17. "Sweet Surrender"

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C.

A las seis de la mañana, aún bastante dormida, oí a Arizona prepararse para ir al trabajo. Ella no lo sabía, pero me di cuenta que antes de irse se quedó casi diez minutos observandome y acariciando mi cabello. Cuando al parecer notó que ya era algo tarde, besó mi frente demoradamente y salió. Oí la puerta del departamento cerrarse y abrí los ojos, estirando el brazo sobre el colchón vacío. Me moví con pereza y me acosté sobre el lado que Arizona solía dormir. Cerré los ojos, sintiendo su aroma en la almohada. Sí, el amor a veces pone idiotas a las personas.

El reloj sonó a las ocho. Aquel sonido irritante me obligó a levantar, no tenía otra opción. Me dirigí al baño y luego al living, encontrando a Cristina haciendo el desayuno. Ella me encaró al notar mi presencia.

- Si te mueres luego de comer lo que cocino, no es culpa mía. Hazlo bajo tu propio riesgo.

Reí.

Yang dejó un plato con... huevos revueltos? Bueno, no parecían estar en muy buen estado, pero tenía hambre. Serví el café que estaba sobre la mesa y revisé mi celular. El desayuno estaba siendo tranquilo hasta que Lexie abrió la puerta con una expresión de pánico en el rostro.

- Lexie, qué sucede? - pregunté poniendome de pie.

- Está tu novia doctora aquí?

- No, ella se fue a trabajar hace algunas horas, qué pasó?

- Es que yo creo que... Creo que le rompí el pene a Mark.

Cristina prácticamente escupió el café y comenzó a reír.

- Lexie, que tú qué? - pregunté aún sin creerlo.

- Bueno, es que... Todo estaba bien y de repente sentí algo y él gritó, y yo grité...

Dejé el desayuno y corrí hacia el departamento de Mark. Él estaba en la cama cubriendose con una manta.

- Si te ríes me enojaré - dijo con una expresión de dolor en el rostro.

- Hm, como sea, dejame verlo.

- No vas a ver mi pene roto!

Alcé una ceja.

- Sí, veré tu pene roto. Levanta la manta.

Mark suspiró y la levantó. Sí, eso no se veía para nada bien.

- Por dios, Mark, qué hicieron? - tomé el celular de mi bolsillo y marqué el número de Arizona.

- No querrás saberlo.

Arizona respondió.

- Buenos días, ya me extrañas?

Sonreí.

- Claro que sí, pero no llamo exactamente por eso...

- Qué sucede? - noté el tono preocupado en su voz.

- Es que... creo que Lexie le rompió el pene a Mark.

Oí la risa del otro lado de la línea.

- Que ella qué?

- Ajá, esa fue mi reacción. Puedo llevarlo al Seattle Grace?

- Por supuesto, haré que alguien lo atienda.

- Gracias, estaré allí en unos minutos.

- Te espero.

Finalmente colgué la llamada. Mark me encaraba de forma suplicante.

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