La gran y poderosa guardiana del equilibrio del mundo, se encontraba delante de sus dos accesorios mágicos más importantes — la esfera y la balanza — mientras tenía los ojos tan abiertos como platos, y sus suaves labios carmesí formaban una perfecta O.
Agradecía que tenía la mandíbula pegada a su cara, o juraba que de no ser así, ya estaría rodando por la colina.
La balanza estaba levemente inclinada hacia la parte de la maldad, y eso era inaceptable, totalmente inaceptable.
Nunca, desde que su madre la dejó completamente a cargo, la balanza había perdido equilibrio. Mucho menos para el lado de la maldad.
No iba a permitir que un demonio con ansias de querer eliminarla, venga a arruinar el equilibrio. Desde ese instante, él representaba una amenaza, y su deber como guardiana era eliminarlo. No dudó ni dos segundos en decidirse.
Pero antes de hacer cualquier otro movimiento, observó atónita cómo la balanza seguía inclinándose aún más. Cerró sus manos con fuerza convirtiéndolas así en dos puños perfectos, y con su rostro rojo de furia, exclamó a los cuatro vientos.
— ¡¡Demonio estúpido!! — dio un pisotón en el césped — ¡Hasta aquí llegaste!
Dio media vuelta y se dispuso a bajar la colina a zancadas, aún con la ira recorriendo sus venas y flameando en sus ojos azules con todo su esplendor.
Quería llegar rápido al inframundo, pero al mismo tiempo, se sentía flaquear ante su idea de reaparecer por ese espeluznante lugar.
Rayos, hacía cinco años que no bajaba a reforzar la barrera. De repente le entraron algo de nervios, pero su ira era mucho más fuerte que ni siquiera pensó en detenerse en ningún momento.
Mucho menos cuando sintió esa aura demoniaca y angelical cerca suyo.
— ¿Lo he logrado? ¿Revisaste tu juguete? — preguntó con orgullo y una gran sonrisa, siguiéndole el paso volando por encima de ella — Me he retado a mí mismo hacer que tu balanza quede desigual.
— ¡Pues felicidades! — ironizó levantando los brazos sin detenerse a mirarlo — ¡¿Cómo rayos pudiste hacer tanta maldad en tan solo una noche?! La balanza está desigual, todo por tu culpa. ¡Y no es un juguete! ¡Esto es serio!
Decidida a encararlo, voló hasta quedar en frente de él, dándose cuenta que el rubio disfrutaba sobre manera la situación.
— ¿Qué te puedo decir? — se encogió de hombros sin borrar su sonrisa — Soy el próximo rey del inframundo, no deberías esperarte menos de mi parte.
Tal vez ya no había nada que hacer por él después de todo, pero algo le decía que no debía rendirse. Ella podía salvar a la diminuta aura angelical que emanaba de él, quería intentar.
Sin embargo, al hacer eso, estaría yendo en contra de su deber como guardiana. Ella ahora mismo debería estar eliminando a aquel demonio, o por lo menos mandándolo al inframundo.
La híbrida se cruzó de brazos bufando, en una actitud berrinchuda que se le hizo adorable al demonio.
Sin decir nada, ella bajó en silencio hasta que sus pies tocaron la limpia tierra, la cual iba perdiendo todo tipo de vida mientras avanzaba cada vez más. Faltaba poco para llegar al inframundo.
Adrien, sorprendido por su acción, empezó a seguirla nuevamente, aún usando sus alas.
— Oye, ¿qué es lo que...?
Sin previo aviso, escuchó cómo la guardiana chasqueó los dedos antes de sentir un gran y grueso chorro de agua caer encima él, específicamente en sus alas, haciendo que al instante, caiga de bruces a la tierra.
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«La guardiana del Equilibrio» || Adrinette / AU MLB ||
De Todo¿Alguna vez se han preguntado quién es ese ser que se encarga del orden en el mundo? ¿Quién controla cuánta maldad puede llegar a haber? ¿Quién se encarga de limpiar todo tipo de desastres causados por la naturaleza? Marinette es aquel ser mágico...