Capítulo 9.

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Buenas, bueeenas. He regresado. Tengo que dar infinitas gracias por todas las visitas, votos y comentarios. Graaaacias. Sois increíbles!

Sé que no es un capítulo muy  extenso, pero he estado algo desconectada estas últimas semanas y no he podido ponerme a escribir demasiado. 

Aún así espero que os guste y como siempre espero leeros en comentarios.

***

Hermione supo que era demasiado temprano cuando observó que los pasillos del Ministerio estaban prácticamente vacíos. Cuando terminó de vestirse esa mañana, decidió que su casa no era el mejor lugar para despejarse. Quería respirar aire fresco y despejar un poco la mente.

Y si había algo que lograba alejar a Hermione de mundo terrenal era el trabajo.

Por esa razón había decidido aparecerse allí a esas horas tan intempestivas.  Su plan consistía en leer todos los informes que no había podido leer durante el fin de semana, que eran bastantes, y en hacer las correcciones pertinentes en cada uno de ellos. A lo sumo tardaría horas en hacer todo aquello, pero lejos de sentirse abrumada, Hermione se encontraba casi aliviada.

Necesitaba sacar a Draco Malfoy de su sistema por unas pocas horas, dejar de pensar en lo que había sucedido, en el acuerdo que habían establecido entre ambos hacía tan solo unas horas.

«Esto es sexo y nada más.»

Su voz grave y ronca se coló en su mente y tuvo que respirar profundo para poder calmarse.

Eso era lo que él le había ofrecido y Hermione había aceptado casi sin pensárselo. Y ahí estaba el problema en que ella, que normalmente pensaba todo hasta el último detalle, no había dudado en decir que sí. Tal vez fuera lo novedoso de la situación, en que jamás había mantenido una relación de ese tipo con nadie, donde no hubieran sentimientos entre medias y que ambas partes solo se dedicaran a disfrutar del sexo.

No había mentido la noche de la boda de Theodore y Luna cuando había dicho que echaba de menos follar, y por supuesto que había estado más chicos después de Ron, pero con ninguno de ellos había sido así de fuerte e intenso. Lo que nunca llegó a imaginar es que sería Draco Malfoy quien hiciera sentir así.

Y aunque Hermione también echaba de menos la otra parte, lo que significaba tener una relación estable como la que tenían el resto de sus amigos, la rutina que suponía levantarse y tener a alguien a su lado, por el momento no quería cerrar la puerta a ese otro camino. La perspectiva de dejarse llevar y solo sentir placer era muy tentadora.

Ya no era una niña. Tenía veintitrés años y era perfectamente capaz de separar ambas cosas. El amor y el sexo no siempre iban de la mano y para ser honesta consigo misma, dudaba que Draco Malfoy supiera el significado de la primera. Y, por Merlín, ella tampoco quería sentir nada por él...

No podía ni debía.

Así que Hermione se había lanzado al vacío porque sabía que con él jamás llegaría a algo más. Todavía recordaba la tensión que vio en su rostro cuando había insinuado conocerse un poco más con la intención de no hacer la situación más incómoda de lo que ya era.

Él había sido tajante al respecto y Hermione había sentido una especie de presión en el pecho ante la perspectiva de dejar de verlo. No estaba dispuesta a abandonar tan pronto el cosquilleo que le producía sentir sus labios sobre su piel, sus manos por todo su cuerpo y en su interior...

Tampoco iba a negar que tenía curiosidad por saber quien en era realmente Draco Malfoy, que había bajo esa máscara de orgullo y vanidad. Había visto algo el día anterior, la forma en la que le había pedido que se quedara y como minutos después parecía estar arrepentido de su decisión. Como si viviera en una contradicción permanente y Hermione lo entendía. Realmente lo hacía. Ella sabía que todo eso era un error, que lo mejor que podían hacer era acabar con todo eso de una vez y seguir sus caminos.

Wicked Games | DramioneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora