8.

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Han pasado siglos desde que mi cara recibe de lleno el sol mañanero y se siente tan bien. Me encuentro frente a la ventana, metida en esa sensación de satisfacción hasta que tocan la puerta y un hombre de negro, con mascarilla y gorro del mismo color aparece.

Mi cuerpo se asusta por un momento, pero rápidamente recuerdo las descripciones sobre el paciente citado para hoy. ¿Cuál era su nombre? Ah, sí, ya lo recuerdo.

-¿Usted es Christopher Bang? - mi pregunta sale un poco más baja de lo esperado y aquel permanece en silencio. No estoy segura, pero parecería que está sorprendido y ... hasta asustado.

Todavía me sigue mirando con esa extraña expresión en el rostro cuando veo la necesidad de presentarme y extenderle la mano en forma de saludo.
Finalmente, parpadea confundido, y segundos después me lo devuelve, dudoso.

-Lo siento, yo.... he, creo que la confundí con alguien más por un momento.- expresa mientras se retira el cubreboca.

Cuando lo hace, quedo sorprendida por lo hermosa que tiene su piel.

- Descuide, a veces pasa -sonrío, sin poder apartar la vista de sus mejillas hasta que noto que inclina la cabeza y se toca el rostro. - Bien, podemos comenzar.

Su expresión cambia rápidamente a penas acabo de hablar y se torna triste. Entonces también veo el enrojecimiento alrededor de sus ojos ligeramente hinchados.

- Parece que ha estado pasando por un mal momento.

- Sí, estos días han sido un poco difíciles.

- Hábleme de sus molestias.

Christopher empezó a relajarse poco a poco, contándome que sufre de insomnio y dolores de cabeza frecuentemente, cosas que van de la mano, por supuesto. Pero lo que me hizo diagnósticar un caso de sinusitis grave fueron sus problemas para respirar y las pesadillas nocturnas junto a ellas.

- Procederemos a realizar la cirugía, ¿se encuentra listo?

- No del todo, a decir verdad ... tengo un poco de miedo. - Confiesa y una corta sonrisa, de apenado, se instala en su rostro.

- Entiendo.... me gustaría decirle que reprogramemos la cita para cuando se sienta mentalmente preparado, pero me temo que no podemos esperar más o su situación podría agravarse...

-Lo sé...

Recuerdo que hace años, Alice me trajo un pequeño regalo al hospital después de que desperté, una caja llena de dulces de fresa. Desde entonces, me acostumbré a comprar esos mismos, un hábito que mantenía sin entender muy bien por qué.

Rebusco en el primer cajón del escritorio y saco la pequeña cajita. No sé mucho del paciente frente a mí, pero no lo pienso demasiado.

- Tome son buenos -le digo, ofreciéndole una porción de dulces. Él me observa sorprendido mientras toma los caramelos con ambas manos, casi como si no esperara ese gesto.

- Son de fresa. Espero que le gusten. Yo suelo tomar dos a la vez, el sabor es más intenso -le digo, intentando romper el hielo, aunque me pregunto si estoy hablando demasiado.

Él ríe, una risa baja y algo nasal por la sinusitis. Me detengo un segundo, ¿he sido demasiado casual? Pero su risa es genuina, lo noto, y me hace sentir un poco más relajada.

- Lo siento, ni siquiera le pregunté si le gustan. Si no los quiere, no pasa nada -me apresuro a decir, un poco avergonzada por no haber sido más formal.

- No, los quiero, me gustan -responde con una sonrisa que lo ilumina de una manera que me resulta extrañamente familiar. Saca dos dulces, tal como sugerí, y guarda el resto en su cartera-. Es solo que hace mucho que alguien no me regalaba dulces, eso es todo.

VIDEOCALL ~ Bangchan Donde viven las historias. Descúbrelo ahora