Deseos

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[CAPITULO 4]

Por fin había amanecido, escuchando a lo lejos de la residencia los autos que pasaban rápidamente para llegar pronto a su rutina cotidiana, al igual que yo debía hacer lo mismo, comenzando por tomar una rápida ducha y vestirme con la ropa que la modesta sirvienta del empresario se había molestado en dejar en mi cuarto. Una vez terminado me dirigí hasta la cocina para preparar un desayuno con un cargado café que le hiciera despertar al dueño de la mansión luego de su muy activa noche.

—Buenos días Aly —escuche su ronca voz adentrarse a la cocina inundando el lugar de su fresco aroma a limpio acompañado de su fragancia.

Buenos días señor.

Continué picando un poco de fruta para acompañar al café cargado que estaba preparando; sentí un tenue calor en mi espalda y seguido de ello las manos de Jeremy tomarme por la cintura pegando su cuerpo al mío permitiéndome sentir el calor que emanaba y escuchar su agitada respiración.

Te vez hermosa vistiendo casual —susurro cercas de mi oído provocando que los vellos de mi brazo se erizaran.

Los cortes de la manzana comenzaban a salirme desalineados, pues sentir tan cerca la presencia de aquel hombre me hacía sentirme nerviosa, provocaba en mi un leve cosquilleo en mi estómago. Sus suaves labios tuvieron el descaro de besar mi cuello suavemente provocándome cierto placer y un incontrolable calor en mi entrepierna, sus grandes manos se metieron por debajo de mi blusa acariciando delicadamente la piel desnuda de mi cintura, rápidamente note como mi respiración comenzaba a agitarse. Estaba disfrutando de aquel tacto.

Sin embargo inmediatamente por mi mente se implanto la idea de que todo aquello estaba totalmente mal, nada de esto debía ni debe ocurrir, ni mucho menos el hecho de engatusarme con un hombre de tan mala reputación. Gire rápidamente hasta quedar cara a cara con el ojiverde y tomar bruscamente sus manos para que las alejara de mi agitada anatomía.

No vuelva a hacer eso.

—No estábamos haciendo nada malo preciosa —soltó una leve carcajada llena de descaro, no cabía duda que no tenía ni la menor idea de con quien estaba tratando.

—Ya le había dejado claro que no estaba aquí para complacer sus deseos sexuales —solté bruscamente sus manos con la intención de alejarlo de mí, pero parecía no importarle y me cogió nuevamente de la cintura para pegarme a su alta figura.

Mujer eres jodidamente tentadora, ¿qué tiene de malo romper las reglas?

—Uno, soy su guardaespaldas y dos, usted tiene treinta y cuatro años y yo veinte.

—Vaya —mordió lentamente su labio inferior—. Carne fresca, con mayor razón me gustaría probar.

Justo en ese momento me elevo del suelo para recostarme en la mesa de la cocina, posicionándose encima de mí, llevo nuevamente sus labios a mi cuello y esta vez su mano amenazaba con darle placer a mi ahora húmeda feminidad. Admito que disfrute tanto tenerlo así, pero siempre mí subconsciente me gritaba que todo estaba mal.

Señor por favor quítese de encima no quiero lastimarlo —mi voz salió en un suspiro tentando a uno de sus dedos meterse entre mis pantalones—. Por favor.

—Maldición nena, me tienes malditamente duro —mordió el lóbulo de mi oído y yo mordí mi labio para reprimir algún gemido.

Esto está muy mal —puse mis manos en su firme pecho para intentar detenerlo, mas no lo conseguí.

Mi Próxima MisiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora