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¡Oh, por dios! ¡Finalmente estoy aquí, parada frente al extravagante edificio Carot! Estoy a punto de entrar a uno de los edificios de la tercer empresa de diseñadores más reconocida del mundo para trabajar con ellos, estoy temblando. Llegué 40 minutos antes, quería llegar a tiempo pero creo que exageré. Supongo que podré aprovechar y tomar un café en la cafetería de enfrente, tal vez eso me relaje un poco.

Entre a aquel local, pedí un café y unos croissants. Me senté en una de las mesas exteriores y, esperando mi pedido, revisé mi teléfono. - ¡Buena suerte! ;* - Decía un mensaje de Adrien, él estaba esperándome en el hotel ya que decidió venir conmigo. Sonreí y contesté. - Gracias, aunque estoy algo nerviosa. 😓 - Las dos rayitas azules aparecieron junto a los tres puntitos de suspenso. - ¡Lo harás genial! No te desanimes. - Volví a sonreír, esta vez levantando la mirada con ánimo.

Llegó el mesero y sirvió los croissants, estaba por poner la taza en la mesa cuando de repente un tipo alto con capucha y ropa oscura, que venía corriendo, chocó con él haciendo que el café caliente cayera sobre mi ropa blanca.

- ¡Maldita sea! - Grité furiosa y adolorida. Volví a oír los pasos de alguien corriendo, miré hacia atrás para ver quién se aproximaba esta vez. Me quedé paralizada, el chico quién me había mirado de reojo antes de seguir corriendo solo unos pocos centímetros más se detuvo para clavar su mirada en mí.

- ¿Marinette? - Preguntó asombrado. Agitó un poco la cabeza recordando lo que estaba haciendo y miró a aquel hombre que había chocado con el mesero. - ¡Q-quédate aquí por favor, debo atraparlo! - Volvió a correr dejándome con la boca abierta en medio de toda la gente.

- ¿F-F-Félix...? - Tartamudeé. Me quedé inmóvil por unos segundos antes de reaccionar gracias a los murmullos de las personas. Tapé mi ropa avergonzada y corrí al baño de la cafetería para limpiarme.

(...)

[Unos minutos antes, con Félix.]

Él se encontraba caminando tranquilamente por la ciudad cuando de repente oyó los gritos de una señora cerca de allí. Se acercó hasta el lugar del ruido y vio como un tipo intentaba robar las pertenencias de una ancianita.

- ¡T-te lo ruego, joven, tengo medicamentos allí! - Tironeó de la cuerda de su bolso. Aquél hombre con capucha quitó algunos frascos de la bolsa y los tiró al suelo.

- ¡Ahí están tus medicamentos, vieja tonta, ahora dame esa cartera! - Le quitó de un tirón aquel objeto haciendo que la señora cayera sobre sus rodillas y se quejara de dolor.

- ¡N-no, es mi último dinero! - Rogó nuevamente.

- JE. - Se burló el tipo. Félix quién había visto toda la escena decidió hacer algo al respecto.

- ¡OYE TÚ, IDIOTA! - Le gritó al ladrón, éste giró confundido. - ¡DEJA ESO!

- ¿O QUÉ, RICITOS DE ORO? - Se burló.

- Estás muerto. - Murmuró acercándose al asaltante.

Félix intentó quitarle la cartera pero este solo le dio un puñetazo que sin previo aviso Fél devolvió. El intimidante ladrón apretó los dientes furioso, lo miro a la cara e intentó atacar pero el audaz joven lo esquivó con un rápido movimiento para luego patear su estómago haciéndolo retorcerse del dolor.

- ¡HIJO DE PERRA! - Gritó el asaltante. Se paró y volvió a atacar, Félix lo esquivó nuevamente pero este aprovechó y salió corriendo. Al darse cuenta de que había sido engañado giró su cuerpo y comenzó a correr para perseguirlo. ¡Vaya que ese maldito corría! Había mucha gente por lo que el ladrón chocaba constantemente con las personas, chocó con un camarero haciendo caer el pedido sobre su clienta quien maldijo por tener la ropa sucia, cuando Félix pasó corriendo por allí y la vio se quedó inmóvil por unos segundos preguntándose cómo es que ella estaba ahí.

¿Mejores amigos? | FelinetteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora