3. Un hombre querido y respetado por todos

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—¿Debo hacerlo? —Cuestioné como una niña pequeña.

—Ya te dije que si, Elinor —Dijo mi madre un tanto cansada de mi negativa a su orden.

Resoplé con un aire dramático.

Mamá rodó sus ojos.

Mamá y yo ya llevábamos una semana viviendo en Lostwood. La casa ya tenía nuestras cosas y por cosas me refiero a ropa y elementos de aseo personal, ya que, la casa estaba completamente amoblada. Y ya cada una había escogido y organizado su habitación y al pasar los días, poco a poco mi madre empezaba a sentirse más como ella. A diferencia de mi, que estuve la semana entera encerrada en mi habitación. Lo cual, molestó tremendamente a mamá. Supongo que ella esperaba que yo abandonara de la noche a la mañana mis hábitos ermitaños, lo cual no iba a suceder, al menos no tan pronto.

Y ahora, aquí estaba ella, prácticamente obligándome a ir a pasear por el pueblo junto con ella.

—Date una ducha, vístete y péinate. Te espero en la entrada en veinte minutos. Fin de la discusión. —Dijo Katrina Van Tassel con su característico tono autoritario. Llevaba meses sin escucharla usar ese tono.

Al parecer mudarnos aquí, le estaba haciendo bien.

(...)

—¡Ah! Aire fresco y vitamina D. —Exclamó mamá sonriendo mientras caminábamos por el centro de Lostwood. —¿Qué no extrañabas recibir sol?

—No. —Dije seria.

Mamá me asesinó con su mirada.

—Es broma, es broma. —Dije para que se tranquilizara.

—Más te vale. —Sentenció ella.

Y aunque me pesara la lengua por decirlo, el centro de Lostwood no estaba tan mal como yo pensaba. Si, sus construcciones parecían de hace treinta años y las personas que transitaban por el área parecían sacadas de un comercial de los años cincuenta, pero el lugar no era tan tétrico como yo lo recordaba. Era casi agradable.

—¡Oh! Mira Eli, una cafetería. —Dijo mamá emocionada. Ella parecía un niño en 'Disney World', viendo atracciones en cada lugar que veía en Lostwood. —Sentémonos y tomémonos un café con un gran pedazo de pie.

Ni siquiera tuve tiempo de reaccionar, cuando ella ya había tomado asiento en una mesa ubicada en la parte de afuera del local.

Era reconfortante verla tan emocionada por beber café con un trozo de pie. Ella llevaba meses sin hacerlo y era algo que ella adoraba hacer con papá.

—Iré a hacer nuestros pedidos. —Le dije a mamá mientras entraba a la pequeña cafetería. Ella asintió.

El lugar era acogedor y un agradable aroma a café inundó mis fosas nasales. Observé con detenimiento los productos de repostería que aparecían en la vitrina. Eran demasiados pasteles y pies y debía admitir que todos se veían apetitosos y no sabía por cual sabor decidirme.

—Bienvenida a Sweet Pie, el lugar en donde comerás los mejores pies del mundo. Mi nombre es Will, ¿En qué te puedo ayudar en el día de hoy? —Dijo un chico joven detrás del mostrador.

Me sorprendí un poco por su discurso y me reí un poco internamente. Ver a un chico hacer algo así era impensable en la ciudad.

—¿Tu discurso es ensayado o te sale natural? —Me burlé un poco.

El chico levantó sus cejas con sorpresa ante mi pregunta.

—Es ensayado, pero con chicas como tú. —Dijo remarcando el . —Me sale de forma natural. —Respondió él con la clara intención de devolverme la burla.

El Misterio de ElinorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora