El incidente

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Era otra noche más en la ciudad, los ciudadanos andaban con su ya conocido ritmo y más que nada en esa época. Era temporada de festividad, la navidad estaba a nada de ser celebrada, al igual que un nuevo año.

Solo había algo que la ciudad no tenía en cuenta y era que bajo ellos, en sus tan descuidadas alcantarilla, una familia muy peculiar vivía. Se habían hecho de un sitio el cual mantenían muy limpio y algo cálido, pues en esos momentos el frio se había hecho más intenso y para ellos eso no era nada bueno.

El padre de aquellos niños, veía que al menos uno de los cuartos mantuviese aquella calidez que tanto necesitaban, sabía bien que tenerlos separados era lo peor, pues ya le había pasado una vez, en que casi pierde a uno de sus niños por aquel cruel invierno, desde entonces mantiene uno de los dormitorios desocupado y limpio, para esas épocas.

Los menores ayudaban felices a su padre, pues en esas épocas era cuando más atención tenían de su padre y lo disfrutaban muchísimo. El mayor de ellos, los miraba desde un rincón del cuarto, pues por culpa del clima había pescado un resfriado y no quería arriesgar a sus hermanitos.

El menor era quien más atención le daba, pues era el que muy extrañamente se enfermaba, su sistema inmune era mucho más fuerte que el de los otros tres y eso le daba más fuerzas para enfrentar a sus hermanos si enfermaban.

El segundo mayor de vez en cuando le acercaba lo que le fuese necesario, ya que no deseaba enfermarse, pero aun así no dejaba de ver como estaba su hermano.

Su tercer hermano era quien le suministraba la medicación, a pesar de ser tan joven, ponía todo de sí para que su familia estuviese bien, era algo que le gustaba y que hacía a la perfección, pero aun así odiaba el solo hecho de saber que podría enfermarse, por lo cual siempre tomaba precauciones antes de ir con su hermano mayor o con el que estuviese enfermo en ese momento.

Aquella familia había aprendido a cómo sobrevivir perfectamente en esos tiempos y la verdad a pesar de ser tan duro, no dejaban que nada los abatiera. Allí iba otro año más y aunque no lo celebraban como los seres de arriba, daban lo mejor porque su felicidad siempre estuviera presente.

Ya habían pasado cerca de 15 años y en ese entonces ya eran adolescentes, podían ver tranquilos la ciudad. Al menos por un rato, antes de enfrentarse a los criminales de siempre, ya que también lo disfrutaban.

Aunque ese día ocurrió algo que no tenían previsto. Esa noche, frente a ellos se presentaron el Clan del Pie, los Dragones purpuras y por si fuese poco el Kraang. La lucha fue difícil, más al ver que se habían llevado a su hermano más chico.

Aquello les lleno de temor, pero una vez que les derrotaron, fueron a buscarlo. No estaban lejos, pero tampoco sabían que le estaban haciendo. Dentro de una bodega, Baxter, un pobre tipo que no tuvo más opción que darle sus servicios a Shredder, le inyectaba una sustancia al quelonio, el cual para su suerte estaba inconsciente.

Los hermanos al llegar, habían visto lo que el sujeto le hacía al menor y esto sin duda les lleno de odio y temor. Se lanzaron al ataque sin pensar en nada seguro, solo querían que le devolvieran a su inocente hermano.

La pelea termino, con algunos inconscientes y otros huyendo del lugar, Donatello se encargó de recopilar los datos que llevaba encima aquel científico, mientras Raphael, metía cada frasco con cuidado en una caja bien asegurada. Leonardo rogaba que ese líquido no dañara a su hermanito, mientras le liberaba de las ataduras.

Una vez en casa, Leo dejo a su hermanito en su respectiva habitación y luego fue a comunicarle de lo ocurrido a su padre. Don se encargó de revisar los datos que había obtenido, necesitaba saber que le habían inyectado a su menor; también revisaba las muestras que tomo de su hermanito. Raphael se quedó junto a su hermanito, luego de dejar la caja en el laboratorio, el miedo a perderlo no le permitía relajarse.

¿Yo, un omega? (Finalizado)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora