Mientras caminaba por el pasillo de la escuela, escuché la voz de Jhonnatan hablando con sus amigos. Sus palabras eran despectivas y llenas de burla, y su tono me hizo hervir la sangre.
Sentí cómo la rabia fluía por mi cuerpo, apretando mis puños con fuerza. Cada palabra que decía Jhonnatan parecía un golpe directo a mi autoestima y a mi dignidad.
Por un momento, solo podía pensar en una cosa: golpearlo. Imaginaba cómo sería ver su rostro sorprendido cuando mis puños encontraran su mandíbula, cómo la expresión de superioridad en su rostro se desvanecería en dolor y sorpresa.
Él me miro y se rio mientras gritaba con fuerza sus palabras.
—¿Quieres que se enteren todos?—hablo Jhonnatan.
—Basta idiota.
—Pobre Seraphine que cree que tú eres diferente a mi, que cree que eres un buen muchacho. No eres nada más que un idiota— y mi puño dio contra su rostro— Te crees el rey— dijo tomando la compostura— el rey de todo este maldito lugar— Mi vista se puso en Seraphine y en todos aquellos que estaban formándose alrededor de nosotros—¡Oh bienvenida Seraphine!, bienvenida a la apuesta que hicimos sobre ti y como tú perfecto Sander perdió, el se esta enamorando. ¡Oh no esperen!, es verdad, ¡Lysander esta enamorado de nuestra querida locutora!.
—Ya basta Jhonnatan.
—¿De que habla?.
—Te contare—pero lo tome por el cuello y lo puse contra los casilleros aun asi el continuo hablando— Conquistarte era la apuesta, pero te acostaste conmigo, me besaste a mi primero, y mas de una vez, asi que podríamos decir que ustedes dos se merecen.
Mire a Seraphine sin comprender hasta que me acorde de ese día en la fiesta—Te matare Jhonnatan.
Pero Blass y la Consejera se metieron, Blass me sostenía con todas sus fuerzas mientras le gritaba cosas a ese idiota, mientras que la consejera intentaba sostener a Jhonnatan.
—Ya basta los 2, ambos vendrán conmigo.
La consejera nos llevo con ella y le pidió a Seraphine que nos acompañara tambien, Jhonnatan y Seraphine tomaron asiento y yo me mantuve de pie detrás de ambos.
—Bien, quiero que me digan que ocurre, ¿Jhonnatan?.
—Creo que Wen y Ly deberían hablar, después de todo ellos son los que...—pero Seraphine lo abofeteo.
—Tú eres un idiota, aléjate de mi, yo no debería estar aquí—dijo de pie con su bolso en el hombro y nuestras miradas se juntaron, pero no dijo nada.
—¿Una apuesta?, ¿Eso es lo que una muchachita es para ustedes?, ¿Qué pasa con Oxford Lysander?
—Lo siento.
—Jhonnatan tú quédate.
La consejera me dejo ir, y por todos lados busque a Seraphine, pero no pude dar con ella pero si con Julia.
—Es mejor que te alejes, ¿Cómo pudiste hacer eso?.
—Donde esta, solo quiero hablar con ella.
—Ella esta en las gradas.
Al caminar, por el pasillo podía oír los murmullos, las cosas que decían y como la gente hablaba a mis espalda, apresure mi paso hasta llegar al campus, a lo lejos podía ver las gradas azules resaltando entre todo el césped verde. Estando ahi la vi. Y antes de que ella pudiera decir algo hable desde mi enojo y ego roto.
—Yo te odio, no era nada más que una apuesta para romper tu maldito ego, no eres de quien estoy enamorado.—Ella solo me miro incrédula, en cuanto a mi mirada, esta seguía seria—Te acostaste con él, y lo besaste para luego jugar conmigo, dime Seraphine, ¿Quién jugo con quien?.
Baje las gradas y camine hasta el estacionamiento, donde me subí a mi auto, tire mi mochila y llore como un bebé ahi mismo.
Era un idiota.
Mi ventana sonó, y al levantar la vista mis dos mejores amigos se encontraban de pie frente a la ventana.
—¿Qué mierda paso?—hablo Oscar— No pude entenderle a Blass.
—Soy un idiota.
—No lo eres, solo fue Jhonnatan siendo Jhonnatan.
—Ella ya lo sabe. Sabe todo Oscar.
Oscar me miraba preocupado. Sabia que ahora no podria estar conmigo ya que tenia que apoyar a su hermana, después de todo ellos eran hermanos.
A l llegar a casa, solo me dirigí a la cama, no pida pensar en nada más que ella.
Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine Seraphine SeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphine SeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphineSeraphine Seraphine Seraphine Seraphine
De esta manera comenzó de manera sutil, casi imperceptible. Mis amigos notaban que algo había cambiado en mí, pero no podían identificar qué era. Me volví más callado, más reservado, como si estuviera presente físicamente pero mi mente estuviera en otro lugar.
Mis pensamientos se volvieron cada vez más oscuros y pesimistas. Sentía que no tenía energía ni motivación para hacer las cosas que solía disfrutar. Me costaba concentrarme en la escuela y en las actividades diarias, y a menudo me encontraba perdido en mis pensamientos, sin rumbo fijo.
A medida que pasaban los días, me volví más distante y aislado. Mis amigos intentaban animarme, pero yo me alejaba, sintiendo que no podía compartir mis sentimientos con nadie. Me convertí en un fantasma en mi propia vida, presente físicamente pero emocionalmente ausente.
La depresión se apoderaba lentamente de mí, envolviéndome en una neblina de tristeza y desesperanza. Mis noches se volvieron largas y solitarias, y a menudo me encontraba despierto en la oscuridad, luchando contra mis propios demonios internos.
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Rompiendo tú Ego. #1
Teen FictionEl radio podcast siempre se daba a las 11am, y siempre estaba preparado para estar ahí, para escuchar su melodiosa voz, pero jamás supe quien era, y eso me carcomía, llevaba enamorado de aquella voz 3 años. Y este último año de secundaria pude saber...