7. Primero fue la luz

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Me quedé pasmada durante un par de segundos. Un fuerte olor a guardado invadió mis fosas nasales. La habitación se encontraba completamente a oscuras y la sensación de que no debí haber abierto esa puerta, se sentía cada vez más latente.

—No seas cobarde —me dije a mi misma antes de ingresar.

Di un par de pasos a ciegas y luego de tantear la pared, presioné el interruptor y ¡Voilà! se hizo la luz.

La habitación constaba de un gran estante de libros, un escritorio repleto de cajones y un par de sillas. Nada sorprendente, ni relevante. Yo esperaba ver tarros con ojos diseccionados, esqueletos humanos, coordenadas de misiles o cosas por el estilo. Pero, a primera vista parecía una oficina como cualquier otra. Una leve oleada de decepción se instaló en mi pecho, pero a su vez, esta sensación fue el impulso que necesitaba para revolcar el lugar.

Con pasos lentos y temerosos me acerqué al escritorio y lo observe detalladamente esperando descubrir algo. Pero nada. Todo se veía tan normal. Habían fotografías de mamá, papá y yo. Una placa que tenía grabada en ella el titulo de abogado de mi padre, un par de bolígrafos y un folder con papeles en blanco. Un escritorio común y corriente.

Resople profundamente.

Esta aparente normalidad me hizo dudar por un breve instante acerca de mis locas teorías conspirativas... pero luego repasé mentalmente una y otra vez los hechos y simplemente me convencí aún más que había gato encerrado.

Así que con un ímpetu casi que histérico, comencé con esculcar e inspeccionar todos y cada uno de los cajones del escritorio. Pero de nuevo, nada emocionante apareció. Simplemente habían documentos del trabajo de mi padre en la ciudad, cuentas bancarias y demás papeles que cualquier adulto tendría en su oficina. La situación se tornaba frustrante.

Es que algo no encajaba. Esta situación no tenía sentido.

¿Por qué mi padre tendría cerrada y clausurada esta oficina si no tenía información trascendental en ella?

Repasé entonces, nuevamente los cajones e incluso miré por debajo del escritorio y simplemente no había nada. Ni siquiera existía la mención al Concejo o algo que estuviera fuera de lugar.

Fue entonces que comencé a observar con detalle cada aspecto de la habitación y fijé mi atención en la estantería de libros. A primera vista, todos estos volúmenes parecían material para abogados y libros de historia, nada extraño a decir verdad. Mi padre era un lector empedernido.

Cada vez me sentía más y más irritada. Entre la conversación frustrante con Katrina Van Tassel y la ausencia de anomalías en la oficina de Harrison Van Tassel, me sentía persiguiendo mi sombra.

Presa del desesperó por encontrar algo, comencé a golpear las paredes frenéticamente para saber si algo se ocultaba detrás de ellas. Golpeé varias veces con fuerza y sorpresa, sorpresa... tampoco sucedió nada. Fue así como terminé encima de una de las sillas e inspeccioné la lámpara que colgaba del techo, con el fin de descubrir algo, pero también fue en vano. Si alguien hubiera visto la escena desde lejos, diría que parecía una demente.

La frustración iba en crescendo. Era imposible que mi madre y la búsqueda en la oficina fueran callejones sin salida en mi investigación.

Me bajé con cuidado de la silla y me senté en ella para tomarme un momento para pensar. Cerré mis ojos y respiré profundo. Conté hasta diez y traté de poner la mente en blanco para intentar tener una mayor claridad de la situación. Si seguía actuando de forma maniaca, no iba a encontrar nada y eso no formaba parte del plan.

Tranquilízate Elinor, me repetía mentalmente.

Por lo general, mi temperamento era estable y tranquilo, pero con la cantidad de interrogantes que habían en mi cabeza, sumado al secretismo de mi madre, la mudanza y las muertes, la chica calmada se estaba tomando unas vacaciones y la caótica Elinor estaba de visita.

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⏰ Última actualización: Aug 31, 2021 ⏰

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El Misterio de ElinorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora