2. El Tour

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- ¿Puedo llevar mis dibujos al tour? - pregunta Jamie entusiasmado. Ya nos habíamos instalado en Senoia, hacía un calor de mil demonios. - Si veo a algunos de los actores a lo mejor podré darles uno de sus retratos.

- Lo podremos intentar, pero no deberemos molestarles si están trabajando ¿sí? - el asintió. Era un niño muy dulce y responsable.

Nos pasamos aquel fin de semana instalando todas nuestras pertenencias, y aunque aún quedaban unas cuantas cajas por desempacar, decidimos tomarnos un descanso. Se lo había tomado tan bien que era sorprendente. En unos días empezaré a trabajar en Donna's diner como camarera, obviamente no es el trabajo de mis sueños, pero pagan bien, son flexibles con mi horario al tener a un pequeño a mi cargo y con algo de suerte podré permitirme pagarle la educación artística de Jamie.

El domingo por la tarde se acercaron a saludar los Penn, una pareja de ancianos que vive en la casa de en frente. Son adorables y se ofrecieron a cuidar del pequeño cuando yo no pudiese, al parecer tienen un nieto pero apenas lo ven, ya que su hijo vive en Los Ángeles. Les ofrecimos limonada y galletas, que eran de las pocas cosas de comer que habíamos conseguido para las visitas. A las dos horas, cuando se acercaba el anochecer, la pareja volvió a su casa ¿Es raro envidiarles? No tenían gran cosa, porque su casa sería más o menos igual de sencilla que la mía, pero se tenían el uno al otro, se lo prometieron en su juventud atravesando los obstáculos que se les pusiese en su camino y esto es algo que envidiaba. Yo sólo tuve un novio, y fue poco antes del accidente de mis padres. Debido a mis obligaciones para con mi hermano, esa relación fue destinada al fracaso. Es patético ¿verdad? A mis 27 años he tenido un novio cuya relación duró apenas unos meses, porque cuando la cosa se complicó, no supo estar a la altura, pero también lo comprendo, con 17 años no quieres atarte a un bebé. Y ahí estaba mi bebé frunciendo el ceño hecho ya casi un hombrecito.

- ¿Ya sabes qué dibujos llevar? - le pregunté viendo cómo los analizaba.

- Llevaré uno de cada uno de los personajes y quería ver qué zombi llevo por si veo a Greg Nicotero - dijo con una enorme sonrisa. Me producía terror que no le dejasen entregar ninguno de los dibujos y se derrumbara. Jaime era muy maduro, pero también era muy sensible.

- A mi me gusta este - dije señalando a uno.

- Pues este será - dijo mientras los colocaba cada uno en una funda de plástico para que estuviesen protegidos.

***

Hasta yo estoy nerviosa, no me puedo imaginar cómo estará él. Con tanta calor decidí optar por un vestido veraniego corto, es azul claro con pequeñas margaritas blancas. Dejé mi pelo rubio suelto y opté por no maquillarme, dejando así mi rostro al natural.

Cuando estuvimos listos subimos a mi viejo coche, me lo regalaron mis padres cuando cumplí los 16 y en aquel entonces ya era de segunda mano. Sí, a veces me daba pánico conducir por lo que les pasó a ellos, pero en ocasiones me tenía que forzar, ya que Jamie me necesitaba.

Dejamos el coche en el parking y nos dirigimos a la cola del tour, no éramos muchos, unas 12 personas en total. Entonces pasó lo que desencadenó una serie de sucesos para bien o para mal.

- ¡Tata! Los dibujos. ¡ME HE DEJADO LOS DIBUJOS EN EL COCHE! - estaba alterado y al borde del llanto.

- Mierda, Jamie... - genial has dicho una palabrota delante del niño- voy yo. Tú no te muevas de aquí.

Corrí tan rápido como mis sandalias me permitían. Si no comieses tanto chocolate te pesaría menos el culo y llegarías antes. Con los nervios me costó más de lo normal sacar las llaves.

- ¡JODER! - la puta puerta estaba atrancada. ODIO este maldito coche. Forcejeé la puerta hasta que cedió y pude alcanzar los dibujos que se habían caído en el suelo en la parte trasera del coche.

No me dejes (Andrew Lincoln)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora