —dijo la ladrona desde el edificio en construcción.

Me asomé al borde del tejado, estaba en un tercer piso, una caída desde aquí sería dolorosa. Por otra parte el edificio de enfrente no tenía paredes para estorbar. Durante un segundo pensé en marcharme, pero cambié de idea al imaginarme las burlas de Yugo cuando contara lo sucedido.

Cogí carrerilla y salté. Una vez en el aire me arrepentí rotundamente y ese sentimiento creció cuando me di cuenta de que no iba a llegar. Aterricé bruscamente en el piso de abajo chocando contra unas cajas.

—¿Sigues vivo? —dijo asomando la cabeza para luego ver qué no estaba— ¿Dónde te has metido?

La ladrona bajó al piso donde había aterrizado, me estaba busca. Cuando estaba mirando hacia otro lado salté de mi escondite entre material de construcción y me abalancé sobre ella. Antes de que pudiera inmovilizarla ella me quitó de encima. Entoces salí corriendo.

La ladrona se quedó extrañada, pero no le dio importancia, no hasta que se dio cuenta de que no solo le había robado mi medallón, también le había robado el suyo. Salió corriendo en mi búsqueda, pero yo ya me había cansado de correr y la estaba esperando fuera de la construcción.

—Estamos hartos de correr, tú lo sabes, yo lo sé y necesito un descanso. ¿Quiero proponerte un trato?
—A ver. ¿Qué me propones?
—Un trabajo, enséñame a hacer lo que has hecho en los tejados, los saltos y eso.
—¿Qué te hace pensar que voy a aceptar el trato?
—En primer lugar: tengo tu medallón, no sé lo que tiene dentro, pero sé que tiene algo. Y segundo: ya me he memorizado tu cara, conozco a alguien con influencia en la policía. No sería difícil atraparte.
—No me han atrapado nunca. ¿Crees que los guardias que llevan pesadas armaduras me atraparan?
—Yo lo he hecho, y te he robado. Mi conocido es docenas de veces peor.

Al ver la expresión que mostraba al decir la última frase ella me creyó.

—¿Hay algo que yo pueda ganar?
—Puedo pagarte.
—Sí, eso me gusta más.