Un día del progreso donde los recuerdos vuelven a la vida

998 87 94
                                    

Viktor sabía muy bien que el venir a Piltóver había sido una mala idea, es que nada bueno le podía traer el volver tanto a esa ciudad. Sabía que tarde o temprano se iba a encontrar en una situación como la actual. En un café demasiado público, con un rubio que hablaba demasiado y él tratando de ocultarse en la enorme chaqueta de Jayce. En esos momentos si agradeció traerla, le daba algo de confort y realmente podía ocultarse un poco si se encogía ligeramente. Al menos su hijo se la estaba pasando bien y solo comía su trozo de pastel sin ninguna preocupación en el mundo. De vez en cuando le pasaba pequeños trozos de frutas a la bebé del rubio, que estaba en una silla a su lado. Bueno, debía admitir que eso era adorable, le hacía querer sonreír.

Y eso era otro de los problemas que tenía, sus emociones estaban por todos lados y le estaba costando trabajo mantenerse calmado. Normalmente era tan sencillo como añadir sus modificaciones y estaría en su estado normal, donde tenía todo bajo control y su estado de ánimo no le afectaba en lo absoluto y podía efectuar todo con lógica para que nada le saliera mal.

Pero tenía un ligero problema... su hijo. A su hijo no le agradaba que él hiciera ciertas modificaciones en su cuerpo, realmente las odiaba y se lo hacía saber. El niño podía ver el adentro de su brazo sin inmutarse en lo absoluto, incluso preguntaba por lo que hacía en el procedimiento, pero no lo veía sonreír por dos días y ya le daba un ataque de histeria.

"Has estado sonriendo más... aunque sea un poco... así que por eso las escondí" "Y es agradable no hablarle a una pared" Fue la respuesta que le había dado su hijo cuando buscó por todo su laboratorio y no lograba encontrar sus amplificaciones temporales. No pudo hacer más, pues su hijo tenía la especial habilidad de esconder cosas en lugares donde nunca lograba encontrarlas. ¿Cómo su hijo conocía mejor su casa que él mismo? No lo entendía.

— Oh, tenemos que volver a reunirnos cuando Taric venga, tienes que conocerlo —Decía alegre el rubio, después de darle una cucharada de flan a su hija— Es realmente agradable, se preocupa mucho por todos. Es muy apuesto, pero eh, que ya es mío —Decía riendo y bromeando—

— No te preocupes, pero no... no creo que pueda. No suelo salir de Zaun, prefiero quedarme en casa. Hay... menos bullicio allí –Podía parecer un niño, pero había pedido lo mismo que el rubio había pedido para su hija. Flan de leche. Disfrutaba de su sabor sencillo-

- Vamos, disfruta un poco la vida. No puedes quedarte en casa toda la vida –El rubio comió un poco de su pedazo de pastel y puso una cara de emoción- Bien, ¿Qué tal si no sales tanto? Podría llevarte a dar un tour de la universidad, mi tío trabaja ahí.

Definitivamente no.

- Oh, ¿Qué te parece el día del progreso? ¿Ustedes piensan asistir?

Bien, eso era más aceptable pero aun así no era algo que quisiera discutir. Ya que-

- ¡¿Vamos a venir al día del progreso?! –Exclamo Dacyan muy emocionado, casi soltando su cuchara-

Justamente por eso. No quería mencionarle el tema a su hijo porque sabía que le rogaría por venir y realmente no quería tener que hacerlo. ¿Acaso alguien le habrá dicho a Ezreal que hablaba demasiado?

- ¡Ves! Tu hijo quiere venir, ahora tienes que traerlo –Decía sonriendo y le levantaba un pulgar a Dacyan- Vamos, dile a tu mamá que te traiga. Yo les haré de guía personal, ¿Qué les parece?

- ¡Maaaaa porfa porfa! –Decía su hijo emocionado, saltando un poco en la silla. Hasta la bebé contribuyo al momento y soltó una pequeña risa- ¡La pequeña Gemma está de acuerdo!

- Dacyan, basta –Dijo algo serio- Y no, yo no creo que-

- ¿Viktor? ¿Eres tú? –Decía el castaño que recién se aparecía por el lugar-

The happiest child in ZaunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora