Capítulo 6

339 30 9
                                        

Sin duda la inseguridad está subestimada, no todos piensan que ella puede acabar con las relaciones, las mata lenta y dolorosamente.

En la noche mientras esperaba su llamada, pensaba en cómo iba a explicarle esta avalancha de emociones y pensamientos que pasaba sobre mí. Eran las 8:00 p.m. y su llamada llegó.

- ¡Hola Juan! ¿Cómo va todo? Te he extrañado mucho – me dijo en un tono muy dulce.

Al escuchar su voz todo parecía resolverse, me sentía más tranquilo y seguro.

- ¡Hola! Estaba muy emocionado por escucharte, fueron días muy intensos por los exámenes pero todo salió bien, ¿Qué hay de ti?

- Estoy seguro de que así es, eres muy inteligente. Yo he estado ocupado con algunos casos en el hospital pero siempre encuentro tiempo para ti, por cierto ¿de qué querías hablarme?

- Bueno, ayer en la noche mientras charlaba con mis amigos surgió algo que no he podido sacar de mi cabeza y tal vez pienses que no tiene sentido, pero siento que es algo de lo que quiero hablar contigo.

- Claro que tiene sentido. Escucha, todo lo que tú sientas importante lo es también para mí – me dijo - así que adelante, aquí estoy y quiero escuchar todo lo que tengas que decir.

Sonreí con cada palabra que dijo, me sentí acogido, escuchado, me sentí importante. Suspiré y le dije:

- Tú eres... increíble, eres muy comprensivo y, lo que sucede es que, yo siento que quizá no soy suficiente para ti pero quiero serlo porque me gustas mucho, y me haces sentir que puedo lograr lo que sea; solo que tengo miedo de no lograr ser suficiente para ti y para esto.

Cuando terminé de decirle todo eso, guardó silencio por un momento y entonces me habló:

- Juan, te diré algo que quiero que recuerdes cada vez que te sientas de esa forma: Tú lo eres, eres suficiente, más que suficiente. Para ti, para mí, para todo esto que está sucediendo entre nosotros, y si me pidiesen que describa a alguien con quien quisiera compartir mi tiempo, mis sentimientos, todo, te describiría a ti, Juan tú serías la única persona en la que pensaría.

Sentí que mis ojos se humedecían y mi corazón latía fuerte mientras sonreía, en ese momento solo podía pensar en algo, era ÉL, la persona indicada.

- Así que Juanito, ¿quieres tener una cita conmigo?

- Por supuesto – le dije con la voz algo temblorosa – estaría encantado.

- Perfecto, entonces te llevaré a un lugar que te va a encantar. ¿El domingo en la noche está bien? - me preguntó.

- Sí, está muy bien - le respondí.

Hablamos durante varios minutos más hasta que llegó la hora de despedirnos, no podría describir con palabras lo afortunado que me sentía por haberlo conocido. Ahora, tendríamos oficialmente nuestra primera cita y yo estaba muy nervioso.

MICHYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora