Capítulo XVII

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Sam se movía por encima de los edificios. Luego de tantos días moviéndose por ahí junto a Honey se había vuelto instintivamente el camino más rápido por el que pasar: sin carretas o personas que le cortaran el paso, y eso sin contar la clara vista que tenía desde la altura.
Al cabo de un rato pudo confirmar que su decisión había sido la acertada. Podía ver cómo la gente se juntaba en las calles para acercarse y ver lo que había pasado. Los guardias intentaban impedir que se acercarán al peligro. Un intento algo inútil teniendo en cuenta que esta era una de las ciudades más pobladas de todo el reino, inevitable alguien se escaparía. Pero no era un trabajo inútil.

Mientras corría Sam comprendió por qué ningún guardia estaba luchando contra aquel espíritu: simplemente no podían, el cadáver que había visto lo confirmaba. Evitar que los civiles resultarán heridos era lo único que podía hacer para ser útiles escapando del peligro. Un peligro del que estaba huyendo.

—Tienes que volver.

Sam se sobresaltó al escuchar aquellas palabras. Buscó su procedencia, pero no vio ni escuchó a nadie cerca de él. Tardó unos segundos hasta que se dio cuenta de que aquella voz provenía de su cabeza.

—Hay que volver y ayudar a Hayato.
—¿Estás bromeando verdad? Si voy moriré.
—Y si no vas Hayato morirá.
—No, él no morirá. Es mejor que yo en todos los aspectos.
—Es fuerte, pero no tanto como un espíritu capaz de destrozar edificios a puñetazos.
—Hayato se especializa en ataque, sus dos hechizos son ofensivos. Además, tiene esos guantes mágicos.
—¿Estás seguro que el fuego funciona?

Sam sintió un escalofrío seguido de sudor frío por frente y nuca.
En el intervalo de tiempo desde que Hayato llamó la atención del espíritu hasta que él atacó a sus piernas había sido corto, pero el suficiente para hacer algo. Sam no recordaba haber visto ningún daño. ¿El fuego de Hayato era inútil? Si eso era cierto entonces no tardaría mucho en morir. Pero, ¿Sam podía hacer algo? Su espada no había surtido efecto alguno, a patadas sería incluso pero.

¿Entonces que? Si peleaban morían. Si escapaban el espíritu no tardaría en encontrar a alguien espiando que le guiará a los civiles. La única opción viable era Yugo, pero este estaba en el castillo con el rey.

—Hey Sam, tiempo sin verte.
—¿Eh?

Una voz sacó a Sam de sus pensamientos, era Honey, estaba tan absorto que ni siquiera había escuchado sus pasos.

—Uh, que mala cara tienes.
—¿Honey?
—Sí, esa soy yo. ¿Tengo algo en la cara?
—¿Qué haces aquí?
—Vivo aquí. La pregunta es: ¿Qué estás haciendo tú aquí? Hace como una semana que no te veía. Déjame adivinar: ¿Has venido por el espectáculo?
—¿Qué? ¿Espectáculo?
—Ya sebes, acabo de escuchar que se ha liado una buena por aquí. Mira, están evacuando a la gente.
—No, no. Esto es muy peligrosos, no es un espectáculo.
—Oh, vamos, tampoco exageres. Estamos en la capital. Aquí casi nunca pasa nada. Además, ya se están encargando por ahí.

Sam siguió el dedo de Honey hasta ver el sitio del que veía. Podía ver pequeñas llamaradas alcanzar la altura de los edificios. Pero algo no encajaba. Había un problema en el patrón.

—Ves, todo controlado.
—No, no está bien. Está retrocediendo. Hayato está retrocediendo.
—¿Hayato? ¿Ese no era tú...? Oh...

Si Hayato estaba retrocediendo era posible que sus ataques no hicieran nada. La piel del espíritu era dura como roca, no era descabellado pensar en que fuera resistencia a altas temperaturas. Pero eso no era todo. Había otro problema de que había que ocuparse. Kyomi.

Kyomi era la princesa heredera, si alguien la reconoce podría aprovechar el caos para secuestrarla y pedir una recompensa por ella.

—Oye Sam. ¿Crees que tu amigo está bien? Me dijiste que era fuerte, ¿No?
¿Deberíamos hacer algo?

«Sí, hay que hacer algo. Tengo que hacer algo. ¡Hayato estaba lidiando una pelea que no podía ganar y yo no estoy haciendo nada!» gritó interiormente Sam.

—¡Honey! —dijo Sam mientras la sujetaba  por los hombros. Ella se sobresaltó— Necesito tu ayuda.
Quiero que encuentres a una persona y la ayudes a ir done quiere de forma segura. Está vestida con una túnica blanca. Le puse una cruz roja en la capucha para encontrarla desde los edificios. Por favor.

Honey tardó unos segundos en responder, pero al final aceptó al ver la cara sería con la que Sam lo decía.

—Lo más probable es que se haya ido por esa calle todo recto. Dile que vienes de mi parte. Yo iré a ayudar a Hayato.
—¿Estás seguro?
—No, pero necesito ir rápido antes de cambiar de idea.
—Bien, pues nos vemos luego.
—Una última cosa.
—¿Qué?
—Honey es un apodo horrible. A ver entiendo que no quisieras darle tu nombre real a un extraño, pero tenía que ser ese. ¿No podía ser más normal?

Un pequeño momento de incredulidad para luego soltar una leve risa.

—Honey es genial, y lo sabes.

Tras ese comentario cada uno se fue por su camino.

Mientras corría Sam pensaba alguna forma de hacer daño a aquel monstruo y entre sus pensamientos encontró una conversación que tuvo con Yugo hacía tiempo:

—Hey Yugo, creo que una vez Kyomi dijo que tú usabas magia de oscuridad para cubrir tu lanza y reforzarla.
—¿Y?
—¿Es necesario? ¿No sería mejor cubrir el arma con maná y ya?
—Sí y no.
—Eso no es una respuesta.
—Si reforzamos una espada con maná será más fuerte y resistente que una reforzada con algún elemento, pero sería un desperdicio. La espada se mellará en un instante y el maná se acabará minutos después.

No era una buena idea, solamente funcionaría unos minutos. Si todas se rompían, morirán. Pero no tiene que ganar, únicamente aguantar, únicamente seguir vivos hasta que Yugo llegará.

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⏰ Última actualización: Jan 30, 2022 ⏰

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