1. Hooked

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Nota: Le cambié las edades a los chicos. Recuerden que esto es ficción

Contenido boyxboy

Contenido sexual medianamente explícito

Resumen: Roberto Y Daniel son vecinos, Roberto tiene una mala reputación y Daniel se siente tentado por eso.

Primera parte de la serie Hokeed

Hokeed

Era un día nublado, probablemente más en la tarde llovería. Pero eso no le impedía seguir con la mirada a aquel chico que vivía frente a su casa.

Se encontraba en su habitación, sentado frente a la ventana, con las cortinas completamente abiertas y su música favorita sonando ligera en el aire.

- ¿otra vez acosando al vecino? — la voz de Diego lo hizo voltear a la puerta. Sonrió

Su mejor amigo era uno de los chicos más guapos que había visto. Y tenía ese humor tan característico que te hacía amarlo de manera rápida.

- Yo le llamo, observar al vecino — se defendió el menor volviendo su vista al chico de enfrente

- Estás obsesionado, Daniel — Diego carcajeó acercándose a su amigo — pero debo admitir que está guapo el muchacho.

Ambos se quedaron en silencio, observando como el chico que ambos observaban pláticaba animadamente con una chica.

- No deberías hacerte ilusiones con él — Diego murmuró colocando una mano en su hombro.

- ¿Por qué no?

- Sabes que Saracho tiene una mala reputación en el vecindario — Respondió soltando el aire acumulado en sus pulmones y tomó asiento en el suelo frío — Es de lo que todos hablan, hace menos de dos meses que llegó y nadie sabe nada de él, excepto que es peligroso. — Daniel se permitió reír con ganas

- la gente dice cada estupidez — fingió limpiarse un par de lágrimas se levantó de su asiento para tomar el celular que reposaba en su escritorio — no creas en todo lo que te digan — encendió el celular percatandose que tenía un par de mensajes

"Te veo en diez minutos"
"Dónde siempre"

Sonrió a la pantalla antes de encararse a su amigo

- lamento correrte, pero tengo que irme — El mayor soltó un bufido levantándose de dónde recién se había sentado. Sacudió su pantalón y luego salió de la habitación.

Daniel suspiró. Nadie tenía que saber su pequeño secreto

A la gente le gustaba decir cosas que no eran, la gente hablaba hasta por los poros y no se detenían a querer saber la verdad.

Ingresó al lugar que había estado frecuentando desde hace más de mes y medio.

- Hola, Daniel — La voz de la chica lo sobresaltó

- Kelly, no sabía que estabas en casa — se removió incómodo en su lugar

- Tranquilo, Romeo. Ya iba de salida — besó su mejilla — Sabes que estás en tu casa — ella terminó de despedirse con una sonrisa y cerró la puerta detrás de si

Suspiró antes de subir las escaleras rumbo a la habitación que ya conocía a la perfección.

Cuando entró, lo vió observando por la ventana, con el torso desnudo y solo unos vaqueros negros que resultaban por completo su tono de piel.

- Tienes una mala reputación en mi vecindario — Sonrió a medias recargandose en el marco de la puerta. Volteó a observarlo también con una sonrisa — Pero me vuelves loco con la tentación, porque sabe tan bien — el más alto se acercó a él a pasos lentos y una mirada penetrante. Una de sus manos fue a la mejilla de Daniel donde dejó unas leves caricias, la otra mano fue a su cintura, pegándolo completo a su cuerpo desnudo.

El mayor soltó una risita.

- podrías acabar con esto — soltó antes de unir sus bocas en un beso que segundos después se volvió más intenso, lenguas rozandose, bocas comiéndose.

- No me iría aunque pudiera — Daniel soltó en un jadeo cuando la mano del más alto levantó su playera para acariciar su piel desnuda. Las manos del mismo Daniel dieron al cuello de su amante, aferrándose como si su vida dependiera de ello

- ¿Por qué? — interrogó el más alto finalmente quitando la playera del más bajo sin esfuerzo alguno. Ahora eran pieles desnudas chocando.

- Porque te tomó solo una noche... — gimió bajito cuando sintió la fricción de sus miembros empezar en un vaivén lento, tan lento que quiso rogar por más — te tomó solo una noche engancharme — El otro volvió a sonar una risita

Pronto las demás prendas fueron sobrando en aquella habitación que había guardado celosamente todo lo pasado en ese último mes y medio entre aquel par de amantes.

- Dime, ¿Cómo logré engancharte? — demandó saber. Y muy en el fondo, Daniel amaba aquello, cuando su amante le mandaba, cuando tomaba el control sobre él.

Las manos de mayor se seguían recorriendo, los labios besaban con efusividad toda la piel que alcanzaba desde aquella posición y dejaba pequeñas marcas que sabían que iban a tardar días en desaparecer. Al mismo tiempo Daniel se dedicaba a gimotear necesitado.

- e-estuviste ahí cuando estaba-a deprimido... Me s-sostuviste a-alto — soltó una jadeó fuerte cuando los dedos lubricados del más alto rozaron su entrada. Ni siquiera estuvo consciente de dónde había salido el lubricante

- ¿Qué más? — preguntó una vez más. Besando su cuello, succionando, acariciando.

- Cuando t-tomas el control ¡Ah! — Daniel gimoteó alto cuando por fin los dedos largos de su amante estuvieron dentro de él.

- Todos dicen que estás durmiendo con el enemigo — Susurró en su odio moviendo lento sus dedos

- no importa. Ni siquiera me importa si vas a ser mi muerte — Esas palabras bastaron para que ambos perdieran el control. El mayor lo tomó de sus muslos y lo arrinconó en la pared penetrándolo de una. Daniel gimió fuerte, enrollando sus piernas a la cadera de su amante. Y sus manos casi arañando la espalda del otro. — muévete — suplicó tan bajito que apenas fue audible.

- nunca puedo tener suficiente una vez que empieza la sensación — Gimió en el oído del más bajo empezando con movimientos torpes pero necesitados

- nunca voy a renunciar a ti — artículo como pudo y después se sumergió en un delirio que lo estaban llevando al éxtasis cada que su chico golpeaba contra su punto. — S-aracho — palabras incoherentes salían de sus labios, su cabeza estaba echada hacia atrás disfrutando de las sensaciones que estaba experimentando.

Ahí lo tenían, Daniel, el chico malo de la escuela siendo un total sumiso ante aquel chico de lindas facciones que lo había seducido casi dos semanas después de que se mudara. Saracho lo había llevado al límite entre el cielo y el infierno llenándolo de sensaciones que jamás creyó experimentar. Y aunque todos le decían que estaba durmiendo con el enemigo, no le molestaba quemarse en el proceso de conseguir más de él.

Porque estaba enganchado.

Roto - WiplashDonde viven las historias. Descúbrelo ahora