Capítulo 1.

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Hermione Granger odiaba las bodas.

Sobre todo cuando era la tercera a la que asistía en lo que iba de año y estaba comenzando a pensar que el universo conspiraba en su contra. Primero habían sido Ginny y Harry, con una bonita e íntima celebración en la Madriguera; después fue el turno de Neville y Hannah Abbott y ahora...

Observó la enorme y verde extensión de jardín que tenía ante ella. Como era de esperar, todo estaba decorado perfectamente para la ocasión. Varias carpas desperdigadas por toda la parte trasera de la enorme mansión, servían para resguardar a los invitados de la brisa veraniega que llegaba desde la costa. La única iluminación del lugar constaba de miles de diminutos farolillos que flotaban por encima de sus cabezas cuya luz confería al lugar un aspecto más íntimo. En una de las esquinas de amplio terreno se situaba una modesta orquesta cuya sinfonía se alzaba por encima del bullicio de la multitud.

Y allí, en medio de lo que parecía ser una improvisada pista de baile, se encontraba los recién casados meciéndose al ritmo de una suave melodía.

Theodore Nott sonreía abiertamente mientras se inclinaba para susurrarle algo al oído a la mujer que sostenía entre sus brazos. Ella abrió los ojos azules como el mar como si estuviera horrorizada de lo que acababa de escuchar, pero luego soltó una carcajada sincera mientra apoyaba la frente en el pecho de Theo. Él pareció satisfecho con su reacción, porque envolvió su pequeña cintura con las manos y la estrechó más contra su cuerpo antes de darle un suave y tierno beso sobre la punta de su pequeña nariz.

Hermione no pudo evitar sonreír al ver la escena y creyó que nunca había visto a Luna Lovegood tan radiante como ese día. Lucía un vestido poco convencional para una novia, cuyo color plateado resaltaba sobre todo lo demás. Era sencillo, pero exquisito a la misma vez. De palabra de honor, sin mangas, y con pequeña pedrería en el bajo de la pomposa falda. Llevaba el pelo rubio recogido sobre la nuca y ni una pizca de maquillaje. Y, por supuesto, llevaba sus típicos pendientes de rábanos aunque en una versión algo más sofisticada en forma de pequeños diamantes.

Hermione nunca habría imaginado que dos personas tan diferentes pudieran encajar a la perfección como lo hacían ellos dos. Pero a pesar de ser como la noche y el día, el amor había surgido entre Theo y Luna durante el último curso, cuando Hogwarts había decidido abrir sus puertas de nuevo tras la guerra. Y aunque tenía que admitir que al principio le había resultado impactante su relación, ya no podía concebir la idea de verlos separados.

Pensó en lo extraño que era el amor, en la forma que tenía de surgir inesperadamente, en si ella algún día llegaría a sentir algo así por otra persona...

Resultó que salir con Ron acabó siendo un terrible error. Cada vez que se besaban o se tocaban, o incluso las pocas veces que habían tenido relaciones fue... extraño. Se sentía raro, fuera de lugar. No era como ella siempre imaginó que sería estar con él. No hubo fuegos artificiales, ni respiraciones agitadas, ni deseo...

Absolutamente nada.

La situación se volvió insostenible hasta tal punto que incluso mirarlo a la cara resultaba bochornoso. Pero al parecer a Ron había sentido exactamente lo mismo y ambos decidieron que lo mejor era llevar caminos separados. Tras eso su amistad, lejos de deteriorarse, se había visto más reforzada, como si pasar por ese bache hubiera sido una prueba necesaria para ambos.

Realmente lo echaba de menos, pensó mientras se llevaba su tercera copa de whisky de fuego a los labios.

Ron llevaba tres largos meses ayudando a su hermano Charlie a levantar un Santuario de Dragones en Rumanía y, según lo que le comentaba en sus últimas cartas, no tenía la intención de regresar pronto a Londres.

Wicked Games | DramioneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora