Capitulo 2

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Cuando Adrien tenía 11 años, escuchó la palabra ''marica'' por primera vez.

Siendo esparcida como una plaga, metida forzosamente a las mentes los niños quienes solo escuchaban, confundidos ante ese nuevo mundo que no conocían. De un momento a otro, aquella palabra convirtiéndose en el peor insulto que alguien les podía decir.

Adrien nunca supo su significado, al menos no hasta que tuvo 13 años. Aún así, sabía que era algo que estaba mal, algo de lo que todos se burlaba, algo por lo que una persona merecía ser agredida.

A Adrien le dijeron maricón una vez. Solo una vez, cuando tenía 13 años.

Lo recuerda muy bien. Recuerda estar sentado debajo de un gran árbol, leyendo un libro llamado ''Darlings and girls''. Recuerda la palabra ''aceptación'' y ''orgullo'' escritas ahí, recuerda haber leído sobre la protagonista besando  a un chico y sintiendo mariposas en el estómago. Recuerda que el final no fue muy claro para él, porque ellos no terminaban juntos, en vez de eso, la chica se iba a vivir con su mejor amiga. No recuerda por qué pasaba eso, pero jamás preguntó.

Adrien recuerda el libro siendo arrebatado de sus manos, dedos ásperos rasgando las finas hojas, aventándolo a un lado. Recuerda haber levantado la mirada y haber visto frente a él a tres chicos, todos ellos evidentemente mayores, en la pista del equipo de atletismo, donde corrían todas las mañanas en shorts y camisetas apretadas.

Adrien no recuerda que fue exactamente lo que pasó, solo que le dieron un puñetazo en la cara y lo llamaron maricón.

Regresó a su casa, llorando a abrazar a su madre, quien no dudo en consolarlo. Pero cuando le contó la razón por la que lo golpearon, su reacción fue un poco diferente.

Ella se molestó con Adrien por haberlos provocado. Lo tomó del brazo y lo llevó la iglesia, haciéndole rezar por dos horas, diciéndole que, si no lo hacía, no le serviría de cenar. Así que Adrien lo hizo. No supo exactamente porque estaba rezando, pero lo hizo.

Adrien solía pensar que el destino era su enemigo.

Algo tan idealizado era lo que a Adrien le aterraba tanto.

Toda su vida siendo controlada por alguien más, alguien superior, él suponía. Alguien quien con un solo chasquido de sus dedos podía tomar su vida y convertirla en cenizas. Eso era el destino.

Todas las cosas que pasan, pasan por una razón.

Es aterrador.

Cada acción, cada palabra, cada pensamiento, cada expresión. Todo aquello significa algo. Algo que se enlazaba en un solo esquema. Algo que podía unirse a largo plazo, y mierda, Adrien no quería esperar por un largo plazo. Él quería que todas sus acciones se unieran y tuvieran su impacto en el momento.

Aunque a veces, solo a veces, pasan cosas sin significado alguno, las cuales solo ocurren para el cumplimiento de un momento.

Por ejemplo, durante el transcurso de la semana desde que conoció a Luka Couffaine, lo único que ocupaba su mente, era él. Luka, Luka, Luka Luka. Con sus hombros anchos y sonrisa amable, ojos profundos pero cálidos. Algunas veces, por las noche, Adrien lo recuerda, y francamente, todo aquello se siente como un sueño.

Quizá porque Adrien ha estado soñando con él desde aquella noche.

Eso no significa nada, ¿cierto?

Los sueños siempre son diferentes. Se pregunta si su subconsciente tiene algo que ver con eso. A Adrien le gusta esa palabra: Subconsciente. Le da la sensación de que no es una persona, sino dos. Dos personas diferentes unidas en uno, uno de ellos atrapado dentro.

Alguien a quien amar (Lukadrien) ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora