Capítulo 2.

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Se aparecieron dentro de la mansión de los Nott formando un amasijo de brazos, labios y lengua.

Draco conocía aquella casa tan bien como la suya propia y cuando pensó en qué lugar podría follarse a Granger, no pudo evitar que esa habitación se cruzara por su mente.

El cuarto de baño era excéntrico, como todo lo que había dentro de la mansión, casi no había muebles a excepción de un bonito tocador de madera en un lateral, una enorme bañera de mármol blanco en el centro, y una encimera de granito que servía a la misma vez de lavamanos. Pero su particularidad residía en que sus paredes, todas ellas, eran espejos.

Granger gimió sonoramente cuando se despegó un momento de él para coger aire. Miró a su alrededor con curiosidad y cuando reparó en aquel detalle, cuando vio los reflejos de ambos por todas partes, sus mejillas se encendieron y sus ojos castaños brillaron con expectación. Después, volvió a besarlo con mucha más fuerza que antes. Draco le respondió con el mismo fervor, apretándola contra él.

Apenas podía conectar un pensamiento coherente dentro de su cerebro.

Estaba borracho, sí, pero no lo suficiente como para no saber qué coño estaban haciendo. Había acudido a ella aquella noche con el único objetivo de molestarla, como siempre, pero nunca había esperado que de sus labios saliera la palabra "follar". La forma en la que lo dijo, inclinándose hacia él, haciendo que sus pechos se alzaran en su dirección, con los labios a escasos centímetros de su rostro...

Logró pillarlo completamente con la guardia baja.

Sabía que ella estaba enfadada por algo. La había observado discretamente durante toda la ceremonia, con aquel dichoso vestido azul que se pegaba a todas sus curvas, el pelo rizado sobre uno de los hombros, y siempre con una enorme sonrisa estampada su rostro. Pero a medida que iban pasando las horas y que el ambiente se había vuelto más festivo, el humor de Granger había cambiado perceptiblemente. Ya no sonreía y su ceño estaba constantemente fruncido. Draco la perdió de vista durante unas cuantas horas hasta que la encontró escondida en el bar, bebiendo como si no hubiera un mañana, diciendo todas esas cosas con el objetivo de molestarlo lo suficiente como para hacer que se fuera.

Oh, pero a él no le había incomodado en absoluto. Su rabieta infantil había tenido el efecto contrario sobre Draco.

Llegados a ese punto no iba a mentir. Tirarse a Hermione Granger era una de sus fantasías más recurrentes desde que era un adolescente. Sobre todo después de aquel maldito baile en cuarto curso, cuando había hecho su entrada triunfal colgada del brazo del estúpido de Viktor Krum. Cuando la había visto aparecer... Bueno, Draco se había vuelto prácticamente loco durante días rememorando esa imagen de Granger hasta el punto de que, cada vez que se masturbaba en la oscuridad de su habitación en Hogwarts, no podía evitar correrse mientras pensaba que era ella quien lo estaba tocando.

Esa fantasía lo acompañó durante mucho, mucho tiempo.

Con el paso de los años, Draco creyó que aquella obsesión por la mejor amiga de San Potter se había apaciguado del todo, no siendo más que cenizas de un fuego pasado. Pero se había equivocado cuando, meses atrás, durante la fiesta de compromiso de Theo y Luna, Hermione apareció de la nada en el restaurante sonriendo ampliamente mientras tomaba asiento junto a su amiga. Y luego de nuevo en la despedida de solteros, cuando la había visto bailar en la pista de baile con las manos alzadas y el pelo alborotado, completamente radiante bajos los focos de la discoteca.

Y Draco se había sentido como cuando tenía quince años: obsesionado otra vez y muy, pero que muy cachondo por culpa Granger.

Ni siquiera se sintió incómodo al descubrir que ella lo atraía de forma inexplicable y que, en cierta parte, siempre lo había hecho. Draco había madurado lo suficiente como para que ya no le importaba que él fuera un Malfoy y ella fuera...bueno, Granger. Ya no estaban en Hogwarts y ciertamente podrían decir que tampoco eran unos críos.

Wicked Games | DramioneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora