Eterno (Reyes Volturi)

Capítulo Veinticinco

Aro, Marcus y Caius vieron como Celine dormía pacíficamente bajo las sábanas.

Luciendo como un ángel como siempre, tenía una pequeña sonrisa que adornaba su rostro mientras estaba tendida detrás de su almohada, dando una vista completa de su hermoso rostro.

Marcus suspiró suavemente mientras pasaba sus manos por el cabello enredado. Caius le acarició la mejilla con una sonrisa. Aro se acurrucó más cerca de ella con sus brazos envueltos alrededor de sus muslos, su cabeza descansando sobre su estómago.

La actividad de anoche fue demasiado erótica para describirla. La inexperiencia de Celine hizo que todo fuera mejor para los reyes.

Debería haber regañado a su madre por ni siquiera molestarse en decirle nada de esto.

Gracias a los dioses por Heidi y Chelsea o de lo contrario se habría vuelto todo ridículo.

Entonces, la luz del sol decidió tomar el sol sobre ellos. Los cuerpos de los reyes se iluminaron con el tono anaranjado del sol naciente.

Parecían esculpidos en diamantes puros y para agregar más a esta imagen celestial estaba el collar de Celine que brillaba y se reflejaba en toda la habitación.

La luz del sol creció demasiado para el gusto de Celine y tuvo que despertarse de un sueño bastante... erótico.

Ella no estaba decepcionada, ni mucho menos, de hecho. Llegó a despertarse junto a los dioses y moriría como un ángel feliz.

"Buenos días, mia bella" Caius le susurró y ella le dio una sonrisa perezosa en respuesta.

"¿Qué hora es?" Fue a levantarse pero Marcus la apartó.

"¿Eso es lo que quieres saber? ¿Nada sobre anoche?" Él sonrió y le besó los labios.

Celine se sonrojo y se hundió más en su pecho para ocultar su rostro nervioso. "Creo que sé lo suficiente" Ella murmuró.

Caius y Marcus se rieron entre dientes y Celine una vez más intentó moverse, pero esta vez no pudo mover las piernas.

Confundida, miró a Aro abrazando la parte inferior de su cuerpo sin intención de dejarlo.

Gimiendo, volvió a caer en la cama, para gran regocijo de Caius y Marcus.

"No me vais a dejar ir, ¿verdad?" Murmuró mientras los dos reyes se acurrucaban a cada lado de ella y le rodeaban la cintura con los brazos.

"Por supuesto que no lo haremos" Caius sonrió y le dio un perezoso beso en el cuello.

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Los reyes finalmente abandonaron su habitación después de unas horas más insistiendo en que harían las pruebas sin ella y la dejarían descansar.

Por mucho que no quisiera admitirlo, la parte inferior de su cuerpo palpitaba. Probablemente pasó toda la mañana durmiendo en la cama.

Heidi y Chelsea como siempre entraron en la habitación de la reina para encontrarla la cama y también desnuda, definitivamente podían oler los aromas masculinos que venían de la cama.

Solo tomó unos segundos averiguar qué sucedió anoche. Uno, Celine siempre se despierta al amanecer y tampoco hará nada. Dos, los reyes estaban muy, muy felices hoy.

Claro, estaban felices desde que ella llegó a sus vidas, pero hoy era algo especial.

Los vampiros compartieron una sonrisa antes de despertarla.

"Celine" Heidi sacudió suavemente sus hombros y la mujer de cabello pálido gruñó algo acerca de estar cansada.

"¡Celine!" Chelsea casi le gritó al oído y Heidi se palmeó la cara. Chelsea actuaba a veces más como una niña.