ABC for Dad

1. Una Institutriz

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ABC for Dad

1. Una Institutriz

La oficina de asuntos informáticos de la empresa RATH era similar a un hormiguero. Todos corrían de un lado a otro en perfecto orden, pasando de mano en mano, pendrive a pendrive y de computador en computador la información que manejaba el sector. Todo con el objetivo de hacer llegar la información a la cabeza de la oficina, el talentoso ingeniero informático, el sex symbol de las secretarias y la pesadilla de los técnicos; Kazuto Kirigaya.

Pero si a él le preguntaban, prefería ser llamado como el padre de Yui Kirigaya o padre del año, para hacerlo más corto.

Kazuto se encontraba sumido entre tres pantallas en su oficina, líneas de códigos, diagramas y cascadas inmensas de ventanas emergentes freían lentamente el rendimiento de su computador. El cerebro del guapo pelinegro también se cocía a fuego lento, pero no precisamente por el trabajo.

Tres días habían pasado desde aquel suceso en la escuela de donde sacó a Yui, tres días donde ella se había mantenido tranquila siguiendo su rutina autodidacta y sin preguntar nada. Ella le estaba dando tiempo para pensar en una solución, para hablar sobre el elefante en la habitación del cual no quería hablar.

Pero debía, su princesa tenía el derecho. Y que no digan que Kazuto Kirigaya es un cobarde, es que simplemente no encontraba el momento.

Sobre lo demás... llevaba esos días investigando hasta los historiales más antiguos de todas y cada una de las escuelas disponibles, pero ninguna le convencía. Todas le parecían igual o peor de ineptas que la anterior y es que, además, había gastado un dineral en la matrícula para que todo terminara en la basura. No quería hacer la misma idiotez dos veces, tenía que asegurarse de hacer una buena inversión en todos los ámbitos para su hija.

Cerró la pestaña que había estado leyendo con un suspiro cansado, historiales de un prestigioso complejo, carísimo vale destacar, que ofrecía un plan de estudios decente, pero que recaía en el mismo problema de todas las anteriores. Infinidad de actas de conducta referentes a bullying entre estudiantes, quejas de padres y acuerdos de confidencialidad sobre la "solución" a los problemas.

¿Corrupción en una escuela de niños ricos? Que novedad...

Con hastió tachó de su bloc de notas el nombre de otra escuela más, notando con pereza que se había quedado sin opciones. Se restregó los ojos con desesperación, no podía ser el padre del año si no lograba darle la mejor educación a su hija.

—¡Hey! Ya llegué — una voz irrumpió en la quietud de su oficina. Nadie en los siete pisos del edificio tenía las agallas para hacerlo con tanta soltura y menos con el notable humor de perros que se cargaba.

Alzó unos centímetros la vista para identificar al intruso y con la misericordia que se le otorga a un hermano no sanguíneo decidió no cortarle el cuello.

—¿Qué quieres Eugeo? Estoy ocupado.

—Lo sé. —se encogió de hombros mientras se desparramaba en el sillón negro de su oficina. —Pero tenemos una junta y Ronye-chan tenía miedo de entrar aquí. ¿No te da vergüenza? Asustas a tu propia secretaria.

Kazuto suspiró, a veces olvidaba que Eugeo era el único que no le temía a su modo empresario enojado. También olvidaba que había quienes le temían mucho, como su pobre secretaria que a pesar de los meses no lograba acostumbrarse a su temperamento.