Despues de la tormenta

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— ¡KAGOMEEE!—inuyasha gritaba a todo pulmón desde lo alto de un árbol, ya se encontraba desesperado porque las horas pasaban y no la hallaban. Sus amigos y algunos aldeanos estaban inmersos y dispersos por el bosque. Buscándola en cada rincón, revisando por debajo de cada árbol caído y incluso por el rio con la peor imagen en la mente de lo que pudo haber sucedido pero nada. Inuyasha iba de árbol en árbol para ver si podía verla desde arriba, algún rastro o indicio, algo que le llamara la atención para poder darse alguna idea sobre en qué dirección había tomado su esposa pero nada.

—Amo inuyasha, debe calmarse... ¡ya la vamos a encontrar! —Decía la pulga que se hallaba aferrado al cabello.

–Si tan solo la hubiera acompañado, ¡nada de esto hubiera ocurrido!—Estaba muy cansado, aun vestía la ropa húmeda luego de pasar toda la noche debajo de la tormenta buscándola y no iba a frenar hasta encontrarla. No iba permitir que le sucediera lo mismo que a su medio hermano, estaba decidido en dar hasta sus últimas fuerzas para hallarla.

– ¡pero amo! Usted se encontraba ayudando a los humanos que se habían quedado atrapados debajo de los escombros luego de que se derrumbara aquella cabaña, tenía a un hombre herido de gravedad cargando en su espalda y tam... —Fue interrumpido.

— ¡LO SE! Le grite de que no fuera hacia el bosque y no me escucho. No sé por qué fue corriendo hacia allá, no había nada ahí y para el colmo esos humanos que fueron a intentar recuperar las ultimas provisiones ¡fue completamente inútil!— Frustrado, enojado y colérico freno en la copa de un árbol viejo. Miro a su alrededor y olfateo a sus alrededores, no había nada.

—La señorita kagome solo trababa de ayudar, amo. Debe calmarse y tratar de reposar un poco, no va a lograr nada en este estado. Mire, acá hay un campo y casi estamos saliendo del bosque. Si hubiera estado por acá, usted la hubiera podido ver fácilmente. — hablaba de forma que pudiera tranquilizarlo aunque ya estaba llegando el atardecer y aun no lograba dar ni siquiera con alguna pista visible. — Si lo desea amo, podemos bajar y revisar esos dos árboles caídos que al parecer fueron quemados por algún rayo.

—No hay nada ahí, no puedo oler su rastro en ese lugar. —Gruño por debajo, mirando hacia la dirección que había indicado la pulga pero finalmente decidió alejarse de ese sitio y volver a la aldea. Tal vez sus amigos pudieron dar con ella o tal vez no, necesitaba nuevas ideas para saber a dónde ir y no perder más el tiempo pero todo sus pensamientos se desvanecieron cuando su olfato capto el olor a sangre. Freno de golpe en la copa de un árbol joven y concentro su olfato en aquella dirección, el olor a sangre mezclado con algo más, olor a podredumbre y...

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Era la primera noche pacifica donde realmente se podía disfrutar el alivio en el ambiente luego de pasar varios días de pesadez y humedad, eran en breves momentos donde se podía sentir una ligera brisa fría que se convertía en una suave caricia a la sensación de la piel. Los aldeanos que habían vuelto luego de la búsqueda, interrumpido por la poca iluminación que proporcionaba la luna, regresaban con sus familias a descansar y planificar como iban a levantar la aldea nuevamente.

Muchas de las cabañas fueron afectadas, otras permanecían con alguna pared o puerta aun en pie y las que habían sobrevivido no garantizaba la seguridad de sus habitantes. Todas debían ser derrumbadas y construidas de nuevo pero la búsqueda significaba que la reconstrucción iba a tomar más tiempo de lo debido al no disponer de tantos hombres como antes.

Sango había decidido montar a kirara para continuar la búsqueda desde el aire, miroku junto a kaede aconsejaron que no se encendieran las fogatas o las antorchas en la aldea y menos en la cueva ya que realmente se encontraban indefensos al contar con tan pocas armas para defenderse, además era más que seguro de había muchas aldeas en las mismas condiciones. Muchos buscarían la manera de aprovecharse para saquear o abastecerse de otra manera, incluso estaban más que expuestos en estar todos reunidos en una cueva por lo cual habían decidido mantenerse a media oscuras con las fogatas justas durante la noche hasta poder recuperar la aldea.

Hasta que nuestros caminos se vuelvan a encontrarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora