VIDEOCALL ~ Bangchan

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Eran apenas las seis de la mañana cuando llegué empapada a la casa de Alice, mi mejor amiga desde que tengo memoria. Ése día ni si quiera un diluvio sería capaz de detener mi trayecto en dirección a la mansión de los Cambrel pues, sin importar qué, debía recoger el álbum de mis artistas favoritos, y lo haría en compañía de mi amiga.

Pasé a la lujosa sala y una señorita que allí trabajaba me proporcionó unos zapatos secos y una toalla para secar un poco mi completamente húmedo cabello. El frío me causó escalofríos por todo el cuerpo en lo que duraba mi espera.

—¿Qué haces aquí tan temprano ?- dijo Alice cuando por fin apareció por las escaleras,  bostezando.

—¡Alice! ¿Por qué sigues en pijama? Llegaremos tarde— reclamé para luego estornudar. —hoy es el último día para recoger el álbum y además es Domingo, cerrarán temprano y-

— Y tus papás se darán cuenta que llegaste tarde a casa y con un álbum musical, lo cual no te servirá en tu futuro...— interrumpió, conociendo de memoria lo que expondría.

— Si sabes que no debo volver tarde ¿por qué aún no veo que estás cambiándote?

— Esta bien, está bien, lo haré en un segundo —  dio media vuelta hacia su cuarto de nuevo, soltando bostezo tras bostezo.

— Te dije que podía pagar un taxi e ir sola pero insististe en llevarme porque querías salir de casa con alguna excusa, ahora estoy aquí pero ni te has lavado los dientes todavía. Si quieres puedes seguir descansado, en serio, pediré un taxi, Alice.

—No es necesario, ahora bajo. Puedes ponerte cómoda.

—Gracias, pero eso es imposible. Si tan sólo pudiese dormir no tuviera las ojeras que tengo. La ansiedad me está matando,  no puedes pedirme que me relaje precisamente hoy que voy a recoger el álbum de mis dioses, es imposible e inevitable.—respondo de corrido.

—Tranquila, cálmate. Vas a morir joven.

—Vamos, cambiate rápido— le tiro un beso.

—Te vas a arrugar a los veinte.

—Tal vez, pero habrá valido la pena.

Pasados unos minutos finalmente bajó y el chófer de la familia nos llevó hasta el lugar que quedaba lejos. Pensé que iba a morir de la emoción al tener el álbum al fin en mis manos. Lo abracé , lo besé y lo fotografie como si fuese ahora mis más sagrada adquisición.

—Estuviste estresada todo el camino y ahora ¿Por qué no lo abres?—interrogó Alice mientras me dirigía una mirada incomprensible.

—No puedo abrirlo en el carro, debo descargar mi emoción en un lugar tranquilo.

—Este es un espacio muy tranquilo.

—Me refiere al lugar adecuado, al espacio perfecto, es mi primera vez ¿sabes? —expliqué con ojos cristalinos. Alice no cambiaba de expresión— No lo entenderías.

Cuando llegamos, me detuve en la sala con el álbum en manos, no podía esperar más para abrirlo. Respiré profundo y empecé a abrirlo. Todo superó mis expectativas, el material, los colores, el tamaño y algo más que acabó con la poca tranquilidad que me sobraba.

—N-no puede ser ¡Esto debe ser una broma! — exclamé perpleja.

Alice estiró la mirada tras ver que su amiga estaba a punto de llorar, con las manos temblorosas sosteniendo el dichoso álbum y empezó leer:

— "Felicidades, ganaste una video llamada con BangChan, ésta se realizará el día diecinueve de octubre. Para la videollamada se recomienda... —se detuvo — No parece una  broma, es decir sí, pero vino en el álbum así que lo dudo.

No le contesté y releí un par de veces más para asimilar lo que estaba sucediendo. El álbum traía la firma de Bang Chan y un boleto de videollamada que se realizaría dentro de seis días.
Cuando confirmé que no se trataba de una broma, grité y salté emocionada. No podía creerlo, ¿Qué tan probable era que se ganase un video llamada en mi primera vez comprando un álbum? ¡Casi nula!
Ganar una videollamada con mi artista favorito parecía un sueño imposible teniendo en cuenta la cantidad imensa de fans que había por todo el mundo y la poca suerte que tenía yo para ser la afortunada. Pero estaba pasando, había ganado la oportunidad y no podía sentirme más feliz.

— Te dije que manifestar funcionaba y no me creíste. — señalé a Alice.

— Sigo sin creer que funcione.

— ¿Qué le diré?¿Cómo le saludaré?¿Qué me pondré? —pregunté de pronto desesperada mientras sostenía mi ropa y luego mi cabello.

—Son muchas preguntas, pero ¿recuerdas que ése día a la misma hora celebrarán tu muy esperado cumpleaños?

Quedé helada al recordar que dentro de cinco días y a la misma hora, me celebrarían una fiesta de cumpleaños "sorpresa" . Era la primera vez que mis familia se organizaba para ello y apenas me había enterado por la boca grande de mi hermano.

—Es cierto. ¡¿Qué hago para no asistir?!

—No tienes que hacer nada, de todos modos nadie notará que no estás ahí. — dijo Alice con un tono burlón.

— ¿Qué dices? Seré el centro de la noche, por supuesto que me notarán.

— Me refiero a que sólo desaparecerás unos segundos. Tampoco es como si te fueras a ausentar toda la noche, Zoe.

— Creo que tienes razón.

— Harás un pequeño espacio para tu video llamada.

— Claro, es posible.

—  Y fiesta sorpresa exitosa, fin.

— Aún así ¡¿Crees que deba posponer mi fiesta de cumpleaños?!

Después de todo, cumpleaños hay todos los  años, una videollamada con BangChan no.

Alice tropezó con una grada y se detuvo a rodar los ojos.

— Haz lo que quieras.

— ¿Lo que quiera?

— Sólo recuerda vivir como una persona normal estos días, no vayas por ahí con tu boleto de video llamada en la frente, como si fuera un amuleto, tampoco la publiques cada mañana,  ponte las mascarillas que te regalé todas las noches, y, por favor, bañate seguido.

— Pero qué dices, yo no haría las dos primeras cosas  y por supuesto que las últimas sí.

Alice  volvió su mirada a ella, haciendo pequeños sus ojos.

— Te conozco, reina del olor a podrido.

— ¡Ya basta! No me recuerdes sucesos desagradables.

Cambrel rió. No puede ser que todavía recuerde que en segundo año me  invitaron al concierto de una banda escolar, que entonces era mi favorita, y de la ansiedad y emoción no había podido ni si quiera bañarme por una semana. El día del concierto olía tan mal que no me dejaron entrar. Tanta espera fue en vano y algunos niños incluso empezaron a llamarme con ese odioso sobrenombre.

...

Cinco días pasaron y el reloj marcaba las diez de la mañana,  recibía mensajes de felicitaciones por mi cumpleaños, los leía y trataba de permanecer tranquila. Lo que pasó entonces, fue el inicio de una bonita historia.