Eleanor, cántame una canción [The Extras #1]

1. ¿Esto es un adiós?

2 de febrero, 2014.

Eleanor suspiró y dejó su mano caer pesadamente sobre su regazo; Sullivan se mordió el labio con nerviosismo mientras movía su pierna de arriba abajo. La chica conocía de memoria exactamente cada movimiento de Ernest Sullivan a la perfección. Dos años de relación le había servido para conocerlo a fondo, incluso cuando cerraba los ojos. Sullivan era un chico tranquilo, a sus veinte años no le veía ningún problema a la vida, era despreocupado, sonriente, jovial. Con ese cabello café rizado y su barba incipiente, ojos azules pequeños y labios delgados que se movían suavemente soltando su voz gruesa, pero armoniosa cuando cantaba, Eleanor lo había visto siempre como el chico de sus sueños y como cualquier chica enamorada, conocía cada medida de él; por esa razón sabía que lo que estaba a punto de decirle no iba a ser bueno, teniendo en cuenta que apretaba sus labios y retorcía sus manos y ese gesto con su pierna... definitivamente no podía ser nada bueno.

―Eleanor... ―Su voz era casi imperceptible―. Sabes que te quiero ¡Te quiero muchísimo, Ele! Eres una de las mejores personas que he conocido en mi vida, tienes un puesto especial en mi corazón, pero... tal vez no estoy listo para esto.

Eleanor sacudió su cabeza, entrecerró los ojos y apretó los puños. Su cerebro maquinaba las mil y una cosas que eso podría significar, porque definitivamente se rehusaba a creer que él estaba a punto de decir lo que parecía que estaba a punto de decir. Y cuando ella hizo el intento de hablar para preguntar, él puso una mano sobre las suyas y negó con la cabeza.

―Déjame terminar, por favor ―murmuró―. Quiero que estés bien, sé cuan frágil eres y tenía miedo de decírtelo antes, pero no puedo guardarlo para siempre, ¿verdad?, necesito que seas comprensiva, Ele ―Sullivan tragó el nudo en su garganta, Eleanor pudo notar eso y seguramente todo el mundo en ese parque en donde se encontraban―. Lo mejor para ambos, en este momento, es que nos alejemos.

Su corazón dio un vuelvo, su estómago comenzó a doler y sus ojos se llenaron con lágrimas que ella luchó por retener. Se mordió la lengua para no gritar y lentamente sacó sus manos de debajo de las de aquel chico que tanto amaba y que estaba rompiendo su corazón en ese instante, sin darse cuenta de lo cruel que estaba siendo. Poco a poco, su imagen de él como el chico que tenía su corazón en sus manos se fue convirtiendo en una de él mismo, apretándolo sin piedad alguna y lo peor de todo era que él no se veía como si quisiese hacerlo, pero, aun así, lo hacía.

Le había llamado frágil y se lamentó haberle mostrado cuan frágil podía llegar a ser, por dejarle saber que podía lastimarla, por haberle dado el poder de hacerlo al enamorarse de él.

―¿Alejarnos? ―inquirió, dolida.

―Es lo mejor ―repitió Sullivan―. Mira, te quiero y a lo mejor, en el futuro, podamos retomar esto, pero ahora, siento que... no estamos conectados en el nivel en que desearía. Tú y yo somos más diferentes de lo que había pensado y me sigues gustando... pero no lo suficiente, ya no de esa manera.

―¿Ya no?

―Lo siento.

―Lo sientes ―ella asintió, perturbada―. Claro que lo sientes, deberías sentirlo ¡Yo también lo siento! Siento que he sido muy insistente contigo.

Ella sorbió la nariz. Durante unos meses, lo había notado muy distante y pensó que solo tenía que presionarlo para hacerlo salir de su mente; la mandaba mensajes a cada rato y lo presionaba para salir, siempre feliz, siempre intentando verlo sonreír. Había dado lo mejor de ella para mantener a Sullivan con una sonrisa en su cara, porque a pesar de que la estuviese dejando con esa pobre excusa que sabía que estaba usando sola para deshacerse de la presión, él seguiría siendo una persona genial, con un corazón grande... pero ¿estaba ella dispuesta a perdonar esto? Eso era lo que no podía considerar en ese momento.